Jim Morrison apareció en la escena rocanrolera en el momento preciso, cuando las letras banales de amor y cursis se comenzaban a desvanecer para darle paso a líricas más razonables, con cierto énfasis en la prosa y en el verso.
Al igual, para nadie era un secreto que Morrison no era cantante y ni le interesaba serlo, estudiaba cine en la Universidad de California de Los Ángeles y deseaba ser escritor, publicar libros de poesía y así ocupar sus tardes solitarias, las cuales eran muchas.
Pero en la segunda mitad de 1965 un golpe de timón en su vida lo convirtió en el letrista de The Doors.
Jim le pidió a Ray Manzarek y su grupo que le musicalizaran su poema “Moonlight Drive”; después de leerlo Ray aceptó y quedó sorprendido por lo escrito por Jim, tanto así que inmediatamente lo invitó para que fuera el ‘frontman’ de su grupo en ciernes.
Ray vio en Jim la pieza perfecta para sobresalir entre muchas otras bandas, percibió en él una personalidad arrolladora, una voz profunda y unas letras que nadie había pensado escribir para ser acompañadas por los ritmos del rock.
Jim siendo parte de la banda nunca tuvo ataduras, podía ir y venir, comenzar un concierto cuando le pegara la gana o detener una canción en medio de su ejecución para leer alguna de sus poesías o improvisar una que súbitamente le viniera a la mente.
En varios libros donde se aborda la vida de Morrison él afirmaba que estaba poseído por el alma de un indio americano que vio morir en su niñez cuando iba en el auto de su padre y juntos presenciaron un fatal accidente carretero, estaba plenamente seguro que el espíritu de Mojo Risin vivía en él (en el tema “L.A. Woman”, en una parte de la letra lo invoca).
Muchas veces Jim declaró que numerosas de sus canciones o poemas fueron inspiradas cuando había ingerido alcohol o consumido alguna droga, para nadie era un secreto que era un adicto incontrolable y un alcohólico al borde del desastre.
Fue tal vez el primer rockstar que se declaró contra las reglas establecidas al ser en varias ocasiones multado y hasta preso por sus actos lascivos sobre el escenario o por incitar a la violencia.
Aquí surge la anécdota que en una ocasión se encontraba listo en New Haven, Connecticut, para subir al escenario, pero primeramente tuvo un acto íntimo con una chica en los baños del auditorio, un policía le preguntó que quién era y qué hacía ahí, Jim drogado y notoriamente borracho le espetó al guardia que era un reverendo hijo de p*** y que se la “comiera”.
El policía sin mediar palabra le roció la cara con sal pimienta dejando a Jim visiblemente maltrecho y con los ojos hinchados e irritados; aun así salió a escena y en un momento de rabia conminó a los miles que se encontraban en el recinto a agredir e insultar a los “cerdos” (como él les decía), ya que uno de ellos lo había agredido, sobra mencionar que el motín fue enorme y el concierto cancelado y Jim arrestado.
Su pareja de toda la vida, Pam Courson después de la muerte de Jim declaró que él era un hombre diferente cuando se encontraba sobrio, era educado, caballeroso y muy cariñoso, pero por desgracia con sus adicciones se convertía en otra persona, en una especie de doctor Jekyll y mister Hyde.
A principios de 1971 había declarado que dejaría a los Doors y que en definitiva se dedicaría a escribir poesía y novelas, pero que antes debía limpiar su cuerpo y alma viajando a Paris, Francia, para “absorber” la esencia de los escritores que más admiraba, Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud.
Ya estando en Paris, el 3 de julio y después de comer un bocadillo, se dirigió junto con Pam a su departamento ubicado en la Rue Le Marais, una vez ahí pensó que era un buen momento para tomar un baño, llenó la tina con agua tibia, entró en ella y murió, inmediatamente Jim ingresaba al tristemente célebre club de los 27, es decir, astros del rock que a esa edad fallecían.
Aún a la fecha existen muchas dudas respecto a su muerte, algunos aseguran que fue asesinado por vendedores de drogas que entraron a su departamento y le dieron muerte, otros mencionan que se suicidó.
Lo que es una realidad es que el rock perdió en Jim Morrison a uno de sus mayores representantes y que hasta la fecha sigue siendo llorado, recordado por sus seguidores, pero también imitado por cientos que incursionan a la música, y que siguen sin éxito, tratando de hacerle sombra a la imagen del único e inigualable, Rey Lagarto.
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