Es posible que sea mera maldita casualidad, pero con la aproximación de la sucesión en la Rectoría de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) han trascendido actos francamente deshonestos cometidos por altos mandos de esa máxima casa de estudios, que han provocado rubor en sus eminencias académicas y miradas atónitas aun de la clase política.
El rector de la UACH, Enrique Seáñez Sáenz, llegó presumiblemente tarde al conocimiento de esa información. Desde finales de noviembre lo empezaron a bombardear con datos sobre hechos que se vinieron cometiendo desde años anteriores. El fue actor de un bacanal donde olfateó podredumbre muy cerca de sí mismo.
Las indagaciones fueron llevadas a cabo por entes fiscalizadores del Gobierno federal y del estatal. Inclusive el nuevo secretario de Educación, Marcelo González Tachiquín, algo tuvo que ver ya muy entrada la Navidad en los movimientos internos registrados en la universidad. Su indignación ha sido mayúscula hasta como catedrático que es de la Facultad de Derecho.
El jefe de la Autónoma de Chihuahua, Seáñez, puso manos a la obra despidiendo al actor principal de las irregularidades, pero el pantanal apenas fue removido y todos sus desperdicios deberán llegar a la superficie más temprano que tarde. Sería una agresión a los universitarios y a los chihuahuenses todos que el robo de dinero público quedara reducido a una amonestación… o jubilación, aunque se trate de tiempos electorales. Sería un crimen la impunidad.
Obviamente los responsables viven plenamente conscientes de los pecados cometidos, pero no están dispuestos a pagar penitencia alguna, y se han defendido en los sótanos de la corrupción que se extendió por los pasillos universitarios. El sudor de su cartera les ha costado.
Hemos anticipado ya en este espacio que el actor principal de los desmanes es el hoy exdirector académico Alejandro Chávez. La jubilación fue la salida urgente que le dieron en calidad de mientras, pero incuestionablemente su caso debe ser consignado a las autoridades penales correspondientes.
A Mirone le han asegurado, por esa razón, que esa “estrategia” de jubilación es sólo temporal mientras son armados los respectivos expedientes para llevarlos a las autoridades ministeriales que correspondan. En ello estarían trabajando las contralorías federal y estatal. La Auditoría Superior del Estado ni por sus luces aparece; le ha dado puros dieces de calificación a la UACH. Quizá no le haya correspondido indagar sobre los dineros hurtados.
Entre la comunidad universitaria más versada en asuntos de poder interno se apostaba doble contra sencillo que Alejandro Chávez iba sin tocar baranda a suceder a Enrique Seáñez.
No solamente era el titular de una de las áreas más fuertes en la estructura administrativa, como lo es la Dirección Académica, sino allegado bastante estrecho del señor rector. No había evento público o privado en el que no aparecieran juntos.
Ese punto nos conduce a incluir en el análisis precisamente la tremenda guerra intestina que se libra por la Rectoría. Deberá cambiar de manos el cargo en mayo del 2016. Más adelante abordaremos el inquietante tema.
El movimiento contra Chávez ciertamente contiene ingredientes relacionados con la sucesión. Debió saber que no llegaría por las facilitas aunque fuera muy amigo del ciudadano rector, y el rector paisano del Gobernador.
Sus opositores son expertos en grilla política; él, un modesto exdirector de Educación Física acostumbrado a usar más los pies que el cerebro, como se dice en el futbol.
Hoy se dará de topes en la pared por no haber contenido su ambición desmedida por el dinero y al menos haber esperado a llegar a la Rectoría para indigestarse de corrupción. Entre malo y pésimo, el “hubiera” para la salud del presupuesto universitario pero fríamente pragmático para los objetivos de mayor alcance que buscaba.
No vio el hombre más lejos de los 12 millones de pesos que se le pusieron en su cara para pagar de contado una lujosa residencia en el fraccionamiento más exclusivo de la ciudad de Chihuahua, el San Francisco Country Club.
Con el open house de esa mansión hollywoodesca –a mediados del 2014– empezó a finalizar el sueño y “los contras” a preparar la cama para tirar al entonces intumbable candidato a la Rectoría. Agarraron la punta de la madeja.
Los invitados no daban crédito a lo que observaban: un funcionario con un sueldo de 58 mil 900 pesos mensuales inaugurando una vivienda muy lejos de sus ingresos oficiales. Ahí estuvo el rector. Ahí “empezaron” las “investigaciones”.
