A principios del Siglo XX, el presidente Porfirio Díaz ordenó la construcción de 2 mil kilómetros de vías férreas desde la Ciudad de México hasta Ciudad Juárez, lo cual dio pie a que se creara y utilizara por poco menos de 100 años el servicio del tren de pasajeros entre esta frontera y la capital del país, transitando durante ese recorrido por sus muchos interesantes y bellos puntos intermedios.
Un personaje juarense que vivió y fue parte de la historia del ferrocarril de pasajeros en Juárez es Alfredo Varela, quien heredó la casa que como hotel, durante décadas, albergó a los flamantes empleados ferrocarrileros que gozaban en aquel entonces de grandes privilegios solo comparables con los beneficios que todavía hoy disfrutan los sindicalizados de la Comisión Federal de Electricidad o los empleados de Teléfonos de México.
Varela, quien también ha sido un conocido conductor de televisión en la localidad, contó que a los tres días de nacido fue llevado a vivir a lo que era la Casa del Ferrocarril, que funcionaba como hotel para los ferrocarileros en el número 505 sur de la calle Ramón Corona y está ubicada frente a la esquina surponiente del Monumento a Juárez.
Recuerda que durante más de 70 años de vida, vivió entre los muchos que llamó burócratas de primera categoría y empleados de Ferrocarriles Nacionales de México que llegaban a pasar sus días de descanso en la Casa del Ferrocarril.
Tren de pasajeros para Ciudad Juárez
“Ferrocarriles Nacionales de México tenía el servicio de pasajeros, que operaba primera, segunda y en algunos casos tercera clase, pero no en el caso de Ciudad Juárez, donde solo se ofrecían primera y segunda. Arriba de primera estaba el servicio de Pullman, que era una compañía particular que traía furgones de lujo en donde usted podía dormir durante la noche”, explica Varela.
Todavía por encima del Pullman estaba el servicio de compartimiento, con el cual se compraba el servicio de un cuarto equipado donde podía viajar una familia entera y se contaba con el servicio completo de un porter, empleado elegantemente vestido que proporcionaba alimentos y bebidas a los usuarios y que contó pertenecía a la empresa norteamericana Foilman, que manejaba tres furgones, Pullman, Primera y Segunda clase.
“Salía el tren de Juárez a México, recorriendo toda la ruta, imagínese, Chihuahua, Coahuila. Torreón ya era de cierta importancia a Ferrocarriles, y luego pasaba por Aguascalientes, Zacatecas, para recorrer de aquí de Juárez hasta México en dos días y medio, un viaje largo pero que era una situación de ir platicando, y si era usted económicamente favorecido se iba al carro-comedor donde había música en vivo de acordeón, y usted podía degustar muy buena comida del carro-comedor, que pertenecía lógicamente a Pullman y que ofrecía un servicio excelente”, comenta.
La línea que quiere ahora López Obrador, era el tren carguero que acompañaba esos vagones y al que se le llamaba Local Norte, explica.
Las centrales de ferrocarril más importantes entonces eran las de Aguascalientes Centro Ferrocarrilero, de donde salían diferentes rutas hacia el norte del país, que son cinco o seis líneas y las que ahora quiere poner el presidente, sabedor de que la gente humilde prefiere por económico el tren que está subsidiado, pero no hay tren que sea rentable con el servicio de pasajeros de primera y de segunda”, menciona.
El legado de Porfirio Díaz
Dice que el servicio de pasajeros en el tren funcionó de manera completa hasta los tiempos de la presidencia de Miguel de la Madrid. Fue en la última parte del gobierno de Carlos Salinas de Gortari cuando dejó de funcionar.
“Duró los 70 años del PRI, más todo el obregonismo y el porfiriato. El tren Juárez-México lo construyó Porfirio Díaz, y lo recorrió cuando vino a la entrevista Juárez-Taft aquí en Ciudad Juárez en 1909. Toda la línea de rieles que vienen de México a Ciudad Juárez es una obra porfirista, 2 mil kilómetros que se siguen usando hoy en día”, menciona.
El tren presidencial que usó Díaz, dijo, es ahora una joya de museo que se llama El Olivo.
“El decorado junto a las ventanas es tipo francés en El Olivo, con camarote lógicamente de lujo, servicio de baño de lujo, salón comedor de superlujo. El tren El Olivo está ahora en exhibición en el Museo de Ferrocarriles Nacionales en la Ciudad de México, por si quieren conocerlo”, invita.
Este tren dejó de usarse cuando los presidentes empezaron a utilizar el avión. Todavía con Obregón y Calles se usaba mucho el tren presidencial El Olivo. Porfirio Díaz lo usaba mucho, recuerda.
