A finales de la década de los 80 y principios de los 90, entre los principales delitos que afectaban a la ciudad se encontraban los robos a comercios y especialmente, los asaltos a bancos y joyerías.
Una cadena de hechos de este tipo se vivió en repetidas ocasiones, dejando espectaculares balaceras y persecuciones, personas heridas y otras que fallecieron en los enfrentamientos entre policías y ladrones.
El miércoles 26 de septiembre se registró un caso distinto a los que regularmente atendían las autoridades investigadoras.
Un joyero, fue localizado asesinado a balazos, en lo que en un principio se creyó era un robo, poco a poco fue cobrando otro giro, uno inusitado, según la narrativa de los medios de información de esos días.
En este caso, la víctima fue identificada como Herminio Mendoza Ruelas, un joyero, y como probable responsable fue señalado Gilberto Torres Carrillo, un joven exagente de la entonces Policía Judicial del Estado.
La narrativa periodística de las investigaciones indica que una semana después del crimen, fue que se logró la detención de Torres Carrillo, a quien se le señaló como el principal sospechoso, debido a la peculiar relación que sostenía con Mendoza Ruelas.
Tras el arresto, la Policía Judicial del Estado había formulado cargos por homicidio al exagente de la corporación Torres Carrillo, acusándolo del asesinato de Mendoza Ruelas, ocurrido una mañana a finales de septiembre, en 1990.
Como principal prueba que vinculaba a Torres Carrillo con el crimen y que le llevó a ser turnado al Departamento de Averiguaciones Previas, fue que se le encontró un cheque por 15 millones de pesos.
Aparentemente ese sería el pago para asesinar a Mendoza Ruelas. Sin embargo, en su declaración y durante todo el proceso, el exagente negó haberlo asesinado.
La hipótesis de la PJE era que, si Carrillo no le disparó a Mendoza, este habría contratado a un individuo que asesinó al joyero.
Las autoridades señalaban que el cheque número 8659710 del Banco Mexicano Somex por los 15 millones de pesos, Torres lo recibió dos días antes de que asesinaran al joyero.
Un giro inusitado: Compremos un cadáver
En sus declaraciones iniciales, el exagente de la PJE, dijo que Mendoza Ruelas buscaba que lo asesinaran, pues debía a sus proveedores aproximadamente 500 millones de pesos (500 mil pesos actuales).
Torres Carrillo afirmó que en varias ocasiones le ofreció hasta 300 millones de pesos (300 mil actuales) para que lo matara, sin embargo, nunca aceptó el trato.
Ante la negativa del asesinato, Mendoza y Torres viajaron un mes antes de su “muerte” a la ciudad de Guadalajara, con la intención de comprar un cadáver.
El plan del joyero había cobrado un giro insólito, al no poder morir, quería conseguir un cuerpo para traerlo a Juárez y después meterlo a un automóvil, donde sería incinerado junto al vehículo, para hacerlo pasar por él.
Al hacer mención sobre los viajes a la capital de Jalisco, Torres Carrillo relató que en una ocasión se entrevistaron con el director de Servicios Periciales de la Procuraduría General del Estado de Jalisco, a quien le pagarían 26 millones de pesos para que les consiguiera un cadáver.
El funcionario se opuso a los planes de Mendoza, dijo Torres Carrillo, y lo único que les consiguió, fueron dos cartas de no antecedentes penales a nombre de Carlos Beltrán Yáñez, seudónimo que utilizó Mendoza para identificarse.
Las cartas de no antecedentes penales le costaron cada una 300 mil pesos, dijo Torres Carrillo, al agregar que él también gestionó otra a nombre de Luis Alberto Beltrán Yáñez, con domicilio en la calle Emiliano Zapata 253, de San Luis Potosí.
Morir para reiniciar una nueva vida
El propósito de comprar un cadáver y hacerlo pasar por Herminio, era para cobrar los dos seguros de vida que este tenía: uno por mil 200 millones de pesos que adquirió en una aseguradora nacional y otro por un millón de dólares que compró en la ciudad de El Paso, Texas, según reveló Carrillo.
