El ensoberbecido gobernador de Chihuahua, Javier Corral, es hoy nuevamente blanco de merecidas críticas por su falta de buen oficio diplomático en el marco de la visita del más importante de todos los embajadores que hay en México, Christopher Landau, de los Estados Unidos, quien atendió una agenda de trabajo en la capital del estado el pasado fin de semana.
La tremenda descortesía de Javier Corral no tuvo límites, pues de manera premeditada omitió invitar a Maru Campos, ya ni siquiera por mera cortesía como la alcaldesa anfitriona de la visita del embajador a la capital del estado. Eso jamás ocurrió.
Para la reunión de trabajo con el embajador, vergonzosamente Corral antepuso un pleito personal y de política doméstica con su más grande rival que tiene en este momento en el estado, su propia compañera de partido, antes que privilegiar la institucionalidad.
Maru, más elocuente, tomó el tema con sarcasmo al afirmar públicamente que “tal vez por no saber inglés” no fue convocada a la gira, vaya, ni siquiera para darle la bienvenida a Chihuahua al embajador.
Dentro del protocolo para la visita de Landau, de la misma manera tampoco fueron convocados los senadores por Chihuahua, Cruz Pérez Cuéllar y Bertha Caraveo, ambos políticos de Morena. En cambio el senador panista Gustavo Madero, acudió hasta a la cena ofrecida. El delfín de Corral para la gubernatura empezará a ser “placeado” cada vez más.
El semejante atropello a la institucionalidad fue justificado por los seguidores panistas de Corral en redes sociales, quienes respondieron de la siguiente manera: “No fue por lo del idioma, sino más bien no han entendido que no queremos mezclarnos con los corruptos. Además te hubieras sentido muy incómoda: conversaronpor la mañana cobre la corrupción de Duarte y sus beneficiarios”.
Pero insistimos, el pleitazo político que se traen el gobernador y la alcaldesa de Chihuahua, podrá tal vez ser entendible desde el punto de vista de los intereses políticos de cada uno de ellos de cara a las nominaciones para candidato a gobernador, mas no deberá trascender los límites del respeto y la institucionalidad con que Corral, como mandatario estatal, debe y debió conducirse durante la visita del embajador del vecino país.
El gobernador nos vuelve a mentir, pues recientemente al hacer público su enojo y diferencias políticas con Maru, llegó a afirmar que ni la ciudad de Chihuahua ni el estado serían perjudicados, manteniendo el respeto y la institucionalidad, mismas que fueron pateadas durante la visita de Landau.
En su desfachatez, el mandatario estatal cometió una segunda garrafal decisión, llevándose entre las patas también a los senadores Cruz Pérez Cuéllar y Bertha Caraveo, tampoco invitados con el embajador.
La descortesía hacia los senadores tuvo ya su reclamo por parte de Morena, quien a través del senador Pérez Cuéllar reprochó a Corral por el uso faccioso del poder, al excluir a ambos representantes chihuahuenses en la Cámara Alta.
Fue un fin de semana de desastre en para la diplomacia que se practica desde Palacio. Las fobias políticas del gobernador nos dejan muy mal parados a los chihuahuenses, y su torpeza no debe volver a repetirse.
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