¿Qué puede hacer una persona al llegar a los 100 años de vida para mantenerse activo? No dejar de sonreír.
Con la sencillez que le caracteriza, y que le ha llevado a continuar trabajando desde hace casi 80 años como peluquero, Félix Cecilio “don Chilo” Valdez Pérez, siempre tiene un comentario ameno para compartir con sus interlocutores.
“¿Que cuál es la clave para llegar a esta edad? ¡No tomarse las cosas tan a pecho, no hay que discutir!”, afirmó.
Hace unos días, el 22 de diciembre, don Chilo, como le apodan desde hace décadas, cumplió un centenario de vida.
Lejos de lo que pudiera pensarse ante una edad avanzada, a sus 100 años, Cecilio lee el periódico sin lentes, nada un par de kilómetros dos veces por semana y tiene un pulso envidiable, de cirujano, según le refieren los amigos, lo que le ha permitido darse el lujo después de casi 80 años de oficio, de seguir cortándole el cabello a un selecto grupo de clientes.
“Todo es cuestión de dinero y yo no puedo pagar a alguien que me venga a hacer todas esas cosas, trabajo por gusto, pero también se necesita la plata, ¿no? tenemos que comer”, dice don Chilo sonriente, tras comentar que también lava su ropa, limpia la casa y sale a cuidar el parque que está frente a su casa.
En su vivienda, localizada en la calle Lila, en la colonia Jardín de San José, don Chilo mantiene una recámara de su vivienda habilitada como peluquería, aunque hoy en día solo le corta el cabello a pocos clientes que por décadas le han seguido, entre ellos el profesor José Grajeda y el ingeniero Jesús Holguín.
“Ya nomás a poquitos, porque no quiero problemas con Hacienda”, dijo sin poder evitar soltar una estruendosa carcajada.
Empezó en 1936
Como peluquero, don Chilo comenzó a trabajar desde 1936 en su natal Pachuca, Hidalgo, a la edad de 20 años.
“Mi madre murió allá por 1933, ella trabajaba en el mercado y yo tenía unos familiares en México y me fui con ellos, allá trabajé en la obra de construcción como albañil; mi hermano Guadalupe se quedó en Pachuca, él fue el que me habló para que me regresara en 1935, porque me había conseguido un trabajo en una peluquería”, recordó.
Su trabajo inicial fue como mozo, limpiando los pisos y el establecimiento, sin embargo, fue tal su interés en aprender el oficio que un año después se estrenó como peluquero.
Un par de años después, Félix Cecilio se mudó a la ciudad de Chihuahua y allí trabajó en una peluquería del hotel Hilton.
Después se pasó a Ciudad Juárez, donde arribó en 1946, laborando en distintos espacios en la Zona Centro y su trabajo se popularizó, generando una amplia clientela.
Aunque en 1948 se tituló como auxiliar taquimecanógrafo, Cecilio nunca ejerció la carrera, prefirió continuar por la vía de la navaja y el corte fino.
“En el centro trabajé en La Sanitaria, una peluquería de la avenida Juárez propiedad de un italiano, Vito Cobelli, luego me fui a otras, también trabajé en Baños Roma, pero donde más duré fue en el hotel Sylvia’s, entré en 1965 y me fui en 1995, cuando se quemó el hotel”, comentó.
Fue gracias a ese trabajo como logró comprar la casa donde hoy habita y darle educación a sus hijos Celia y Fernando, este último, quien se graduó como arquitecto, ambos producto del matrimonio con el amor de su vida, la juarense Guadalupe Vargas, con quien se casó en 1950 y vivió 54 años de matrimonio, hasta que ella falleció en el 2004.
“Ninguno de mis hijos quiso aprender a ser peluquero, es que ya con el estudio les cambia la visión y buscan sus propias metas”, manifestó.
El deporte y la sana alimentación, claves de la longevidad
Por las tijeras de don Chilo han pasado innumerable cantidad de figuras de la política, presidentes municipales, gobernadores, secretarios de Estado, artistas de talla nacional y miles de juarenses que al tratar de recordarlos, prefiere sonreír, para no omitir nombres.
Mientras levanta su mano derecha y la extiende, muestra que su pulso se mantiene firme y se encuentra disponible para arreglar el bigote de su amigo José, con quien cada martes y jueves acude al Centro Acuático Universitario, a nadar un par de horas.
“A él no le cobro, porque me hace el favor de llevarme todas las semanas desde hace 10 años a nadar. Es un muy buen amigo”, indicó tras afilar la navaja de afeitar.
El deporte y una buena alimentación han sido la clave para la longevidad de don Chilo, quien además de nadar ha participado en decenas de encuentros deportivos, entre ellos la Carrera de la Amistad, competencias de las que conserva un puñado de medallas recibidas.
“Este martes no vamos a ir a nadar porque está cerrado por vacaciones, vamos a aprovechar para ir a El Paso para cambiar unas aletas que me quedaron chicas”, comentó don Chilo tras mostrar el calzado acuático.
“En promedio hago 20 vueltas de 50 metros, unos mil metros por día que vamos. Estoy nadando ahí desde el 2004”, dijo.
Por la mañana, don Chilo toma un licuado con avena, nuez, manzana, plátano y un vaso de leche caliente, en la comida prefiere frijoles, arroz, espagueti, atún, o lo que se le ocurra, al final él mismo prepara su alimento y atiende sus necesidades.
Aunque regularmente es visitado por su hijo Fernando y sus amigos, como José, que no lo dejan de frecuentar; de vez en cuando le llegan gratas sorpresas en el vecindario.
Hace algunas semanas los vecinos decidieron hacerle una fiesta sorpresa para celebrar sus 100 años de vida, apenas el 22 de diciembre pasado recibió un nuevo festejo sorpresa, esta vez organizado por sus clientes, amigos y familiares,
“Yo no sé ni cómo le hicieron ni quién pagó, pero hasta mariachi hubo, estuvo muy bonito”, recordó emocionado.
Al terminar el corte del día, Cecilio se quita la bata blanca y la coloca en el perchero, en el peinador, una calcomanía con su apodo “Chilo” y una postal de Pachuca se encuentran al centro del espejo, por un momento las observa y sonríe, una jornada más, un cliente satisfecho.
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