Hace casi una década, en 2015, en Periódico Norte se realizó una cobertura especial que condujo a las autoridades a visualizar los graves problemas de inseguridad que se vivían desde entonces en los fraccionamientos que se ubican en el lejano suroriente de la ciudad.
El periodista Ricardo Cortez, expuso en su trabajo, publicado el mes de noviembre de aquel año, la operación de una banda de delincuentes conocida en ese sector como Los Macheteros, con lo cual se evidenció la ausencia de vigilancia y la impunidad con la que los criminales podían realizar todo tipo de actos en contra de los ciudadanos de bien, a quienes por años, mantuvieron bajo el terror de ser atacados por la noche.
Testimonios desgarradores recabados por el medio, demostraban la violencia con la que se ejercían los ataques de la banda, dedicada al asalto en despoblado, donde no solamente se llevaban pertenencias, sino que también cometían agresiones tanto sexuales, como golpizas y lesiones a punta de machetazos, dejando gravemente afectadas a sus víctimas física, emocional y mentalmente.
Los Macheteros era una banda que, según los testimonios recabados, atacaba a los habitantes de las inmediaciones de los fraccionamientos de UrbiVilla, Paraje de San Juan y Paraje de San Isidro, desde 2012, sin embargo, ante la lejanía de los fraccionamientos y el miedo a sufrir represalias, no eran denunciados.

Los atacantes, a punta de machete, sometían a sus presas a quienes en el mejor de los casos, los desprendían de sus pertenencias, sin embargo, con el tiempo el grado de violencia con la que actuaban, llevó a teñir de sangre la zona, aterrorizando a miles de personas asentadas en ese sector, quienes ante la ausencia de transporte, tenían que caminar forzosamente por largos y oscuros terrenos para volver a casa.
Sin importar si se trataba de hombres, mujeres, adolescentes o niños, Los Macheteros utilizaban sus armas, además de asaltarlos, lesionarlos, violarlos y dejarlos abandonados durante horas en medio de la nada. Sin embargo, en la Fiscalía General del Estado, no existían denuncias contra la pandilla en ningún sentido.
Ocultos entre montañas de escombros y basura, los delincuentes tenían como manera de operación ubicar a su posible víctima y por medio de silbidos, prepararse para el ataque y emerger de entre las sombras, empuñando machetes, para sin mediar palabras, comenzar a golpear y patear a quien se encontrara en esas brechas.
En el suroriente, los habitantes conocían de la pandilla, pero nadie sabía quiénes la componían, ni cuántos, aunque en algo siempre coincidieron: Los Macheteros se ocultaban en la noche en los baldíos para asaltar con violencia.

Autoridades sabían de Los Macheteros, pero no actuaban
La Secretaría de Seguridad Pública Municipal estaba al tanto de los macheteros, e incluso, había detenido por lo menos a cuatro asaltantes, vinculados con la banda durante ese 2015, sin embargo, ante la ausencia de denuncias, los maleantes eran dejados en libertad.
Factores como la lejanía de las instalaciones para acudir a denunciar o bien, el temor mismo de ser víctimas de represalias, alejaba de la mente de los afectados, la idea de actuar judicialmente.
Muchos habitantes de ese sector hoy llevan en sus cuerpos las marcas que dejaron los machetazos y los golpes en sus cabezas y en distintas partes del cuerpo; otros tienen aún secuelas de huesos rotos, derivados de las golpizas, y unas más, el terror de haber sido, además de todo lo anterior, ultrajadas.
Ante la ausencia de servicios de emergencia, muchos de los casos en los que resultaron personas heridas en los ataques, fueron atendidos por los propios vecinos.
Aunte la ausencia de servicios de seguridad y de salud cercanos, los mismos vecinos tenían que apoyarse para rescatar a las víctimas, quienes en ocasiones llegaban arrastrándose a las zonas habitacionales o pidiendo auxilio a gritos.
Los lamentos de dolor y peticiones de ayuda, estremecían a los habitantes del suroriente desde que caía el sol por la tarde, a mitad de la madrugada cuando las personas asaltadas recobraban el conocimiento, o ya cuando surgía el lucero del alba, al amanecer.
Ensangrentados, desnudos, hombres y mujeres surgían de entre los escombros y matorrales, como una película de terror llevada a la realidad en la que el número de casos nunca llegó a determinarse, debido a que fueron escasas las denuncias que llegaron hasta la autoridad.
El temor de los vecinos, crecía conforme cada crimen se presentaba, a la par de la sospecha de que los integrantes de esa banda, pudieran ser residentes de los mismos fraccionamientos que se veían afectados.
La operación de estos delincuentes, se había extendido ya no solo a otros predios baldíos del sector, sino que en tramos de la calle, por donde pasaban automóviles en la noche, al encontrarse en medio de la nada, eran abordados por los gavilleros, que colocaban obstáculos para que los vehículos detuvieran su marcha.
La Policía Municipal sabía de la existencia de Los Macheteros, sin embargo, se declaraba en aquellas fechas que los maleanntes lograban escapar debido a que la corporación carecía de vehículos para ingresar a los terrenos donde operaban, pero que ya se encontraban próximos a comprar cuatrimotos para poder vigilar.
Otro de los problemas que las autoridades preventivas habían identificado, es que tras una noche de atracos, Los Macheteros desaparecían por tiempo indeterminado, lo cual complicaba su captura, incluso pese a realizar varios operativos con agentes encubiertos.

