Han pasado 10 años desde que Carmen Campuzano dejó las drogas, sin embargo, tuvo que vivir un largo camino y una dura lucha para curarse de aquella enfermedad que la llevó al borde la muerte, pues hubo una época en que pudo librarse del consumo de sustancias, pero una repentina muerte la llevó a recaer y, más tarde, vivió en carne viva la cruda realidad de “las granjas” donde fue internada para tratarse y así lo recuerda.
Fue a inicios de los 2000 cuando Campuzano se convirtió en flanco de los reflectores, al evidenciar que se encontraba en un momento de gran vulnerabilidad, ya que sufría una adicción a la cocaína, pues -como contó a Mara Patricia Castañeda- fue la única droga que le llamó la atención y con la que se enganchó, aunado a su consumo del alcohol, adicción que llegó cuando ya era una mujer adulta y tiempo después de que sus gemelas; Daniela y Camila, nacieran.
“Yo inicié a los 13 años de edad en el mundo de la moda y no era adicta desde esa edad”, recordó. “Yo tuve mi problema ya grande”
Carmen Campuzano fue una famosa modelo en la década de los 90, sin embargo, comenzó su carrera en el modelaje con sólo 13 años.
“Dices: ´-Ay, poquito´ y por curiosidad, por lo que sea, pero te jala… Yo tuve la mala fortuna de engancharme con la sustancia, porque yo empecé con poquito de la coca, lo demás no me interesó”, detalló la famosa.
En esa conversación, la modelo también recordó que el consumo de esta sustancia la llevó a abrir la puerta de su casa a la prensa en uno de sus peores momentos, debido a que no era consciente de lo mucho que estaba exponiéndose, al grado que recordó que llegó a conceder una exclusiva a Pati Chapoy, de la cual, se había olvidado por completo, por lo que, al revivir las respuestas que dio a la periodista mexicana, recuerda que se le cayó la cara de vergüenza.
“Daba entrevista y yo ni me acordaba… imagínate qué delicado porque sí hay escenas muy muy denigrantes de mi persona, que no se me hace justo que las hayan expuesto (…). O sea imagínate un día le estaba dando una entrevista a la señora Chapoy, yo nunca recordé esa entrevista, la vi hasta que ya estaba restablecida y yo decía: ´-¿Qué es esto? Por Dios…”.
Sin embargo, Carmen fue muy puntual al responsabilizarse de sus propias decisiones, pues aclaró que no echa culpas a ajenos o terceras personas, pues sabe que la única que tomó la decisión de seguir por el mundo de las drogas fue ella. Por ello, descartó que su vida en el modelaje fuera uno de los aspectos que habría orillado a probar sustancias ilícitas. “Las tentaciones que hay en el modelaje, son las mismas que hay en todos lados”.
En cambió asoció todo lo ocurrido a las malas decisiones que tomó en un tiempo en que se le juntaron eventos emocionales muy complicados, como lo fue la separación del padre de sus hijas, Mario Carballido, la muerte de su madre, y el estrés que le producía la agenda tan apretada de su vida laboral. “Cuando tienes una adicción tan fuerte es que también tienes una tristeza muy fuerte que hay que trabajar”, consideró.
Otro de los grandes dolores de Carmen fue estar lejos de sus hijas, cuando su hermana Ruth se las llevó a vivir con ella para criarlas en un hábitat sano, pues pese a que asegura que sufrió cada momento que pasó distante a las gemelas, también supo que fue lo mejor para ellas que ahora, a sus 22 años, han crecido sin reproches, comprendiéndola y lejos de las drogas.
“Me decían: ´-Hazlo por tus hijas´, Oye, a mis hijas las super amo y cuando me decían eso y no podía, yo me sentía hasta frustrada, ¿Por qué no podía yo hacerlo por mis hijas? ¿Tú crees que no lo habría querido hacer, en su momento, cuando eran pequeñas y evitarles una serie de momentos desagradables y de abandono?”, destacó.
Fue así que también agradeció la presencia de Ruth, quien se dio a la tarea de llevarse a las pequeñas por su bienestar:
“Bendita mi hermana Ruth, donde sea que esté, que es un ángel de alas inmensas, a mí me dolió mucho, hasta el alma, no sabes lo que era estar sin mis hijas, era un sufrimiento tremendo, lo digo y se me mueve el alma”, dijo con la voz entre cortada, “pero fue lo correcto”.
Por ello, cuando Ruth falleció, Carmen que, en esa época llevaba cuatro años sin consumir drogas, recayó, pues su hermana se había convertido en la figura materna de sus hijas. “Tuve muchísimos miedos”.
De hecho, se sinceró a tal grado que reveló que, en esos primeros años, dejó de drogarse por temor a volver a ser internada en una de “las granjas” donde se intoxicó, pues vivió tratos deplorables y no fue, sino hasta más tarde, que cayó en la cuenta de que estaba cansada de autodestruirse.
“Estuve en unas cuevas de terror, dada la perversidad de la enfermedad, porque a mí me costó mucho trabajo estar bien, tuve que pisar lugares buenos y maravillosos, pero también me tocó vivir unas… como en uno en el que estuve que sé que lo clausuraron; por fuera era como una oficina muy mona, por atrás era una cosa terrible, nos daban la comida llena de hongos, podridas, cosas muy feas, muy feas…, estimó.
«Decidí estar bien por convicción propia, no por miedo a estar en una granja, yo quería estar bien, me cansé de malvivir, a causar lastima, a que mi palabra no tuviera fuerza y la credibilidad (…)», destacó.
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