A Harold Frederick Edmonds, algunos lo conocieron como “El gringo del Mercado Juárez”, otros más, como “El gringo del Victoria”, dependiendo de la época en el que la vida les llevó a cruzar pasos con él.
De aspecto desaliñado y viviendo en sus últimos años en esta ciudad en situación de calle, el talento de Edmonds, pintor y retratista originario de Estados Unidos, nunca se mermó hasta sus últimos instantes en esta frontera, que, según distintos testimonios, fue cerca de la década de 2010.
Harold Edmonds, llegó a Ciudad Juárez en 1985 y desde esa fecha hasta principios del nuevo milenio, trabajó como dibujante en las mesas del Mercado Juárez, donde era común verle dibujar a los turistas y visitantes locales, cuando dicho tianguis se encontraba en su apogeo.
La facilidad del idioma inglés, su lengua nativa, le valía a este personaje comunicarse con mayor facilidad con los turistas extranjeros por sobre sus otros colegas; sin embargo, era el talento en sus manos lo que le hizo distinguir, en definitiva.
Edmonds, no era un improvisado, a pesar de su aspecto de vagabundo, era un artista graduado del Instituto de Arte de Cleveland, Ohio, donde obtuvo la Licenciatura en Bellas Artes.
Su trabajo, como pintor, fue reconocido, exhibido en distintas galerías norteamericanas e incluso, sus piezas, aún se ofertan a través del internet por varios miles de dólares.
Muchos fronterizos y extranjeros probablemente conserven una pieza que haya sido realizada por este artista, quien durante su presencia en esta ciudad, también se dedicó a retratar los edificios icónicos, principalmente en el Centro Historico, algunos de los cuales ya no existen.
No se tiene con exactitud la fecha en la que Harold Edmonds, decidió partir de Juárez de regreso a los Estados Unidos, sin embargo, en internet se encuentra el registro de su fallecimiento, a los 78 años de edad, el 15 de diciembre de 2017, en un pequeño pueblo, Littlefield, Texas.
Aunque su presencia física se extinguió, no fue así con su legado, que permanece como un tesoro oculto entre los juarenses.
Simplemente, un juarense al rescate de la historia de nuestra ciudad
Pero hablar del legado del artista estadounidense Harold F. Edmonds, originario de Oberlin, Ohio, quien vivió durante cerca de tres décadas en nuestra ciudad, sería una mera anécdota, de no existir ciudadanos como Jorge Álvarez Compeán, quien logró reconocer a tiempo el talento del artista, cuando cohabitaba en nuestras calles.
Álvarez Compeán es un destacado abogado y político titular de la Notaría Pública No. 18, sobre la avenida 16 de Septiembre, casona que además de atender asuntos de distinta índole legal, es un verdadero recinto dedicado a la historia de Ciudad Juárez, ya que en sus paredes pueden observarse desde fotografías y dibujos, como pinturas y documentos que tienen una antigüedad de hasta hace 200 años.
No es casualidad que dicho edificio cuente con sofisticadas medidas de seguridad, de las que se omiten los detalles, para preservar su protección.
Es allí, donde Álvarez Compeán –quien se autodefine como “un simple juarense”–, guarda en una de las salas de la Notaría, una veintena de cuadros originales de Edmonds.
Álvarez Compeán es abogado, con maestría en Derecho Fiscal y doctorado en Materia Fiscal y cuenta con varios libros públicados, el más reciente de ellos, titulado “Los Procesos Penales de Alberto Aguilera Valadez”. Y a lo largo de su carrera, además de ocupar cargos de importancia, entre ellos, el de secretario del Ayuntamiento, se considera un apasionado de la historia de Ciudad Juárez.
Es en la sala donde mantiene la colección, en la que se pueden observar edificios como los hoteles Río Bravo, Sur, así como la escuela María Martínez, el Mercado Juárez, la Catedral, entre otros, donde Álvarez recuerda aquel primer encuentro que tuvo con Harold Edmonds, a principios de la década de 1990.
“Tenía mi despacho en el centro de la ciudad hace algunos años y un día pasando por el Mercado Juárez, me encontré a un gringo sentado en el suelo, con un perro amarrado y un gato amarrado al cuello, y lo vi que estaba con una libreta dibujando y me acerqué a él y vi que estaba con mucha maestría haciendo un dibujo”, recordó.
“Entonces le pedí que si podía hacerme algunas de las obras que me interesaban a mí. ¿Cuáles obras? Bueno, pues los edificios viejos de Ciudad Juárez, me interesaba mucho preservar una imagen de los edificios viejos o los más icónicos de Ciudad Juárez”, añadió.
