El hecho de que la acequia Madre haya sido utilizada para verter drenaje por la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) es el reflejo del desorden jurídico que prevalece con relación a esas estructuras y a la falta de respeto que se les tiene, comentó José Mario Sánchez Soledad.
El juarense fungió como delegado de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) del 2003 al 2007 y como director general adjunto de la Comisión de Cooperación Ecológica Fronteriza (Cocef) de 2011 a 2025, pero su opinión se basa también en los estudios históricos que ha hecho sobre la región.
Destacó la importancia del sistema de acequias que existen aquí ya que, junto con el establecimiento de la Misión de Guadalupe, sus fundadores dieron vida a la comunidad con la construcción de canales, así que están directamente ligados al nacimiento de la ciudad e inicialmente fueron propiedad de los indígenas.

Luego, gracias a este sistema, se crearon las rancherías que dieron vida por 200 años a la Villa Paso del Norte.
Por eso, Sánchez Soledad consideró que existe una falta de respeto continua hacia las acequias, no solo ahora que la JMAS vertió ahí el drenaje, sino desde que se vino abajo la actividad de los distritos de riego.
“Desde entonces hay un desorden en materia de las acequias, este desorden ha generado un limbo jurídico desde hace muchos años, a lo mejor esta atención que están teniendo las acequias por haber conducido aguas negras”, declaró.
Indicó que es deseable que la autoridad municipal y la estatal se junten con representantes de la Comisión Nacional de Agua (Conagua) para que se le ponga un fin al vacío jurídico en el que están las estructuras, que fueron funcionales desde la fundación de la ciudad hasta principios de los 80, cuando se dejó de hacer una administración más responsable de este sistema.
Una acción “a lo Borras”
“¿Cómo pensó el director ejecutivo (Sergio Nevárez Rodríguez) de la Junta? (Optó por) Sacar el agua del drenaje porque iba a construir, pero no está viendo lo que le significa políticamente el problema, que también puede ser hasta uno jurídico para él, es una falta de conocimiento”, consideró.
Aunque mencionó que es entendible que posiblemente la única forma de sacar el drenaje era de esa manera, es deseable que se hubiera tenido consideración de la historia y que, por lo menos, se hubiera generado una consulta pública explicando a la población la problemática o solicitado una opinión a las universidades
“No lo hagan ‘a lo borras’… lo hicieron ‘a lo borras’, sin respeto alguno a la historia y a lo que significan las acequias, y se puede hacer (verter el drenaje en las acequias) porque son de nadie”, estipuló.
La problemática generada por la contaminación del canal es una oportunidad para que muestren liderazgo tanto el director ejecutivo de la JMAS como el alcalde, Cruz Pérez Cuéllar, para -en vez de pelearse-, muestren el amor por el origen de esta ciudad, que son las acequias.

“Ya es tiempo de que dejen de estar en un limbo y se conviertan en una parte de la solución… es increíble que hayamos hecho al agua nuestro enemigo en el desierto, cuando el agua es nuestro origen”, remató.
Las acequias, indicó Sánchez Soledad, se usaban no solo como una forma de distribuir el agua pluvial y del río Bravo, sino para dotar agua potable para la ciudad.
“Las acequias son un problema de origen y la falta de atención a ellas hace que muchos de los problemas que tenemos, como es el caso de lo pluvial, no se puedan resolver… en nuestras acequias, en nuestros arroyos, en nuestros barreales está la solución para el problema pluvial de la ciudad”, aseguró.
Derecho sin responsabilidades
Prevalece un conflicto de muchos años con los usuarios de riego, quienes generaron ciertos derechos sobre los canales, situación que tiene muchas aristas, porque si alguien es propietario de algo, también se le genera una responsabilidad.
Ahora, los herederos de los primeros tenedores se sienten con derecho sobre esas estructuras por algún interés económico; sin embargo, quien limpia la acequia es el Municipio y, a veces, Conagua.
En la actualidad no está clara la tenencia de las acequias y ese debe ser el primer esfuerzo de la administración ambiental, porque se cuida el aire y el agua, pero se olvida del suelo, que es tan importante como los otros dos elementos.
Se hicieron algunos acuerdos con usuarios, quienes por muchos años se defendieron y pedían cantidades exorbitantes de dinero para que se pudiera hacer uso de las acequias, por eso cayeron en desuso, aunque en algunas partes reciben todavía agua de riego, como en algunas nogaleras de Salvárcar.
Necesario ordenar las acequias
Ante la situación, añadió, se requiere un estudio serio y profesional, con respeto histórico, para ordenar las acequias, actividad que debe ser liderada por un alcalde que quiera hacer un bien de la ciudad, pero no podrá hacerlo sin el Gobierno del Estado, quien es la instancia que puede atraer la atención del Gobierno Federal a través de Conagua.
Además, en esa dependencia federal hay un conflicto de siempre entre el Distrito de Riego y la Secretaría Técnica, cuyos representantes sostienen enfrentamientos que inhabilitan cualquier coordinación, dijo.
Los distritos de riego no quieren soltar cualquier derecho que se tenga para distribuir agua en el Valle de Juárez, situación que no se ha tocado, por lo que sigue sin atenderse el conflicto.

Sánchez Soledad consideró que también se requiere de un plan hidrológico que ahora es inexistente; mencionó como ejemplo que todavía en la primera mitad de la década de los 90 el manejo de las compuertas del norponiente del río Bravo era realizado por un vecino porque no había personal federal para operarlas.
Luego, tomó el control la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) por la necesidad de vigilar el riesgo binacional existente, pero aún existe informalidad en el manejo de la infraestructura, que está ligada con la solución pluvial de la ciudad.
“Es imposible construir un gran tubo que esté vacío todo el año y que (aquí) solamente llueva cada cinco años con una gran tormenta inusual, como fue en 2006 y 2008, desde entonces no hemos tenido otra de esas magnitudes”, señaló.
La región, continuó, debería tener lagos, como el que tiene el Parque Central, que se abastece de agua con las lluvias, lo que podría multiplicarse con el buen manejo de las acequias y los arroyos, pero el tema pluvial no está bien legislado en México.


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