Los malos hábitos en el cuidado de la salud y el encierro de la pandemia evitaron que muchas mujeres acudieran a revisarse, y es por esa razón que del 2020 al 2022 se registró un incremento en la ciudad de 52 por ciento en los diagnósticos de cáncer de mama, según explicó un médico radiólogo de la localidad.
Informó adicionalmente que mientras que a nivel nacional en el 2001 la incidencia de casos de cáncer de mama era de 14.5 por ciento, en este 2023 la cifra ha subido hasta un 19.8 por ciento.
Daphne Santana, directora municipal de Salud, informó hace unos días que los casos de cáncer de mama se incrementaron en hasta un 52 por ciento entre el 2020 y el 2022 en Juárez, aún a pesar de que consideró que hoy existe una mayor concientización entre la población sobre las medidas preventivas y la atención temprana para esa clase de padecimiento.
“El cáncer de mama sí se está incrementando y una de las razones es por los hábitos de la población, y la otra por la que aumentó ese número de diagnósticos en los últimos dos años es que estuvimos encerrados por la pandemia”, argumentó.
“Muchas mujeres no se revisaron por mucho tiempo y los cánceres que estaban guardados, pues salieron y ahora los estamos diagnosticando”, explicó Ulises Barajas Teja, quien es médico radiólogo con una subespecialidad en imagen mamaria.
El impacto de la pandemia
Agregó que aunque los lugares privados no cerraron, el IMSS no hacía mastografías ni atendía pacientes que no fueran exclusivamente por Covid, al igual que el Issste, además de que la gente estaba guardada en sus casas y con miedo.
“Entonces empezaron a salir estos cánceres que ya estaban pero no estaban siendo disagnosticados. En las estadísticas nacionales de mortandad por cáncer de mama en el 2001 el promedio era de 14. 5 por ciento, y actualmente la mortalidad por cáncer de mama en el 2020 subió a 19.8 por ciento, alrededor de 6. 7 puntos porcentuales”, indicó el especialista Barajas Teja.
La obesidad como amenaza
Una de las razones por las que también comentó se ha dado el incremento es que hay más obesidad, más malos hábitos y muy mala información en términos generales sobre el padecimiento, sus métodos de prevención y tratamiento.
“La gente sigue pensando que la detección temprana la va a hacer un médico general o le va a decir que se haga una autoexploración, otros le van a decir que con mastografía pero a partir de los 40 años, le van a decir que cada dos, tres años, pero el verdadero especialista que le puede orientar de cómo y cuándo, dónde hacer la mastografía y en qué momento somos los médicos radiólogos a través de los métodos de imagen, no los ginecólogos ni los oncólogos ni mucho menos los médicos generales”, aseguró.
Dijo que la mayoría de las mujeres consideran que el diagnóstico se puede hacer a través de la autoexploración y no con un especialista como él, que reconoció son considerados por la población general como técnicos y no como médicos especialistas.
“Entonces y ante esta alta incidencia de casos la recomendación es concientizar y educar a las mujeres. Esa es la parte fundamental de esto, la educación para la salud”, terminó diciendo el médico radiólogo.
“Cuando tienes cáncer, toda tu familia se enferma”
El psicólogo Daniel Chacón mantiene terapias con pacientes de cáncer con objeto de ayudarles a sobrellevar la situación, explicando que ese tratamiento psicooncológico varía dependiendo de si la enfermedad está en una etapa terminal o si ha sido recientemente diagnosticada.
“Aquí lo importante es acompañar a la persona en este camino de aceptar que se tiene una enfermedad que posiblemente llegue a desarrollarse y termine en la muerte… Muchas veces relacionamos cáncer con muerte, y no es así. En el proceso de acompañamiento psicooncológico se involucra a la persona y a los familiares porque la persona no está sola. Si una persona tiene cáncer, la familia también se está enfermando y sufriendo con este padecimiento”, indicó.
Chacón comentó que la enfermedad es algo que lleva a buscar y a encontrar oportunidades de esperanza, de trabajo y de otro tipo desde lo individual, desde la pareja y la familia y que esos cuestionamientos impactan también la manera en que la persona se va a adherir al tratamiento médico.
“Es muy complicado llevar un tratamiento psicooncológico con pacientes en etapa terminal, básicamente porque están cansados, están fastidiados, no quieren escuchar, no quieren ser acompañados, no quieren hablar, entonces aquí el entablar ese tratamiento del diálogo interno, del diálogo con los demás de que puedan expresar qué pienso, qué siento, qué deseo, que quiero para mis últimos días, qué quiero para el resto de mi vida o qué quiero en este momento es complicado”, agregó.
El psicólogo dijo que cuando la persona está abierta al díalogo y dispuesta a recibir un acompañamiento psicooncológico lo primero que se busca es llegar a la aceptación de la enfermedad, ver qué oportunidades se tienen, en qué momento de su vida llega el cáncer y qué es lo que se le permite hacer para reencontrarse consigo y con los demás.
El cáncer no es igual a muerte
“Algo que les pido a mis pacientes es el que permitan cuestionarse a quiénes tienen en su vida, qué es lo que les falta por hacer, qué es lo que quisieran hacer y qué oportunidades tienen a la mano para poder trabajarlo y hacerlo, no de quedarse ahí nada más acostado esperando a la muerte. No porque el cáncer, repito, no es igual a muerte. Hay que verlo así. Es una oportunidad nueva de vivir en su momento y algunos dirían cómo voy a vivir cuando tengo un diagnóstico de cáncer. No todos morimos de cáncer. A la mejor salgo ahorita y me atropellan. No morí de cáncer”, declaró.
Si ya se tiene un diagnóstico, dijo es importante cuestionarse qué es lo que se va a hacer enseguida.
“A la mejor quiero aventarme en paracaídas, abrir un negocio, quiero pedir perdón, quiero mejorar mi relación de matrimonio, mi relación de hijo-mamá, papá-hijo, no sé, de ir viendo este paraguas de posibilidades dentro de mi enfermedad, ir trabajando las culpas, trabajando las responsabilidades de la misma enfermedad, que el paciente diga sí, yo tuve la culpa porque no me cuidé. No es martirizarnos con la culpa, sino que me hago responsable desde mi lugar como persona, me hago responsable acudiendo al médico y haciendo mis tratamientos. Es como darle la vuelta a la página y empezar un nuevo capítulo con las oportunidades nuevas que tengo de vivir y cómo voy a afrontar este reto”, explicó.
En ese sentido, el psicólogo Chacón consideró que el tratamiento psicooncológico brinda la oportunidad para modificar actitudes, conductas y en cierta manera de vencer así a la enfermedad, de ayudar al paciente, a su familia y amigos.
“Al principio duele, al principio enoja, pero es posible aprender realmente de esto, de trabajar las culpas, trabajar el perdón, la adhesión al tratamiento y aceptación de la enfermedad. Entonces en la medida de lo posible y con lo que ellos permitan se va a trabajar, ir acompañándolos en ese último camino, en ese último estirón para que al momento de la muerte se vayan lo mejor posible, lo más tranquilos, lo más en paz principalmente consigo mismos, pero también con los demás”, concluyó el psicólogo.
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