A partir de ese momento, el dibujante y pintor acudía regularmente con el abogado, forjándose una relación amistosa que duró algunos años, entre 1991 y 1995.
“Entonces ya le encomendaba los edificios que quería que me dibujara y a los dos o tres días regresaba con el dibujo, perfectamente bien hecho y le pagaba por esos trabajos razonablemente bien, y regresaba y lo mandaba a otro edificio”.
La colección de dibujos de autoría de Edmonds suman más de 20, además, en ese tiempo se fortaleció un lazo que le permitió conocer más el lado humano del artista, quien pese a su situación paupérrima, era feliz viviendo en Ciudad Juárez.
“Me llamaba mucho la atención que era una persona que no quería a Estados Unidos, pero había encontrado su lugar en Juárez, él quería mucho a Juárez, se sentía juarense y se sentía mexicano”, afirmó.
“Me platicó y me dio mucha información, me enteré de que él había sido un exitoso pintor en Nueva York, en toda esa región, y que de alguna manera había perdido parte de la razón, no así su talento, el talento seguía acompañándolo, y bueno, tuvimos una relación por muchos años”, agregó.
Durante su estadía en Juárez, Edmonds logró hacer miles de retratos de personas y dibujos de edificios, los cuales muchos de ellos probablemente aún sigan en las viviendas de Juárez y El Paso, señaló Álvarez Compeán, quien, tras perderle la pista al artista, encontró en internet que se trataba de un personaje realmente había destacado en la escena del arte estadounidense.
“Logré conocer algunas de sus obras, una de ellas que hace algunos años se ofertó como en 13 mil 500 dólares, un pintor muy reconocido, muy talentoso y me aprecio de haber contado con su amistad y ahora conservo con afecto, sus trabajos”, apuntó.
Una colección disponible para los museos en la ciudad
El tesoro como el que guardan las paredes de la Notaría No. 18, el legado de Edmonds, está disponible para ser exhibido en el Museo de Arte de nuestra ciudad, que muestre interés en llevarlo a sus salas, asegura sin chistar y con emoción Álvarez Compeán.
“Por supuesto que sí, por supuesto que si alguna casa de cultura, algún museo, alguien se interese por esta obra, por supuesto que estaría dispuesto a compartirla. Yo creo que hay muchas, muchos dibujos y pinturas, de este juarense distinguido, –porque yo quiero reconocerlo como un juarense distinguido–, que habrá en nuestra comunidad y a la mejor un llamado a las gentes que tienen trabajos de Edmonds que pudieran participar en una exhibición que se hiciera exprofeso”, comentó.
Cómo nace su interés de preservar la historia juarense
Álvarez Compeán, no solo cuenta con la colección Edmonds, sino también con un cúmulo de fotografías, documentos, y piezas históricas locales.
“Tengo miles de cosas, desde un ladrillo del Noa Noa, que se destruyó, hasta documentos de hace 150 años o 200 años. Todo nace porque yo siempre fui muy preguntón, muy curioso, muy inquieto y entonces con mis abuelos platicaba yo mucho con ellos y me hablaban de cómo era Juárez. Con mis papás también hablé mucho, siempre me interesó conocer la historia de mi ciudad”, dijo.
La importancia de mantener vivo el Centro Histórico y el sentido de arraigo
El problema de nuestra ciudad en general es porque siento que no hay un sentido de pertenencia, afirmó Jorge Álvarez, quien recordó cuando siendo un niño, caminaba por las calles y veía que muy temprano la gente salía a barrer su banqueta y mantenía limpios los frentes de sus propiedades o viviendas.
“Ahora veo con tristeza que la gente no cuida su ciudad, ¿por qué? Porque no tienen ese sentido de amor, no son capaces de tener un orden cívico al cruzar la calle, vemos cómo se pasan los semáforos, cómo se atraviesan por todos lados”, agregó.
El sentido de arraigo parte desde iniciativas como el rescate de la casa de Juan Gabriel, hoy convertida en museo, donde una parte de la historia quedó marcada en la ciudad y seguirá siendo recordada gracias al Divo de Juárez.
“Da mucha tristeza a nosotros los juarenses, de cepa juarense, ver cómo se ha destruido la ciudad. Por eso son muy importantes los programas de Gobierno para recuperar el sentido de pertenencia, el amor a nuestra ciudad y eso, puede cambiar totalmente la manera en que nosotros nos desenvolvemos”, aseguró.
Álvarez Compeán, señala que, si bien no hace falta ser un virtuoso o un genio para demostrar el amor a la ciudad, a veces basta con barrer la banqueta.
“Barrer la banqueta demuestra el amor a nuestra ciudad, la limpieza, el orden. Creo que son valores que se perdieron y que los podemos alcanzar todavía”, puntualizó.