Torres Carrillo sabía que el plan de Mendoza Ruelas, no terminaba ahí, sino que pretendía, una vez cobrados los seguros, salir del país y comenzar una nueva vida, en Venezuela, lugar en el que el joyero tenía un pariente.
El anillo por el que nació una extraña amistad
La historia entre ambos personajes se remonta a un año anterior, el mes de noviembre de 1989, cuando Gilberto Carrillo Torres, estaba por graduarse de la Academia Estatal de Policía y para conmemorar su logro, acudió a la joyería de Mendoza Ruelas, donde ordenó un anillo conmemorativo de su graduación con sus iniciales.
Para el mes de diciembre, ya como agente de la PJE, Mendoza Ruelas acudió a las instalaciones de la corporación a cobrarle el adeudo, ya que la joya aún no había sido liquidada.
Sin embargo, el pago que exigía, no sería en efectivo, a cambio, el joyero requería de ciertos favores especiales con los que se iría cubriendo el adeudo, relación con la que fue surgiendo la turbia amistad, narró aquella ocasión el exjudicial.
“Fueron varios los favores que le hice a Mendoza, en una ocasión recibió 150 mil pesos para que amenazara a un ingeniero que cortejaba a una mujer que Mendoza pretendía”, recordó el detenido.
Posteriormente, ayudó al ahora occiso a cobrarle a varias personas que se negaban a pagar varias joyas que les había vendido, agregó en su declaración, tras afirmar que prestó sus servicios durante 10 meses para Mendoza, siendo un agente activo de la PJE.
Los jefes de Torres sabían de la macabra oferta
Torres Carrillo durante el tiempo que perteneció a la PJE, estuvo comisionado a la Sección de Homicidios, pero él mismo se reconoció en sus declaraciones como un agente poco brillante.
Felipe Pando, comandante de Homicidios y jefe de Torres Carrillo, mencionó que en una ocasión, le platicó que un individuo le ofrecía 30 millones de pesos para que lo matara, sin embargo, le dio poca importancia al asunto, ya que lo consideró poco creíble.
Meses después, sería el propio Pando el encargado de poner bajo arresto al exagente. Las cartas con fecha del 19 de septiembre que habían sido tramitadas en Guadalajara, con número de oficio 031656 fueron encontradas en el interior de la vivienda de Torres Carrillo, así como también el cheque, dijo Felipe Pando.
El cheque de los 15 millones de pesos, Mendoza se lo había entregado como pago por las veces que lo acompañó a Guadalajara, según Torres Carrillo.
Sin embargo, Torres Carrillo, al momento de ser detenido e interrogado, nunca mencionó lo relacionado con el cheque por los 15 millones de pesos que Mendoza le entregó, no fue sino hasta que se llevó la inspección de su vivienda, que salió a la luz.
Según la narración periodística, fue mediante una “trampa” que le pusieron a Torres Carrillo, que este confesó que había recibido un cheque, pero aseguró que el dinero se lo entregaron por las veces que acompañó al ahora occiso a la ciudad de Guadalajara, el cual debería cobrarlo después del 21 de noviembre.
Un saludo a la viuda lo perfiló como el principal sospechoso
El día que Gilberto Torres Carrillo fue arrestado, había acudido a la Subprocuraduría de Justicia a presentar su renuncia. Salía de las instalaciones después de entregar el arma de cargo en las oficinas de la PJE.
En ese momento fue que sus pasos se cruzaron con los de Ana Laura Fierro, esposa del joyero, quien había acudido a rendir su declaración.
A raíz de ese encuentro, las autoridades consideraron a Torres Carrillo como sospechoso, ya que luego del interrogatorio a la viuda, comenzaron a darse las conexiones entre el exelemento y la víctima.
Fierro, al momento de rendir declaración en la PJE, dijo que desconocía los planes de su esposo, pues este nunca le comunicaba si traía problemas económicos. La mujer fue dejada en libertad tras su declaración.
