Los españoles usaron la religión y la encomienda como instrumentos de sometimiento en el centro del país, pero aquí no pudieron y se encontraron con una serie de resistencias y levantamientos de parte de los pobladores originarios.
Juan de Oñate pisó tierras chihuahuenses 50 años antes de la llegada de Fray García de San Francisco, quien el 30 de abril de 1598 le dio el nombre de Paso del Norte a la región que hoy lleva el nombre de Juárez.
“Cuando él pasó por el Camino Real de Zacatecas a Santa Fe, se encontró aquí con el vado más bajo del río Bravo, que es donde hoy se encuentra el Ceresito para conductores ebrios. Por ahí cruzó y es cuando le da el nombre de Paso del Norte a esta región”, cuenta el historiador y periodista Juan de Dios Olivas.
Comenta que del área que hoy ocupa el puente internacional Santa Fe al otrora tribunal, era la parte más baja del río y por donde pudieron cruzar las carretas rumbo a Santa Fe.
“Lo bautizó como Paso del Norte y lo tomó como posesión para el rey de España, dejando así su nombre para la posteridad”, dice Olivas.
El cronista narra que existe un debate sobre la fecha en que se le dio el nombre de Paso del Norte, pues mientras algunos historiadores la sitúan como el 30 de abril de 1598, otros le ubican el 8 de diciembre de 1657, unos cincuenta años después.
El Camino Real
Refiere que Juan de Oñate cruzó el Camino Real y pasó a caminos inhóspitos en lo que hoy son Sonora, Chihuahua y la sierra Tarahumara, fundando a su paso Santa Bárbara y dando inicio también a varias zonas mineras de la región.
“En Chihuahua, a diferencia del centro del país, hubo una resistencia muy fuerte a la conquista. No se dejaron los pueblos originarios. Hubo una resistencia muy fuerte de los tarahumaras, de los indios yaqui, de los mayos en esta región, de los indios pueblo en Nuevo México, una rebelión muy fuerte que se dio una vez que se fundó la misión”, detalla.
De la encomienda a las misiones
Explica que los españoles hicieron uso de dos estrategias para lograr la conquista de México.
“A partir de la caída de Tenochtitlán se encuentra una resistencia muy fuerte al sometimiento y usan la religión como una forma de occidentalizar y culturizar a los pobladores, haciendo que asuman las costumbres occidentales y las españolas. Aquí no pudieron”, menciona el historiador y periodista.
“En el centro del país usaban la encomienda. Le daban al señor encomendero tal pueblo, él fundaba una hacienda, los ponía a trabajar para él y los evangelizaba con el clero secular, los franciscanos básicamente, y ya que estaban bautizados se fundaban pueblitos alrededor de la hacienda. Esto se hacía en el centro del país donde no había resistencia, pero en el norte no se pudo”, manifestó.
Comenta que en el norte, al falllar las encomiendas, se tuvieron que usar las misiones como forma de colonización.
“Venían y establecían una misión en Janos, en Santa Bárbara y por otros puntos de la sierra. Usaban a los franciscanos, a los jesuitas. En la sierra Tarahumara a los jesuitas y en el norte a los franciscanos, que establecían una iglesia y enseguida un presidio militar. Se establecía un perímetro, y los que vivían en ese perímetro estaban sometidos a la doctrinización, y los que estaban afuera, al exterminio”, explica.
Obigados a vivir en la misión
Cuando llegaron aquí los europeos se fundó la misión en circunstancias adversas para los franciscanos por la dificultad para someter a los pobladores rebeldes, pero finalmente, cuenta, se establece el presidio militar donde hoy se encuentra la antigua Presidencia Municipal en 16 de Septiembre y Mariscal.
“Se obligaba a los indios mansos a vivir dentro de la misión, que es el templo, pero que no abarcaba todo el perímetro de lo que hoy es el centro histórico de Juárez. Esa era la misión, y quien vivía fuera era considerado de riesgo, enemigo, y pues el ejército español lo combatía. O te metías a la misión, o eras exterminado”, contó.
Pasó con Janos, que era una misión española también. El pueblo que ahí vivía eran los janos y también los apaches. Los janos se occidentalizaron y desaparecieron. No quedaron descendientes. Hubo ese mestizaje y esa culturización y desaparecieron, dice.
Igual pasó con los indios mansos, que se volvieron occidentales y hoy hay muy pocos descendientes, sobre todo en El Paso, Texas. Esas eran las misiones en el norte del país, construidas a un lado de un presidio militar y que venían con la meta de dominar y de occidentalizar”, agrega el historiador Olivas.