A primera vista, parece uno más de los cientos de terrenos baldíos de la ciudad en los que reinan el abandono, los escurrimientos de aguas negras y las grandes e infaltables cargas de basura de las que manos irresponsables suelen disponer en los espacios públicos de la ciudad. Pero no siempre fue así, años atrás, era un agradable y espacioso parque hundido, equipado con alumbrado, áreas de juego y una vistosa chacha de basquetbol, en el fraccionamiento Águilas de Zaragoza.
![](https://nortedigital.mx/wp-content/uploads/2024/07/12-792x445.jpeg)
El eterno sendero de la desidia
25 julio, 2024