Asunto de aseguranzas, consideraban los abogados
A pesar de que la PJE consideraba que Torres Carrillo era el presunto responsable del crimen, cinco abogados que defendían a la viuda del joyero, tenían otra hipótesis, podía tratarse de una treta inventada por las agencias aseguradoras, con el fin de evadir el pago de los seguros a los deudos.
Uno de los abogados, que prefirió reservarse la identidad, incluso fue más allá, al asegurar que el exagente habría sido contratado para declarar y así anular el pago de las pólizas que había adquirido el joyero en caso de fallecimiento.
Torres Carrillo entonces señaló como responsables del crimen a tres individuos de apellidos Castillo, Escobedo y Sáenz. Afirmaba que tales sujetos habían ido la noche del martes a buscar a Mendoza Ruelas a su domicilio, pero que la Policía no quería investigarlos.
“La esposa sabe quién es el homicida, pero no lo quiere decir”, afirmaba el detenido en los separos de la PJE.
La viuda y la esposa del exagente judicial Gilberto Torres Carrillo, quedaron libres tras rendir sus respectivas declaraciones, se dijo en aquellos días.
Había pocas pruebas en su contra, aun así, fue consignado. Marco Polo Romero, delegado del Departamento de Averiguaciones Previas, quien integró la investigación previa, dijo que esta no tenía suficiente peso para hacerlo responsable del crimen.
Romero reconoció elementos a favor de Torres Carrillo, como la prueba de la parafina, que se le practicó en el Departamento de Identificación Criminal, la cual resultó negativa.
Se hizo también una prueba a la pistola 9 mm que portaba el exagente judicial, pero resultó negativa. Los oficiales expertos en balística, señalaron que la escuadra no había sido disparada, pues se encontraba limpia.
Es un caso en el cual las autoridades la llevan de perder, dijo Romero, quien aseguró confiar más en el criterio del juez que en las pruebas aportadas contra Torres Carrillo, pues estas eran circunstanciales. Sin embargo, días después, las autoridades consideraron lo contrario y declararon formalmente preso al exjudicial.
Las autoridades prejudiciales insistían que, si Torres Carrillo no le había disparado a Herminio Mendoza, este había contratado a la persona que asesinó al joyero.
Gilberto Torres, en todo momento durante el caso, clamó ser inocente.
El perfil del joyero, según un especialista de la época
Arturo Arroyo, entonces psicólogo del Departamento de Identificación Criminal, analizó el crimen y mencionó que el asesinato de Herminio Mendoza era un caso de esos que pocas veces se presentan.
Por un lado, analizando el estado de ánimo del hoy fallecido, llegó a la conclusión de que se trataba de una persona que vivía fuera de la realidad.
“Herminio Mendoza era un individuo fracasado en sus negocios, que un día empezó bien, pero después fue decayendo y los problemas económicos repercutieron en su estado de ánimo, que después lo llevó a pensar en morir”, refirió.
Hay casos donde una persona que pasa por un mal momento económico, lo primero que piensa es en suicidarse, pero a Herminio lo único que le importaba era el futuro de su familia, a pesar de que en ello perdiera la vida, apuntaba el especialista.
Planeó primero conseguir un cadáver para hacerlo pasar como Herminio y así cobraría los dos seguros de vida, pero al fallarle este plan, encontró que la única forma de afrontar las deudas con los proveedores, a quienes les debía 500 millones de pesos, era el pagar a un pistolero para que lo asesinara, agregó en su reporte el psicólogo.
Era un individuo que solo vivía de lo material, que, al afrontar problemas de este tipo, decidió mejor morir que solucionar las deudas que tenía.
NOTA: Las cifras de dinero que se mencionan corresponden a un tiempo en el que aún no se llevaba a cabo el cambio a nuevos pesos que ocurrió en 1993, medida con la que se retiraron tres ceros de las denominaciones monetarias. Es decir, un nuevo peso a partir de 1993, era el equivalente a mil pesos de los años anteriores.