“Llegó de potrillito, de un año de edad, precioso el animal. Desde que llegó le gustó el lugar porque entonces había zacate y unas lomas muy altas. Retozaba, jugaba, brincaba y corría por todos lados, contento porque estaba en un lugar muy agradable para él, se evidenciaba luego, luego”.
Así describe Alberto de León, veterinario de los animales del Parque Central, el primer día de ajetreo que se vivió con la llegada de Modesto.
Según el profesionista, en ese lejano mes de agosto de 2001, la llegada de la pequeña jirafa representó un reto para todos; entonces no se sabía mucho sobre los cuidados que requería el animalito y fue necesaria la experiencia para ir aprendiendo sobre la marcha.
Entre otras cosas, las características del lugar que designaron para él, que entonces tenía montes con laderas muy pronunciadas que debieron retirar eventualmente.
Temían reacción de Modesto ante bajas temperaturas
“Ese lugar lo fuimos acomodando a quitar las lomas, pero también se quitó el zacate; prácticamente lo que hicimos fue hacer que el animalito estuviera en las mejores condiciones. Después de un buen tiempo nos dimos cuenta de que el problema iban a ser los inviernos tan duros. Y tuvimos que hacer una casita para resguardarla principalmente del factor viento”.
Se decidió construir una casa especialmente diseñada para la jirafa, de más de seis metros de alto sabiendo que el animal crecería a esa altura. El interior se diseñó estilo caracol –dice– para frenar y atenuar el efecto del viento, principalmente el invernal.
Señala que ese primer año fue de aprendizaje forzado, debido a que entonces se dijo que no soportaría temperaturas de menos dos grados centígrados.
“Nos decían los de El Paso que en invierno se podía morir, por lo que debía tener un lugar acondicionado con calentones. No se pudo en ese momento y lo que se hizo fue darle una alimentación especial encaminada a que tuviera grasa suficiente y soportara el invierno”, recordó.
Lo siguiente fue terminar y acondicionar la casa en la que vivió desde entonces.
“Logramos nuestro objetivo, la alimentación especial que le dimos fue la encargada y ahora sabemos que una jirafa como Modesto puede soportar temperaturas de hasta menos 18 grados; le tocó ese invierno de 2011 con temperaturas bajísimas, logramos que saliera adelante no en las condiciones de los zoológicos de Estados Unidos, pero se logró”, explicó.
Aprendiendo con el crecimiento
Recuerda cómo fueron aprendiendo de las necesidades de Modesto conforme pasaba el tiempo, pues cada vez que iba creciendo eran diferentes las situaciones.
“Tuvimos que quitar unas acacias con las que sufrió daños por las púas que llegaron a enterrársele, y de los árboles ni hablar, los dejó en puros palos; lo único que respetó fueron los pinos, le gustaba rascarse en ellos de modo que al tocarlo se te quedaban las manos oliendo a puro pino”, dijo.
Una de las cosas que recuerda con agrado fue la confianza y familiaridad que Modesto mostraba al darse cuenta de su presencia.
“Se acercaba inmediatamente conmigo, llegaba y yo podía acariciarlo y aprovechar para revisarlo porque se dejaba muy bien que yo lo manipulara; siempre poniendo la barrera de los tubos porque podía aventar una patada, no pueden tener confianza de que no te va a pasar nada”, advirtió.
Edad, factor determinante
Aunque lamenta su muerte por haber convivido 22 años con su especial paciente, expone que ya había conciencia de su edad; con expectativas de vida de entre 25 y 27 años, Modesto era un ejemplar de avanzada edad que murió por efecto de la vejez, según dice.
“Fue su interacción con la gente lo que hizo que este animal se convirtiera en el ícono de Ciudad Juárez, que fuera muy querido por todos los niños y la gente porque podían tener esa interacción al alimentarlo. Fue atendido médicamente por técnicos adecuados como debe ser, pueden especular que hubo maltrato pero no, eso está fuera de orden. Fue un animal muy consentido por todas las administraciones”, aseveró el veterinario.
“Ya no está el ícono de Juárez y bueno, hay otros animales que atender. Pero en lo que se refiere a Modesto, para mí siempre representó una gran responsabilidad. Sí, se siente una gran pena porque ya no está, se le extrañará sin duda, pero bueno, no puedes hacer más”, concluyó.
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