Relata que en ese tren Díaz fue atacado por tropas zapatistas y el general que defendía el tren El Olivo era Victoriano Huerta, cuando llevaba a Díaz y a su esposa doña Carmen Romero Rubio de México a Veracruz, relata.
Un antes y un después de López Mateos
Varela considera que Ferrocarriles Nacionales de México representó un fenómeno político muy interesante en México debido a que tenía un sindicato muy fuerte. Trabajar en Ferrocarriles en aquellos tiempos, dijo, era ser un burócrata de primera categoría, pero recalcó que eso fue solo hasta el Gobierno de Adolfo López Mateos.
“Los ferrocarrileros con sus dos líderes de izquierda, Demetrio Vallejo y Valentín Campa, le pararon el tren a López Mateos porque no les concedía lo que pedían de tener más prestaciones de las muchas que ya tenían. La historia del ferrocarril es antes y después de López Mateos”, dice.
“Antes de López Mateos trabajar en Ferrocarriles era un privilegio… Trabajar en Ferrocarriles después de López Mateos era… El maquinista que usaba cashemere inglés, despúes usaba mezclilla de segunda del centro de El Paso”, recuerda entre risas.
Enseguida contó que López Mateos mandó a la cárcel de Lecumberri a Campa y Vallejo, donde los hasta entonces poderosos líderes ferrocarrileros pasaron varios años.
Refirió entonces la anécdota de un libro de Julio Scherer donde se dice que López Mateos sufría de terribles ataques de migraña, y que durante uno de ellos se encontraba en un cuarto completamente a oscuras y que fue cuando le avisaron de la detención de los líderes ferrocarrileros.
“No me molesten. No me molesten. Vayan y cójanselos, les dijo muy molesto, y de acuerdo con la historia tanto Vallejo como Campa fueron violados por sus compañeros de prisión. Es lo que se cuenta”, relata Varela.
“Llegaron ahí por el delito de disolución social. Después llega un líder progobierno que se llamaba Luis Gómez Zepeda de Aguascalientes, que fue un personaje político que destacó por ser el único líder de un sindicato nacional que llegó a dirigir también Ferrocarriles Nacionales de México. Dominar el sindicato y dominar la dirección. No lo logró La Quina ni ningún otro líder de sindicato. Nadie ha logrado lo que Luis Gómez Zepeda, es un referente en la historia de Ferrocarriles Nacionales”, menciona.
Salinas privatiza Ferromex y termina con los privilegios
El entrevistado agrega que al inicio de su mandato, el presidente Carlos Salinas de Gortari se dio cuenta de todo lo que se estaba perdiendo con el tren de pasajeros y decidió privatizar los ferrocarriles.
“Cuando llegó Salinas de Gortari había más de 70 mil trabajadores de Ferrocarriles. Cuando se fue Salinas, había tal vez 30 mil. En esta casa teníamos rentando cuartos a 14 ferrocarrileros diarios antes del salinismo. Cuando llegó Salinas, en esos seis años me quebraron el negocio porque tenía dos, cuatro clientes a la semana”, recuerda.
Cuenta que después de eso adquirió de manera formal la finca y la convirtió en lo que hoy es su hogar.
“Empieza a privatizar Ferromex y la privatización al cien por ciento llega con Ernesto Zedillo, que extraoficialmente se dice es socio de las empresas extranjeras. El Grupo México es el que se queda con Ferromex. Cuando se privatizan los ferrocarriles desaparece el servicio de pasajeros entre el último año del salinismo y el primero de Zedillo”, dice.
Murió López Mateos, a celebrar con Club 45
“Los ferrocarrileros viejos sufrieron un gran cambio con la privatización y aquí en las pláticas que les escuchaba yo en la noche recordaban los privilegios que tenían antes de López Mateos”, agrega.
Alonso Vargas era un líder ferrocarrilero de Chihuahua que había estado preso en la penitenciaría del estado durante el mandato de López Mateos.
“Salió y se incorporó a Ferrocarriles Nacionales. Era el que cobraba los boletos. Lógico que se quedó impuesto a cuando era líder estatal. Llegó a esta casa una noche y tocó de manera muy fuerte. Le abro y entra desesperado con una botella de Club 45, y ahí en medio patio les grita ‘muchachos, muchachos’, a los compañeros que estaban ya dormidos en los cuartos de arriba”, narra.
“Muchachos, una excelente noticia”, les dijo cuando salieron. “Murió López Mateos en México hace un rato’, y todos gritaron ‘bravo, bravo’, y luego bajaron a tomarse el Club 45”, relata. “Yo me quedé impactado porque estaban aplaudiendo por la muerte de López Mateos, y cuando le platiqué esto a mi amigo Raúl Flores Simental, dijo: Pues les había partido la madre. Cómo no iban a estar contentos si los hizo pedazos”, cuenta Varela antes de soltar una contagiosa risa.