Más que asaltos, la adicción a la agresión
Edwin Gutiérrez, un psicólogo consultado por el periodista Cortez durante el seguimiento de este caso siniestro, detalló que la problemática comenzaba cuando los delincuentes, después del primer ataque, comenzaron a sumar atracos y gente que se unió a la banda, aumentando también con ello el grado de violencia.
El psicólogo comentó que las personas con estos comportamientos se ven a sí mismos como personas normales, pero cuando cometen los ílicitos, hasta llegaban a disfrutar de lastimar a otros.
Así fue testificado por decenas de víctimas, quienes comentaron que independientemente de consumar los asaltos, los delincuentes les propinaban golpizas aunque en ocasiones no obtuvieran botín alguno.
Lo anterior ha dejado secuela en la inombrable cantidad de víctimas, ya que muchos de ellos no acudieron a denuncias, sin embargo, entre quienes sí tuvieron el valor de hacerlo, hoy enfrentan problemas de salud física y mental, que van desde cicatrices físicas, hasta problemas cardíacos o mentales que han requerido de la ayuda profesional, para sobrellevar los traumas.

Luego de tres semanas de denuncias de Norte, cayó el líder de la banda
El 17 noviembre de 2015, Norte publicaba el arresto de Joel David Puente Romero, de 33 años de edad y de origen hondureño, pero nacionalizado mexicano el 2 de julio de 1983 en el estado de Veracruz. Fue detenido por el Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Policía Municipal.
La captura se dio luego de de que el periódico documentó durante tres semanas casos de asaltos, plagios y violaciones que afectaron decenas de hombres, mujeres y niños, en esa zona olvidada de la ciudad.
El presunto líder de la banda de asaltantes Los Macheteros, fue detenido el sábado 14 de noviembre por el GOE, luego de encontrársele en posesión de varias dosis de drogas.
Sin embargo, al ser publicada su imagen, varias víctimas le reconocieron como el líder de Los Macheteros, solicitando la presencia de la Fiscalía para interponer sus denuncias, entre ellas, la de una violación a una niña de tan solo 5 años de edad el 14 de junio de 2014.
Los denunciantes fueron atendidos por una unidad del Ministerio Público que acudió a un domicilio de Paraje de San Juan, que recogió a seis personas y las trasladó a la Fiscalía para que rindieran su declaración. Solo cinco de ellas lo hicieron, según refieren los archivos periodísticos.
De entre todas las denuncias, el agente del Ministerio Público consignó a Puentes Romero por el delito de violación agravada en perjuicio de la niña de 5 años, a quien durante la madrugada sacó de su vivienda por una ventana y la llevó a unas tapias abandonadas en Paraje del Sur, donde cometió la bajeza.
Al líder de Los Macheteros también se le abrió otra carpeta de investigación relacionada con las lesiones que sufrió un hombre de 60 años de edad, al parecer atacado por varios hombres con machetes, quien logró reconocer a Joel David como el líder de sus agresores.
El 21 de diciembre de 2017, Joel David Puentes Romero fue condenado a 16 años por la violación agravada en contra de la niña; de sus secuaces, poco se supo, ya que desaparecieron entre las sobras de los parajes, allá en el suroriente.
Mancha urbana siguió creciendo al suroriente sin servicios ni seguridad
Respecto a este tema, documentó el periodista Francisco Luján, durante la celebración de la sesión 74 ordinaria de Cabildo, celebrada el 17 de noviembre de 2015, regidores se pronunciaron en contra de la autorización de un proyecto de construcción de 2 mil 734 viviendas en el suroriente de la ciudad, donde las mismas autoridades tenían censadas el abandono de otras 15 mil en nueve fraccionamientos.
El problema más grave que observaban los regidores, era que dichos desarrollos habitacionales carecían de seguridad y hospitales cercanos, además que, al encontrarse en medio de la nada, no había alumbrado o transporte, ni siquiera caminos por donde transitar a quienes lo hacían a pie.
Aunque fue escuchada la propuesta, los fraccionamientos se aprobaron. Lo que sí continuó a la par de este desarrollo, fue la aparición esporádica, entre las sombras de los predios, de delincuentes que continúan aprovechándose de la ausencia de autoridad, para cometer, de manera impune, incluso en el presente año, sus salvajes ataques contra la población que habita en el suroriente.