Sabido es que en los tiempos recientes el rol del PAN en el estado de Chihuahua y su estrategia política se dicta desde Palacio de Gobierno donde el gobernador es quien determina hacia dónde sopla el viento y cómo se deben mover las piezas del ajedrez, según sean los intereses en turno, y si es necesario para tal propósito ejercer ciertas prácticas hitlerianas, así habrá de ser, como ya ocurre.
En reiteradas ocasiones el PAN nos ha demostrado el tufo represor, frívolo, autoritario y megalómano del gobernador, obsesionado en castigar a quienes no piensan como él, utilizando una falsa careta de político vanguardista y demócrata. Pero nada más falso que ello.
Los signos de los últimos tiempos en el PAN de Chihuahua nos revelan que la antidemocracia llegó para quedarse durante un quinquenio.
¿Estamos ante la versión del PAN chihuahuense más represor de la historia? ¿Cuántas veces los panistas en Juárez han sido ninguneados, reprimidos, maltratados injustamente por el gobernador y su brazo ejecutor del comité directivo estatal?
Hoy, con un proceso electoral a punto de iniciar, al corralismo representado en el PAN estatal le ganan las ansias para dar un golpe de autoridad para arrebatar el control al comité municipal de Juárez, impulsor del proyecto político de Maru Campos para ocupar la gubernatura el próximo año. Corralistas y marucampistas ya se cantaron el tiro.
Para lograr arrebatarle a Juárez ese control, Corral y el PAN se han valido de actos represivos, como intentar asfixiar financieramente al comité de Juárez, a quien no le han dado el trato preferencial que merece considerando que es el comité de la ciudad con el mayor número de electores, y le dan trato de comité serrano.
Incluso hay ocasiones como es el caso de esta semana en la que el edificio de 5 de Mayo y 16 de Septiembre enfrenta una vez más el riesgo de corte de luz por falta de pago de servicio.
Por otro lado, parte de esa asfixia financiera es ejercida desde la Secretaría de Hacienda estatal, quien debe aplicar descuentos a funcionarios y servidores públicos panistas como la cuota del 2 por ciento como aportación para el partido, y éstas como a veces llegan, pero en la mayoría de las ocasiones no.
Gran parte de esa coacción proviene desde la capital del estado contra la dirigencia juarense.
Bien puede recordarse aquí, por citar un ejemplo, aquella ocasión cuando el comité estatal, al puro estilo del viejo PRI, impuso dos funcionarios dentro del comité municipal, luego de que Joob Quintín Flores y su planilla le arrebataron de golpe y porrazo a Javier Corral y Rocío Reza el control de la dirigencia juarense, pese al reflejo de hartazgo de los mismos panistas que rechazaron la imposición y las prácticas antidemocráticas corralistas.
Sergio Acosta y Rubén Trejo, contendientes perdedores en la contienda interna para elegir al nuevo comité municipal, ambos candidatos de Corral, fueron impuestos como secretario general adjunto y coordinador del programa Pa’Arriba Juárez, respectivamente.
Hoy, la nueva doctrina panista pareciera haberse apartado de los principios y legado de Manuel Gómez Morín. Da la impresión de que en lugar de haber leído las bases bajo las cuales fue fundado el PAN, tanto Corral, Rocío Reza y su grupo, más bien se acogieron al ‘Mein Kampf’ (Mi Lucha), el primer libro de Hitler plagado de teorías políticas y complots por la supremacía.
¿Es el PAN de Javier Corral igual de represivo y dictatorial? Los hechos hablan por sí mismos.
Si en algo se equivoca rotundamente el PAN, es en ejercer presión, amenazas y hasta actos antidemocráticos para impedir el avance de aquellos quienes piensan diferente a ellos, de los que tienen todo el derecho en manifestar sus ideas, sus posturas, sus desacuerdos.
¿Por qué reprimirlos? ¿Solo por el hecho de apoyar el proyecto político de Maru Campos, y no avalar las decisiones del gobernador?
El PAN ha caído en desgracia, y en lo mismo que tanto le criticó al PRI durante 80 años.
Manuel Gómez Morín decía que “Hay que mover las almas”. No atropellarlas ni pisotearlas.
Si así es el caso y continúan estas prácticas, la ética para los panistas represores equivaldrá a la suela de los zapatos, pues pisarán con ella.
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