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La mansión en San Francisco Country y una flamante granja de otros 8 millones de pesos enclavada en el corazón de varias hectáreas, que hace muchos años convirtieron los maestros y empleados de la UACH en lo que hoy se llama Fraccionamiento Granjas Universidad, así como otros muchísimos lujos del nada discreto extitular de la Dirección Académica, no surgieron de actividades empresariales ni actividad ganadera, ni nada por el estilo.
Entre algunos datos escapados de los escritorios donde ahora los expedientes son celosamente guardados, Mirone ha sabido que por medio de la empresa Intrajek Bussines Solution sacaba Chávez grandes sumas de dinero mediante compras fantasmas de consumibles.
En el entramado aparece Juan Pablo Zaldívar, otro alto funcionario de la UACH, hoy titular de Actividades Deportivas y obsesionado con hacerse de la Dirección de la Facultad de Contaduría y Administración, donde despacha una candidata a la Rectoría, Liliana Álvarez. (Muchos datos en un solo párrafo para concluir con el cuadro bien armado).
Chávez y Zaldívar (afecto indisoluble a dotaciones extraordinarias de alcohol) hicieron grandes negocios juntos, especialmente cuando este era Jefe de Bienes Patrimoniales y Adquisiciones en la máxima casa de estudios. Se autoentregaron compras multimillonarias en equipo de cómputo mediante fragmentación de montos para no llevar a cabo licitaciones públicas.
También quedó asentado que distrajeron varios millones pesos para financiar la campaña a diputada de la priista Daniela Garza. El patrocinio fue a cambio de que Palmira Chávez, hija de Alejandro, quedara colocada como candidata suplente. Así fue aunque perdieron.
Palmira sigue en funciones directivas del área Académica, pero en sus mejores tiempos fue la directora del Centro de Idiomas. Como dicen los clásicos columnísticos: es el orgullo nepotista de Chávez.
En ese contexto se inscribe también el nombre de Hugo Chávez, hermano de Alejandro. A la sombra de su sangre, fue convertido en Subcoordinador de Construcción y Mantenimiento de la Autónoma de Chihuahua.
Aparte de otros muchos trabajos, tuvo la encomienda personal de dirigir el equipamiento y reconstrucción de la granja de Granjas Universitarios.
Los documentos sobre Alejandro Chávez hablan también de que, sin licitación alguna, otorgó contrato de exclusividad para la venta de libros de inglés a más de 12 mil alumnos, quienes los pagan en la colegiatura. La beneficiada es una empresa “irlandesa”, que recibe varios millones de pesos por la venta obligada de estos libros de ingles, fue “seleccionada” por Chávez.
Más: a través de la empresa Deporte Águila, cuya propietaria es la esposa de Francisco Aguirre, excoordinador de Actividades Deportivas, hoy secretario administrativo de Educación Física, se efectúan compras millonarias de artículos deportivos, entre uniformes y otros materiales a precios por arriba del mercado.
En esas operaciones ha surgido el apellido Barousse, de la misma línea del dirigente nacional de jóvenes priistas metido hoy en un lío judicial, James Barousse.
Otro dato sobre Chávez: manejó de manera discrecional millones de pesos del Programa de Formación Docente de Educación Media Superior (Profordems), dando contratos a familiares y amigos incondicionales. Muchos fueron beneficiarios sin impartir los cursos de capacitación a profesores de bachillerato.
Manejó, también, de manera discrecional, más de 150 millones de pesos de fondos federales extraordinarios (los cuales han sido auditados por la Auditoría Superior de la Federación), entre cuyos rubros destacan:
– Fondo de saneamiento financiero
– Fondo para elevar la calidad de la educación superior
– Fondo para ampliar y diversificar la oferta educativa
– Fondo de expansión de la oferta educativa. entre otros. Estos recursos son destinados a la compra de mobiliario, equipo de cómputo, equipo de laboratorios, habilitación de espacios académicos.
También se adjudica a Chávez, y a otro funcionario muy cercano al rector, –le dicen “el número dos”–, desvíos de recursos de la XVI Universiada Nacional 2012 y del Consejo Nacional del Deporte, (Condee), en la cual cobraban sueldos como organizadores. Julio César Guedea era el operador financiero por parte de la UACH.
