Salvador Garcini, director y productor de cine, cuenta una de las últimas peticiones que Ignacio López Tarso tuvo para realizar una puesta en escena, pues le pidió al dramaturgo que realizaran una obra en la que pudiera compartir el escenario a lado de su hijo, Juan Ignacio Aranda, a quien, en más de una ocasión describió como un gran actor.
Esta mañana, en entrevista con Foro TV, Garcini se mostró consternado ante la noticia del deceso de López Tarso, con quien trabajó en las últimas seis obras teatrales en las que el actor participó, por lo que lo quiso recordar por su “sencillez” y “grandeza”.
“Era tan sencillo como tan gigante, era un monstruo en el escenario; el público lo amaba y tenía una conexión con el público tan profunda, en el momento que sentía al público en el escenario, dejaba de ser él y se transformaba, en lo que estaba representado y algo más de lo que estaba representado”, confió.
Salvador, que también ha participado en diversas producciones televisivas, recuerda que la primera vez que trabajó con el actor fue a principios de los ochenta, cuando él tenía 29 años y don Ignacio 56 años, situación que lo puso frente a un gran reto pues, para estas alturas, López Tarso era un actor consolidado y muy profundo, por lo que imponía su creatividad y visión de las cosas.
“Me costó mucho trabajo dirigirlo (…) desde ahí nos volvimos buenos amigos e inseparables compañeros de trabajo, nos volvimos a juntar y no dejé de dirigirlo hasta su fallecimiento, todavía teníamos planeada otra obra de teatro”, destacó.
Tras décadas de trabajar de la mano, Garcini describe su mancuerna como “especial”, ya que, pese a ser un actor muy reconocido y talentoso nunca dejó de atender a la dirección de Salvador, quien también reconoció que, así como se entendían, también llegaron a debatir y dialogar por diferencias creativas que los llevaba a ambos a establecer una “tercera verdad oculta”.
“Era un gran aprendizaje, trabajar con un hombre tan virtuoso, tan talentoso, tan genial, yo decía: ´-La mente de López Tarso es como los textos de la Biblioteca de Babilonia”.
En este contexto, el director teatral recuerda una de las últimas solicitudes que don Ignacio le hizo, cuando realizaron “La vida en el teatro”, que fue protagonizar la obra a lado de Juan Ignacio, su hijo, en la que interpretaban a un actor longevo y un actor en sus inicios, en el que el primero le da catedra al último de cómo es la faena arriba del escenario.
“Una de las peticiones de don Ignacio fue hacer una obra de teatro con su hijo, él y su hijo nada más, fue un proceso muy agradable, alucinante, creativo, bello, porque se enfrentaba con su hijo en escena y era algo muy especial; iba más allá de cualquier relación que puedes tener con un actor compañero, es un actor que es tu hijo”, señaló.
En otra entrevista con Matilde Obregón, el primer actor describió a Juan Ignacio como un gran actor, al cual le han faltado oportunidades pero que, pese a ello, desde muy joven decidió separar su carrera de la de su padre, prefiriendo darse a conocer como Aranda, el apellido paterno de su madre y no usar el López de su padre.
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