Se dice que en el mundo hay seres de acero inolvidable.
Seres capaces de dejar una honda huella, como latidos de ensanchado abrazo o surcos en forma de gran sonrisa, en la memoria y el corazón de todo aquél que llega a cruzarse en su sendero.
Seres por los que, en este cotidiano transitar por la existencia, vale la pena respirar, llorar y recordar cuando el fatal destino les alcanza antes que a nosotros.
Y no sólo hablamos de personas.
La muerte de Modesto, la imponente jirafa de seis metros de altura que por más de dos décadas convivió con miles de familias fronterizas, caló hondo en el corazón de los juarenses.
Hondo fue también el sentimiento mostrado por el gran ejército de dolientes que se hizo presente desde temprana hora de la tarde, en el día anunciado para despedir sus restos.
Cubierto con una gran lona y protegido del sol por una amplia carpa, en un elevado punto del sector del Parque Central donde pasó más de dos décadas conviviendo con los visitantes, su cuerpo permaneció al suficiente alcance para permitir a la gente despedirlo.
“¡Hasta siempre Modesto! Gracias por estos años que les regalaste a todos los visitantes del Parque Central, fuiste, eres y serás un ícono para nuestra ciudad. Te extrañaremos siempre”, rezaba un gran letrero colocado al fondo.
La casa, construida especialmente para alojar y proteger a Modesto de los embates de los fuertes vientos del verano y del invierno, lucía un gigantesco moño negro.
De tan grande que llegó a ser el potrillo de dos metros que llegó a la ciudad a la edad de un año, para convertirse luego en una gran jirafa adulta de seis metros, la lona no logró cubrir del todo su cuerpo.
Anunciada para las 6:00 de la tarde la apertura del espacio para permitir el acceso de la gente, ya desde temprana hora había una larga fila a la espera de despedir a la querida y gigantesca mascota, quien llegó a ser una figura emblemática de la ciudad.
Poco antes de que las puertas se abrieran, el hasta entonces despejado cielo fronterizo se fue encapotando.
Una gran y obscura nube llegada de “quién sabe dónde”, se aposentó repentinamente por los linderos del parque, ubicándose justo encima del sector donde la creciente fila de asistentes permanecía a la espera de acceder.
Y de repente la lluvia.
Una lluvia con embates de granizo que comenzó a caer con relativa fuerza, pero que fue incapaz de alejar a la gente de su objetivo.
Una lluvia que, para muchos de los presentes, representó el doliente llanto con el que el cielo juarense se hizo presente para despedir “a su modo” al que llegó a ser el animal más querido del Parque del Central.
Una vez abiertas las puertas la gente comenzó a desfilar con grandes muestras de respeto frente al cadáver de Modesto, acercándose a dejar una flor, un dibujo, un poema, una foto, un pensamiento, un recuerdo, un breve discurso, un sollozo, una lágrima…
Las grandes y emotivas muestras de agradecimiento y de cariño fueron abundantes durante el tiempo que se permitió el acceso de la gente; un acceso que tuvo que prolongarse más allá de lo estimado para permitir que hasta la última persona presente pudiera despedir a “su querida jirafa”.
Por un momento se pidió a la gente detener el acceso para poder realizar una ceremonia de adiós para Modesto, por parte de integrantes de la Casa de los Abuelos.
Ataviada de blanco, la mujer a cargo de este acto realizó un ritual al estilo precolombino, para que la jirafa pudiera acceder a “un plano más sutil”, después de su muerte, hecho lo cual invitó a la gente a acceder y tomar una flor blanca como recuerdo de tan memorable día.
Con el cielo ya libre de nubes y luciendo un esplendente sol en camino hacia su puesta, la fila de asistentes seguía creciendo.
Ante esto, los representantes de la Subsecretaría de Desarrollo Humano y Bien Común del parque deciden que el entierro de Modesto se posponga hasta la mañana del siguiente día, a fin de permitir que toda la gente tuviera oportunidad de despedir al gigante Modesto.
Una despedida que se extendió por la noche, y que sin duda seguirá dándose al paso de las días pese a su ausencia física.
Descanse en paz el querido Modesto.
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