Los cambios hechos por el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, fueron como el dramático estallido vocal de un tenor, de una soprano, al concluir una bien lograda obra operística de esas que dejan sin aliento al respetable y lo ponen de pie para aplaudir o lo embuten en sus asientos para llorar. La expresión de las emociones es según la personalidad de los asistentes.
El éxtasis pegó de lleno en Chihuahua con el ascenso de José Reyes Baeza a la Dirección General del Issste y, por ende, al Gabinete ampliado del titular del Ejecutivo federal.
El baecismo saltó de sus butacas eufórico. Arturo Proal rompió el récord de llamadas hechas en menos tiempo. Algunos duartistas se lamentaron (junto y quizá separado el vocablo) en La Casona. Posiblemente en su interior contrariados, pero diplomáticos para efectos públicos, el gobernador César Duarte y el alcalde Enrique Serrano enviaron sendas felicitaciones “al paisano” Reyes Baeza por la promoción.
Pero el nombramiento del deliciense en nada modifica el severo conflicto que sufre el PRI chihuahuense. Fortalece sustancialmente a su equipo hacia la búsqueda de los espacios de poder que estarán disputándose el año entrante, pero no habrá tregua con las otras corrientes, en particular con el duartismo.
El más adelantado precandidato del baecismo a la Gubernatura, Marco Adán Quezada, fue denunciado administrativamente el viernes por la Auditoría Superior del Estado ante el Congreso por su responsabilidad en la tragedia del Aeroshow. El duartismo busca inhabilitarlo. Pero el equipo de Quezada seguirá revirando sobre la propia responsabilidad de Palacio en esos mismos hechos.
El equipo ballezano quizá modifique su estrategia o hasta releve a sus punteros, pero no moverá un milímetro su intención de quedarse con el control de la Gubernatura otros cinco años.
El propósito era hacerse del PRI nacional o de algún buen cargo en el Gabinete federal para desde ahí operar con mayor oxígeno el relevo en Chihuahua. Desde allá hubiera sido la cosa más sencilla del mundo encaminarse a entregar la estafeta a cualquiera de casa.
El anhelo por tomar el tricolor ya pasó a la historia, al menos en esta etapa de la vida política del país. Pudiera ser el cargo en el Gabinete, pero de plano suena improbable; antes habría que lavar la ropa sucia en casa.
La conclusión sigue siendo la misma: con dirigencia del PRI o sin dirigencia del PRI, con cargo en el Gabinete o sin él, Duarte conserva indeclinable la convicción de que tiene derecho a mantener a su equipo en el barco.
Igual que Duarte es perseverante, también lo es el baecismo. También lo es la senadora Graciela Ortiz, que busca la Gubernatura en contra de Palacio (o Palacio en su contra, para los efectos es igual) y con la oposición del baecismo del que es originaria y del que formó parte en todo su trayecto de iniciación.
La misma entereza guarda la senadora Lilia Merodio Reza. El movimiento de Reyes la beneficia porque forma parte de sus planes. Si no es Marco Quezada, o Alejandro Cano, u Oscar Villalobos, para los delicienses es la juarense. Parte del equipo trabaja con ella. Se mantiene firme la legisladora en su oposición a los delfines del gobernador, Enrique Serrano y el ballezano alcalde chihuahuita Javier Garfio.
Contra viento y marea, Héctor “Teto” Murguía ha conservado su buena relación con el duartismo, al que se enfrentó por la Gubernatura en el 2010, pero su disposición es de menos cero con Serrano y otros duartistas que le han metido zancadillas durante los últimos años.
No cambia tampoco la escena con el último actor que se integró de lleno en la pelea por la candidatura a gobernador, el también juarense Víctor Leopoldo Valencia. Es quizá el priista más repudiado por el duartismo, integrante del baecismo desde adolescente.
Es indudable, entonces, que la guerra civil tricolor continuará aunque haya provocado gran impacto en Chihuahua el arribo de Reyes a la dirección del Issste.
Obligado como está por las circunstancias a redefinir acciones y estrategias, tanto por su intención de heredar como por el fin propio de su Administración y todo lo que ello implica, Duarte Jáquez deberá reflexionar profundamente en ese panorama explosivo que sufre el PRI chihuahuense, en los posibles cambios en el Gabinete y, sobre todo, en la estrategia de imagen que va dejando en una sola mano, Gilberto Mauricio (craso error: enfocado en redes sociales y no en medios convencionales). Insiste Mirone, el golpe de timón sigue siendo apremiante. No se requiere ser experto en política internacional para concluir que las cosas no alcanzarán buen puerto si las conductas y estrategias siguen siendo las mismas. Solo unas semanas nos separan del quinto y último informe duartista; ahí veremos los síntomas con mayor claridad.
El Instituto Nacional Electoral se adueña…
El coco no viene, el coco ya está aquí. Las burlas discriminatorias, ofensivas y denigrantes que dirigió Lorenzo Córdova hacia la lengua e idiosincracia de un grupo indígena del sur del país no fue un “uuupss, se me salió…” No, esa es su conducta general como presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), y esa conducta ha permeado a toda la soberbia estructura humana de ese organismo.
Desde ahora Mirone lo vaticina: los actores políticos chihuahuenses y la ciudadanía toda cargarán su cruz en el INE el 2016 (la carga desde ahora) si desde ya no le ponen las peras de a peso a sus directivos y les recuerdan que ese organismo fue constituido para ayudar, para definir algunos asuntos de carácter jurisdiccional en las entidades, no para aplastar ni mucho menos para tomar decisiones que le corresponden a Chihuahua o a los estados de la República.
