¡Papá!, ¡papá!, se escucha al llegar a casa o cuando la pequeña necesita ayuda.
La relación cercana entre padre e hija se puede considerar como magia que permite una autoestima fortalecida que da seguridad y elementos para tener relaciones afectivas sanas y desarrollo personal gratificante.
Papá y mamá participan como figuras importantes en la integración de la personalidad de los hijos, pero la paternidad que se ejerce con amor, cercanía, disciplina y comunicación con una hija brinda una serie de herramientas que facilita el crecimiento y el sentido de protección, el logro, un correcto manejo de la autoridad, su autopercepción, un adecuado sentido de lo estético, el asertividad, la fuerza, el aventurismo y el cómo enfrentar los retos en la vida adulta.
Anteriormente por contexto cultural la expresión de afecto por parte de los padres era limitado, el decir te quiero, un abrazo o lo que implica en el cuidado personal de la pequeña solo se asignaba a mamá, pero afortunadamente es ya común ver papás involucrados en situaciones cercanas con las hijas, como el saber sus gustos, ser sus cómplices ante mamá, involucrarse en actividades escolares, prepararles el desayuno, auxiliarles a peinarse y cuando les enseñan a usar su primera bicicleta y situaciones similares, es inimaginable todo lo que aportan con esas sencillas pero determinantes acciones de vida.
Como mamás se debe de brindar lo necesario para que esta relación se facilite, dentro del respeto y tiempo que se fomente la convivencia entre papá y la hija, no importa la etapa de crianza en que se encuentre, pero si se hace desde los primeros años de vida y se centra un poco más en la preadolescencia será una gran inversión para una excelente juventud y el cómo enfrentará ella el mundo en su vida adulta.
Nunca es tarde para hacer cambios, es recomendable el juego como una interacción lúdica donde se dejan enseñanzas como el manejo de límites, turnos, gratificaciones, entre otras cualidades más de vida.
Papá, también hay que considerar:
– Escuchar con atención, sin desaprobación y juicio.
– Valora sus sentimientos, evita descalificar.
– Pasar tiempo juntos, contacto visual.
– Conoce sus gustos, personajes favoritos, amistades, materias favoritas.
– Fomenta en ella un proyecto de vida.
– Exprésate de su mamá con respeto, el tener una imagen femenina valorada es sin duda esencial para complementar su autopercepción integral.
– Fomenta su independencia, respeta su espacio, pero que ella reconozca que estás presenten en lo que requiera ante una dificultad o falla.
– Comparte con ella también tus logros, fracasos, sueños y experiencias de vida, sin duda el compartir tu humanidad es una aportación elemental.
Con todo lo anterior se demuestra amor, cariño y protección, pero si le agregamos una expresión verbal como un ¡te quiero! es un extra invaluable.
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