Para el 60 aniversario de la UACH, en el Sorteo de la Lotería Nacional del 10 de octubre de 2014, se gastaron 600 mil pesos en hospedaje, alimentación y bebidas alcohólicas los funcionarios que asistieron a presenciar el sorteo, Se hospedaron el en Hotel Camino Real de México.
Quienes revisaron ese gasto lo consideraron irregular.
Una vez separado Chávez de su cargo, le siguió el administrador de la Facultad de Educación Física, Alonso González Hernández, alias El Oso, quien operaba junto con la dirección de la escuela para facilitar las operaciones a su real jefe, el propio Chávez. Fueron innumerables las quejas de estudiantes de la Facultad que recibían “facilidades” para trabajar de hostess en antros manejados por el clan. Hasta eso.
El expediente es grueso, esperemos no sea colocado en la congeladora sólo porque nos enfilamos a un proceso electoral constitucional. Los universitarios merecen una amplia reparación del daño y una limpia completa de todos los participantes en las irregularidades.
No queramos una “Unión Ciudadana” Universitaria. El orgullo UACH no está para bolos.
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La caída del director académico también forma parte de la disputa por la Rectoría, indudablemente. Así lo dijimos al principio de esta columna. Chávez era el delfín del rector pero se avorazó y quedó menos que inerme. Es un cero a la izquierda si no es que pieza para zopilotes, o los cinco pilas de algún Cereso.
Hoy los grupos de poder en el interior de la UACH han intensificado sus acciones, confiados en que hay uno menos en la competencia.
Saúl Martínez Campos, el secretario general, ha buscado manejarse con el más discreto perfil para zafarse de los reflectores de la corrupción. Es hoy la pieza cercana del rector.
La Facultad de Ciencias Políticas tiene en el mostrador a tres posibles candidatos que han mostrado tablas y suficiente influencia para conseguir ese disputado espacio en el 2016: Eduardo Borunda y René González Nava, ambos exdirectores, recientemente colocados como directores de planteles del Colegio de Bachilleres con el amplio visto bueno del gobernador, César Duarte, y el tercero, Eloy Díaz, que se publicita como su único e insustituible padrino al alcalde Enrique Serrano.
También aspira al cargo la directora de Conta, Liliana Álvarez, pero se dice que ella ya fue compensada de su despido en la víspera como contralora general del Estado, con 15 años de magistratura en el Supremo Tribunal de Justicia para su marido, Alfredo Fierro Beltrán. Quizá negocie una diputación para ella.
Los ingenieros tienen apuntado al director de su facultad, Ricardo Torres Naight. Trabaja intensamente con algunos integrantes de su familia Torres–Medina, de largo historial en la UACH.
No ha sido descartado para nada el exdirector de Conta, actual delegado estatal de Relaciones Exteriores, Alfredo de la Torre Aranda, con buena condición académica y política para dar la sorpresa.
El propio director de Educación Física, Francisco Javier Flores Rico, todavía está convencido de que sigue en la lista. Nadie se ha compadecido para informarle al oído que está más frito que las momias de Guanajuato.
El secretario general se impulsa primero él, pero su plan B es Enrique Carrete, el director de la Facultad de Derecho, quien ha provocado altos consumos de aspirinas en el rector Seáñez por tanta migraña ocasionada.
Por la libre se encamina el director de Medicina, Jesús Guadalupe Benavides. Podemos decir que es independiente aunque… forma parte del poderoso gremio de los médicos que ha conseguido la Rectoría en un par de ocasiones. En tono de broma se dice que pertenece al grupo de la bata y las tangas blancas. Eso dicen.
Para mayo del año entrante indudablemente habrá ya candidatos a gobernador y se irá perfilando el sucesor, sea priista… o panista.
Reyes Baeza, de salida, dejó la decisión de la Rectoría a César Duarte, pero César Duarte no ha mostrado seña alguna de que vaya a soltar a otro grupo la candidatura a gobernador, a menos que las actuales condiciones políticas cambien –y suelen cambiar drásticamente– y el cuadro en abril–mayo próximo sea completamente distinto. A ver qué dicen los poderosos grupos priistas opositores a Duarte, a ver qué dice y cómo le va al PAN de aquí allá, a ver qué dice el presidente de la República, que sin decir agua va soltó a mujeres las candidaturas del PRI a los gobiernos de Sonora y Nuevo León…
La UACH merece no sólo un buen rector, sino un excelente rector. Los chihuahuenses merecen una excelente universidad; para ello pagan muchos impuestos…