Desde hace años, la sociedad juarense nutre de recursos humanos a las pandillas, quienes ponen en jaque no solo a las colonias donde viven, sino a la sociedad entera conforme crecen e incursionan en la criminalidad.
Hace poco más de una década, la investigadora Martha Vanesa Díaz Padilla, egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de México (UNAM), acudió a la Colonia Penal Islas Marías para realizar un estudio y tratar de entender el perfil de las pandillas y el de sus miembros.
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En ese tiempo, en febrero del año 2012, se encontró con 500 personas procedentes del estado de Chihuahua, que concretamente habían sido trasladadas desde el Cereso de Ciudad Juárez, quienes se encontraban recluidas por delitos del fuero federal y fuero común; de las cuales, 320 fueron identificados como Aztecas, 75 del grupo Mexicles y el resto –150– de ningún grupo delincuencial.
Les efectuó entrevistas semiestructuradas y les aplicó baterías psicológicas, de donde obtuvo información que complementó con otras investigaciones documentales y en el 2016 publicó el trabajo denominado Perfil Psico-Criminal Pandillas Aztecas y Mexicles.
En aquel tiempo, se relacionaba a los grupos Artistas Asesinos y Gente Nueva, como parte de la pandilla Los Mexicles.
Una de las características comunes de Aztecas y Mexicles, es que trabajan en aquel entonces con una estructura piramidal, similar a la del Ejército.
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Los entrevistados mencionaron que la pandilla Los Aztecas era gobernada por entre 3 y 5 personas denominadas Capos Mayores o Generales, los cuales contaban con entre 40 y 50 años aproximadamente, mismos que tomaban las decisiones más importantes.
Los subalternos de los Capos Mayores eran los Capitanes, cuya principal función era de mando medio, ya que dirigían las “miniplazas” para generar ingresos, teniendo a su cargo la venta y trasiego de droga, así como el cobro hacia otros grupos y asesinar a quien era desleal.
Los Tenientes tenían a su cargo numeroso Sargentos, a quienes supervisaban constantemente que no trasgredieran los códigos establecidos, ya que los sargentos eran una mezcla de Aztecas y no Aztecas o colaboradores (sin rituales de iniciación).
En la pirámide jerárquica se encontraban los indios o Soldados, quienes eran los que recogían los ingresos a la pandilla y eran también “halcones” o vigilantes sobre el funcionamiento de los demás grupos y el movimiento de droga.
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Los principales delitos por los que estaban encarcelados eran venta y posesión de droga, portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, así como homicidio, amenazas y robo.
La investigación determinó que para formar parte del grupo, debían aceptar los principios de solidaridad, perspectiva de “gran familia” y de dar la vida por el otro.
Además debía el aspirante sujetarse a las órdenes de su superior, principalmente obedeciendo labores de sicariato, “las cuales deben hacer a sangre fría y si es necesaria la tortura, se aplica”.
Se estableció que existe relación enfocada a la época prehispánica en cuestión de rituales y organización jerárquica, “ya que la tortura se encuentra íntimamente ligada a los sacrificios humanos que se realizaba para rendir tributo a los dioses prehispánicos, sin embargo, para los Aztecas, este tipo de ritos se realizan para aquellos novatos que desean integrar a la pandilla, con la finalidad de “hacer un cale, si pueden o no pertenecer al grupo”.
En el caso de la tropa, el rango de edad era de 20 a 37 años y además, el consumo de droga era de tipo ocasional y varios de ellos, experimental, acentuando su consumo después de pertenecer al grupo (marihuana, cocaína, cristal y heroína), sin embargo, dentro de la pandilla existía el convenio de no hacer cocteles de droga, sino solamente ingerir una droga a la vez, sobre todo para los principiantes.
Tenían prohibido elacionarse con otras pandillas y respecto a los tatuajes debían ser de simbolismos aztecas, ya sea letras o figuras.
Cada integrante se encontraba en supervisión constante, ya que se les vigilaba que su desempeño fuera el óptimo y que fueran leales al grupo.
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Respecto a la pandilla Mexicles, de igual manera, la estructura era paramilitar, donde la figura principal era la de un “presidente”, seguido de dos “vicepresidentes” que están listos para asumir el mando en caso de que no esté el primero.
De acuerdo a las entrevistas, el presidente es el más veterano del grupo, donde su edad era mayor a 45 años y comúnmente se encuentra en reclusión cumpliendo sentencias largas debido a su historial delincuencial. Se estableció que dicho gran jefe está en contacto con los subjefes de cárteles, para ser su brazo armado.
El vicepresidente era de aproximadamente 35 años.
Se definió que los vicepresidentes eran reincidentes criminológicos de tipo habitual genérico desde temprana edad y eran quienes organizaban y planeaban la ejecución de diversas actividades que se realizan en la pandilla.
En jerarquía seguían los Generales, quienes checaban constantemente la estructura, así como acciones de lealtad, mismos que estaban dispersos en diversas áreas (tanto en reclusión como en el exterior), con la finalidad de que siempre esté disponible uno de ellos.
