En la avenida Francisco Villa y Abraham Gonzalez se encuentra un coloso dormido. De forma circular, escondido bajo unos inmensos árboles y una cerca blanca. Se trata de uno de los recintos con más anécdotas en nuestra ciudad.
Construido en 1956, la Plaza de Toros Alberto Balderas ha sido testigo del crecimiento, desarrollo y hasta de la caída y crisis del Centro Histórico. Más de seis décadas de historia han visto como ha envejecido.
Actualmente no solo está rodeado de negocios cerrados, también afectada por el graffiti, su infraestructura está cubierta de maleza, mientras la pintura de sus paredes está cayéndose de las paredes. Los vidrios rotos acentúan el abandono.
El emblemático mural del torero realizando una faena luce descolorido y junto con el enorme cartel de la fachada principal del edificio que reza la frase “Se renta para todo tipo de eventos privados y públicos” da a entender rápidamente que las épocas de gloria del recinto ya son cosa del pasado.
Las prohibiciones impuestas por el Gobierno Municipal en 2022 y 2023 por considerar las Corridas de toros como actos de maltrato animal, la actividad taurina en Ciudad Juárez, junto con la utilidad de la Plaza de Toros, ha quedado entre la espada y la pared.
Fotos: Christian Torres
Dos estocadas la tiene en vilo: las nuevas generaciones que consideran a la “Fiesta Brava” como un espectáculo de barbarie y maltrato animal, y una pared llamada construcción de laTorre Centinela que hace prácticamente imposible utilizar la Plaza de Toros.
El primer “deporte” de la ciudad
Antes de que la ciudad hubiera sido bautizada como, beisbolera, boxística, amantede la lucha libre o futbolera, en el siglo XIX Juárez fue una ciudad taurina. Con registros que datan desde 1882, con una tradición de corridas de toros desde hace 141 años.
Barbarie, deporte o arte, como quiera denominarse a esta actividad, no se puede negar que ha sido esencial en la historia y la cultura de esta frontera.
La primera Plaza de Toros que estuvo ubicada al costado de la Misión de Guadalupe, duró alrededor de 20 años de existencia. Construida de madera, fue derribada en 1902 para edificar el Mercado Cuauhtémoc.
Un año después, los hermanos Calderón y el Dr. Mariano Samaniego realizaron la construcción de la Plaza de Toros Pani, en un terreno ubicado en lo que hoy se conoce como la avenida Francisco Villa y Abraham González.
Al inicio de la revuelta armada contra el gobierno de Porfirio Díaz, la Plaza de Toros Pani sirvió como almacen de armas y caballería del Ejercito Federal que defendía la ciudad contra los embates revolucionarios, quienes finalmente terminaron por tomar la plaza y provocar la dimisión de Díaz en 1911.
Con la guerra terminada, la actividad taurina continuó de manera ininterrumpida hasta 1956, cuando la Plaza de Toros Pani fue derribada para dar paso a la nueva Plaza de Toros Alberto Balderas, construida en los mismos terrenos.
Luego fue edificada la Plaza de Toros Monumental en el Paseo Triunfo de la República,
Durante décadas, la Monumental y la Balderas funcionaron de manera paralela y ofrecieron a los juarenses “tardes taurinas” en las que la actividad era constante junto con las buenas entradas.
Sin embargo, el esplendor de estas épocas se esfumó y en 2005 la Plaza Monumental fue demolida para que se construyera un centro comercial con el mismo nombre y la Alberto Balderas se convirtió en el único recinto taurino de la ciudad.
Desde el 8 de abril de 2007, la Plaza de Toros Balderas ofreció actividad taurina a los juarenses a lo largo de la década. Interrumpida por las épocas de violencia y la pandemia de Covid-19, las Corridas de Toros siguieron llevándose a cabo en la ciudad hasta el 29 de octubre de 2021, con la función que culminó la temporada de ese año.
No más “¡A los Toros!”
Para abril de 2022, el alcalde Cruz Pérez Cuéllar negó el permiso para la realización de este tipo de eventos por considerarlos como actos de maltrato animal. Provisionalmente se había informado que solo se suspendería la tradicional Corrida de Pascua, pero la temporada de 2022 nunca comenzó. En marzo de 2023 sentenciaron que negaría el permiso y la temporada 2023 tampoco se llevó a cabo.
La empresa dueña del recinto, Espectaculos Taurinos de México, no ha informado sobre algún plan para recuperar o utilizar este espacio. Mientras los permisos sean negados por el Gobierno Municipal y la construcción de la Torre Centinela siga siendo lenta la plaza seguirá a merced del tiempo.
Las discusiones legales y morales sobre el tema no han llevado a una suspensión definitiva de este tipo de espectáculos ni tampoco a que puedan realizarse de nuevo. Las corridas de toros y las peleas de gallo están en un limbo legal en el que no están prohibidas ni tampoco permitidas.
Esperando no sufrir el mismo destino de las otras, la Plaza de Toros Alberto Balderas es un símbolo de la ciudad. Sinónimo del maltrato animal o de la valentía de los toreros, el recinto hecho para 7 mil 500 almas y cuyas paredes pueden contar un gran pedazo de la historia de la ciudad, permanecerá inamovible.
La frase enorme escrita con letras rojas en una de las paredes del edificio “Ven a los Toros“ luce como un irónico recordatorio de una era que quizá nunca vuelva y que el abandono se convierta en la última estocada de la Plaza de Toros Alberto Balderas.
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