Desde el año 2000 a 2013, el supermercado Ley representó una gran opción para las familias juarenses establecidas a los alrededores de las avenidas Henequén y Durango. Durante sus últimos momentos en operación las personas vaciaron los estantes y se surtieron de los productos que más necesitaban. Aprovecharon los descuentos de hasta el 50 por ciento en toda la tienda. Una última oferta antes de que el complejo terminara olvidado.
A casi 10 años del cierre de aquel supermercado ubicado sobre el bulevar Zaragoza, las entradas al estacionamiento se encuentran bloqueadas por una piedra y por una barrera de acceso, medida que solo es eficiente para frenar a los automóviles.
A lo lejos, la fachada se aprecia incluso cuidada. Únicamente se aprecian los comunes graffitis en las rejas metálicas que protegen las entradas al edificio; pero cuando uno se acerca, el abundante excremento de paloma en el estacionamiento augura un escenario digno de un mundo postapocalíptico.
A un lado de una de las cortinas metálicas hay un hueco de poco más de un metro de alto, por el que se cuelan los curiosos, los ansiosos por destruir algo, o incluso los indigentes.
Si el excremento de paloma ya era abundante en el estacionamiento del antiguo supermercado, adentro resulta ingenuo siquiera pretender esquivarlo al caminar. Cubren el antiguo suelo de plástico por el que solían caminar los juarenses que acudían a surtir sus despensas. También hay escombro, pedazos del techo, cadáveres de paloma y montones de sus plumas por doquier.
El frío se cuela por los espacios en el tejado, tan grandes como el hueco de la entrada. Todavía se encuentran colgados, aunque inclinados, como suplicando descanso, los antiguos señalamientos de las distintas áreas en el piso de ventas. Las lámparas se encuentran con la misma inclinación decadente de los señalamientos, si es que no están ya en el suelo.
En las paredes se observa el espacio designado para la pescadería, para la farmacia, para el área de frutas y verduras, bebidas, la carnicería y los sanitarios, separados por el suelo yermo y sucio, en el que lo único que se encuentra de pie son los pilares que ayudan a sostener el tejado. El Incendio que se presentó en este lugar en abril 2020 dejó los muros tiznados
Hay escaleras en los muros que llevan a la parte superior de cada sección del supermercado, que seguramente eran las bodegas, pero actualmente están llenas de ilustraciones obscenas. Hay áreas a las que no alcanza a entrar ni un minúsculo rayo de luz y solo se escucha el gorjeo de las palomas. El arrullo de esas inofensivas aves adquiere una entonación inquietante dentro de este complejo comercial olvidado.
Los directivos de Grupo Ley cerraron sus sucursales en Ciudad Juárez para centrarse en sus actividades en el noroeste del país. Se fueron, pero dejaron la puerta abierta a la posibilidad de volver; pero también permitieron que se abriera no una puerta, sino un hueco de aproximadamente metro y medio, por el que no han entrado más que algunos curiosos y el espíritu de una Juárez abandonada.
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