Cuántas veces nos encontramos limitados con las opciones de cómo comunicarnos con nuestros hijos en edad adolescente, porque al pretender conocerlos, compartir con ellos o dar una instrucción, empieza una serie de argumentos y juicios, entre otros puntos, que no fluye el diálogo y en muchos casos se entorpece y lastima la relación, impidiendo llevar a cabo lo que se pretendía en un inicio.
La comunicación es de gran apoyo para conocerlos, evitar riesgos, brindarles seguridad, mejorar su desenvolvimiento, hacerlos sentir importantes y escuchados, fomentar valores, incrementar sus habilidades, conocerse; es decir, un sinfín de bondades, así que siempre hay que buscar estrategias para lograr un buen diálogo pero sobre todo una escucha activa.
Por lo anterior debemos de regalarnos la oportunidad de tomar una pausa, revisar la forma en que nos dirigimos a ellos e incluso, cómo aparentamos escucharlos llegando al juicio e imposición de nuestras ideas.
Toma en cuenta lo siguiente:
– Recuerda que los adolescentes se acercan con quienes se identifican y se sienten parte. No con quienes juzgan o critican.
– Evita distractores de cualquier tipo cuando pretendas entablar esa charla con tu hijo.
– Cuéntale de ti, cómo fue tu infancia, adolescencia, no solo para ejemplificar lo que tú ya hacías en aquel entonces y él no hace ahora, sino lo feliz que eras o cómo superabas contratiempos o simplemente por el hecho de compartir.
– Las interrupciones cuando él esta presentando su punto de vista o hablando, debemos de evitarlas, ambos tomen su tiempo de exponer lo que necesita cada uno. Porque regularmente esas interrupciones están acompañas de juicios o ejemplos aversivos.
– Hablar físicamente de frente, viendo a los ojos, conectando con su lenguaje corporal, a su altura en una posición cercana, todo lo anterior sin invadir o forzar. Esa cercanía, respetando su espacio, nos dice más que las palabras.
– Que el tono de voz sea amable, receptivo, positivo y sobre todo con respeto.
– Escucha activa al 100% con todo el cuerpo, que nuestra mirada no sea de juicio o de limitante, a pesar de en que muchas ocasiones nos pueda molestar lo que nos está diciendo, hay un momento en el diálogo que sí podemos exponer nuestra inconformidad sin regaño o cualquier situación que lastime.
– Enfatiza habilidades no debilidades, por que si nos centramos en lo negativo va a ser difícil la fluidez.
– Los gritos quedan fuera de lugar, solo lastiman y retroceden el objetivo de la comunicación.
– Si hay provocación o agresión de parte de ellos, mantén la calma, toma un espacio, permite que le pase el mal rato y retoma la plática, tu eres el adulto y has podido en muchas ocasiones con estos detalles, no te centres con su enojo, recuerda que lo que está hablado en esos momentos es su frustración o molestia y eso no lo define.
– Un abrazo no está de más, al contrario, este suma mucho en la comunicación.
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