Hermelinda Vázquez no se dio cuenta de que estaba lloviendo, hasta que le fueron avisar que su taller de costura y de venta de refrescos había sido arrasado por la corriente del Arroyo de las Víboras.
Su local se encuentra en la intersección de esa vialidad con Acacias, hasta donde llegó con escoba y pala en mano para tratar de recuperar lo que pudiera.
Recuerda que con cualquier llovizna, el arroyo comienza “a correr”, pero esta vez fue diferente. “Ahora sí estuvo más feo que la otra vez, muchos carros (arrastrados), muchos…”, menciona con su voz cansada.