Probablemente alguna vez ha tarareado la canción o tal vez, cantado el coro que a más de 40 años, sigue vigente y fresco entre la gente: “La otra noche, te esperé bajo la lluvia dos horas, Mil horas, como un perro, y cuando llegaste, me miraste y me dijiste: Loco, estás mojado, ya no te quiero”.
Esa canción, que millones de latinoamericanos han cantado durante cuatro décadas, tiene una musa inspiradora, con nombre y apellido: Cecilia Szperling.
Se trata de una escritora, periodista y docente argentina, que en los años 70 fue compañera de Andrés Calamaro en la Escuela del Sol, donde ambos estudiaban.
Sin tantas vueltas y sin saberlo por mucho tiempo, Szperling.se convirtió en la musa detrás de la canción que sería uno de los himnos más emblemáticos del rock nacional argentino y una de las canciones más interpretadas por artistas de toda América Latina.
La historia es ya leyenda urbana. Una noche de lluvia en la calle Crámer, en el barrio de Belgrano, un Calamaro de 16 años esperó durante horas a la chica de la que estaba perdidamente enamorado.
Ella nunca llegó como él esperaba. De esa desilusión adolescente nació “Mil Horas”, la canción que el músico compuso siendo casi un adolescente y que se popularizó cuando fue incluida en el álbum “Vasos y Besos”, en 1983, con la agrupación Los Abuelos de la Nada.
“Cuando escribí ‘Mil Horas’ yo estaba enamorado de Cecilia Szperling, que iba a mi mismo colegio”, confesó Calamaro en 2019 en un video que se volvió viral y que sigue circulando en redes.
“Era yo esperando en la calle Crámer donde vivía Cecilia con sus padres. Ese es el entretelón”.



Szperling, hoy una reconocida autora y activista feminista, nunca esquivó el título. En 2011 publicó en el suplemento Sí! de Clarín una carta abierta titulada “Soy la chica Mil Horas”, donde recordó con humor y ternura aquel episodio.
“Te dejé esperando bajo la lluvia en la esquina de mi casa de la calle Crámer, una eternidad”.
En 2020, en su libro La máquina de proyectar sueños, Szperling dedicó un capítulo entero a esa amistad adolescente y al impacto inesperado que tuvo en la cultura popular argentina.
“Nunca imaginé que mi ‘no’ de aquella noche se convertiría en la banda sonora de generaciones”, escribió.
Lejos de molestarle el rótulo de “la chica de Mil Horas”, Szperling lo abrazó con ironía y orgullo.





“Es parte de la mitología del rock nacional. Y yo estoy adentro”, declaró en más de una entrevista.
Hoy, mientras dicta talleres de escritura y publica columnas, sigue recibiendo mensajes de fans que le cantan el estribillo o le piden selfies como si fuera una estrella pop.
Cuarenta años después de aquel plantón bajo la lluvia, la historia de un amor imposible entre un adolescente con teclados y una chica que “estaba tan blanca” y aspiraba más al arte que al rock and roll, sigue viva.
Cecilia Szperling, la protagonista involuntaria, sonríe cada vez que alguien le recuerda que, sin quererlo, se convirtió en una de las musas más famosas del rock en español.