Se estableció que los Generales organizaban y planeaban motines en los diversos reclusorios, además de supervisar que las decisiones de los presidentes y vicepresidentes se llevaran a cabo.
También tomaban decisiones sin necesariamente consultar a los superiores, en el caso de los homicidios en contra de integrantes de grupos adversos.
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Se determinó que se encontraban en contacto con la Policía para respaldar la seguridad interna de la pandilla.
Le seguían los Capitanes, quienes organizaban rituales de iniciación, controlaban la droga de su subgrupo y decidían quiénes podían ser los nuevos integrantes.
Los Sargentos eran los encargados de reclutar integrantes, ejecutar los rituales de iniciación y “comúnmente se encuentran bajo los influjos de droga, por lo cual es común que se encuentren en problemas con la ley y justicia”.
En conjunto con los Soldados, los Sargentos eran quienes materializaban ejecuciones y labores de sicariato.
Un Sargento era también “halcón” o vigilante y ejecutaba las instrucciones de sus superiores, entre ellos, homicidios o tortura, entre muchos otros aspectos.
Respecto a los Soldados, eran prácticamente los “nuevos” de la pandilla Mexicles.
“Por ser los novatos, deben ganarse el respeto del resto de la pandilla, realizando labores que pongan a prueba su impulsividad. Normalmente, los rituales de iniciación los realizan bajo los efectos de drogas, por lo cual comienzan generando adicción.
Realizan extorsión, secuestro, homicidios, violaciones entre otros delitos, con la finalidad de reafirmarse ante el grupo. Sus edades fluctúan entre los 17 a los 28”, se determinó en la investigación.
En general, uno de los requisitos de iniciación para un miembro de cualesquier pandilla es pelear con varios integrantes de la pandilla a la vez, cometer algún delito o exterminar a un miembro de la pandilla rival.
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Coinciden en perfiles de alta violencia y origen de familias disfuncionales
De acuerdo a las pruebas a que fueron sometidos los entrevistados de las dos pandillas, estos tenían índice de peligrosidad alto, altas posibilidades de reincidencia criminológica, conductas auto y heterodestructivas, inintimidabilidad ante el ambiente punitivo, carencia de empatía, frialdad e indiferencia afectiva, polifarmacodependencia, poligamia en la gran mayoría, prácticas sexuales promiscuas, jóvenes con necesidades de pertenencia a un grupo y necesidad de reconocimiento.
En cuanto a historia sociofamiliar, coinciden los pandilleros en que son provenientes de grupos familiares incompletos (predominantemente unifamiliares), carencia de límites, ausencia de redes de apoyo, relaciones sociales poco profundas y significativas, entorno familiar de violencia (física y psicológica en su mayoría), familia desintegrada, abandono y deserción escolar y patrones de conducta de autodestrucción (consumo de drogas).
Propone no quedarse de brazos cruzados
Finalmente la investigadora hizo un llamado a tomar en cuenta la información de su trabajo, para que diversos entes traten de prevenir que más personas se sumen a ese tipo de grupos en conflicto con la ley.
“Si bien es importante conocer el perfil criminal de estos grupos delincuenciales, con la finalidad de documentar y realizar labores de investigación; también es importante mencionar estrategias de prevención encaminadas en disminuir el actuar de las pandillas, comprender que detrás de ellos hay una necesidad no cubierta, ya sea del propio estado o desde el núcleo familiar como comúnmente suele suceder”, afirma.
Señala que se pretende coadyuvar en el diseño de estrategias de intervención interinstitucionales, en las que el eje común sea la sensibilización y el conocimiento entre padres, familiares, maestros y en la comunidad fortaleciendo la difusión de estrategias disuasivas, la práctica de programas de resiliencia, la capacitación y el conocimiento. Específicamente, proponer nuevas líneas para disminuir los factores de riesgo, como los siguientes:
-“Realizar acercamiento a las comunidades marginadas, con la finalidad de atender sus necesidades básicas (comida, salud, educación). Ya que al satisfacer dichas necesidades, el riesgo puede disminuir considerablemente.
-Monitorear escuelas públicas que registran índice de deserción escolar elevado y reforzar la labor comunitaria.
-Desarrollar el rescate de zonas despobladas.
-La información permitirá el diseño de estrategias de intervención interinstitucionales, en las que el eje común sea la sensibilización y el conocimiento entre padres, familiares, maestros y adultos brindando un sentido de liderazgo en la comunidad.
-La difusión de estrategias disuasivas enfocadas al desarrollo y potencial humano, con mayor énfasis en programas de resiliencia; la capacitación y el conocimiento.
-Fortalecer su identidad personal y social desarrollando habilidades y competencias sociales.
-Abrir los canales de comunicación y estrechar la relación familiar fomento en conductas prosociales y autoeficacia para la resolución de problemas estrategias de comunicación y solución de conflictos.
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