Alejandro Sherman Leaño, el mastín del INE en Chihuahua, ha brindado sus propios ejemplos de prueba sobre lo anterior. Tomó el control de la estructura y organización electoral y pasó por encima de todo mundo para hacer lo que le ordenó Córdova. Ni de Chihuahua es Sherman, qué más le habría de importar.
No es exageración de Mirone, pero desde el gobernador del Estado hasta los precandidatos y los dirigentes de los partidos debieran estar poniendo manos a la obra y rescatar para el estado la organización de la elección. De no hacerlo, los devorará a todos.
Veamos: cuando la madrugada del 9 de diciembre de 2014 el Instituto Nacional Electoral sesionó “de manera extraordinaria urgente”, pocos advirtieron que el organismo se preparaba para iniciar una verdadera intromisión en la autonomía no solo de los organismos electorales estatales, sino de los propios estados. El pretexto en aquella ocasión era aprobar los lineamientos para las coaliciones entre los partidos ¡en las elecciones locales..!
El INE justificó que hacía uso de la facultad de atracción respecto a la solicitud de registro de los convenios de coaliciones a nivel local en los comicios de 2015 para evitar que hubiese un tratamiento diferenciado en las distintas entidades con comicios concurrentes sobre la misma norma (convenios a nivel nacional).
La verdadera y espantable historia es que el Consejo General sesionó para aprobar los convenios de las elecciones federales.
Los consejeros electorales de entidades como Michoacán, Morelos, Colima, Estado de México y los demás con elecciones concurrentes con las federales, apenas atinaron a protestar débilmente que los convenios debían realizarse de acuerdo con las circunstancias locales. El INE contestó simplemente que ya habían aprobado el acuerdo general conforme a sus atribuciones.
Otro. Apenas en mayo del presente año, el Consejo General del INE anunció que habría redistritación en Chihuahua y en otros 12 estados de la República para las elecciones del 2016. De nada valieron las explicaciones de que en Chihuahua la última distritación se había realizado apenas en 2012 cumpliendo con todos los lineamientos y parámetros exigidos, y que incluso el todavía IFE había reconocido el trabajo realizado.
La respuesta de los consejeros nacionales fue que estaba muy bien lo hecho en Chihuahua, pero habría redistritación porque la habría y “porque tenemos la atribución para hacerlo”.
Esa misma atribución es la que no solo permite al INE hacer y hacer distritaciones, sino que lo obligaba a realizarla también para las elecciones de junio pasado, pero ahí sí encontraron una excusa para brincarse el procedimiento: un partido interpuso un recurso.
Lo curioso es que en el discurso el consejero presidente del INE Lorenzo Córdova Vianello y los demás consejeros nacionales afirman una y otra vez que solo pretenden ser colaboradores, coadyuvantes, es más, hasta “asesores” de los órganos locales electorales, tal como ocurrió en la visita que realizaron a Chihuahua el 9 de julio, pero la realidad es una muy distinta.
La reforma electoral de 2014 no otorga al órgano nacional mayores facultades que nombrar a los integrantes de los consejos electorales locales, realizar las tareas de fiscalización y capacitación electoral y a celebrar convenios necesarios con los organismos locales, incluso a realizar ellos la elección siempre y cuando así lo solicite el órgano estatal.
Cuando se decretó la creación del INE en lugar del IFE, en la Constitución federal no desaparecieron los órganos locales electorales; al contrario, se reafirmó que estos son organismos públicos que gozan de autonomía, que fomentan el desarrollo de la vida democrática y la participación ciudadana, mediante el fortalecimiento de la cultura cívica y política del estado que representan, por medio del ejercicio del sufragio y la organización de los procesos electorales constitucionales locales.
Tampoco les quitaron la atribución de organizar las elecciones de gobernador, diputados locales y miembros de los ayuntamientos (incluido el síndico), salvo –dice la legislación– cuando ese órgano se declare incompetente y solicite la intervención directa del INE, para garantizar los derechos y el acceso a las prerrogativas de los partidos políticos y candidatos.
Fue todo lo contrario lo vivido este año. Hubo intromisión hasta en el diseño de las boletas electorales que se utilizarían el día de la jornada, por más simplista que se oiga.
Ciertamente la ley faculta al INE para asumir las funciones correspondientes a la capacitación electoral, así como la ubicación de las casillas y la designación de funcionarios de la mesa directiva, pero también dice claramente que “en los procesos electorales locales, se entenderán delegadas esas funciones a los organismos públicos locales” y el INE podrá asumirlas pero debe tener una buena argumentación.
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No se trata únicamente de pretender o sentirse superiores en términos electorales, sino que hay dos situaciones en las que los consejeros electorales del INE actúan con sobrada soberbia:
El pasado 11 de agosto, el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, dejó claro al término de una reunión con vocales ejecutivos del Instituto en las entidades donde habrá elecciones que “no pretenden ni delegarán absolutamente nada a los organismos locales”, así nada más.
Para colmo, la reunión se realizó para analizar los aspectos de capacitación electoral y contratación de supervisores y capacitadores de los futuros funcionarios de casilla en las elecciones locales, pero sin que estuvieran presentes representantes de los organismos públicos locales electorales (Oples) que tendrán a su cargo dichos comicios.
Fue una reunión en la que además de todo se interpretó como el banderazo de arranque a los procesos electorales locales 2015–2016, en los que el INE no tendrá elección federal, pero sí se prepara –dijo Córdova– para entrar de lleno en la intromisión, perdón, organización, de lo que les toque en el proceso.
La preocupación de hacer la reunión de capacitación con tanta anticipación se entiende sobremanera. Para la elección de junio pasado significó un desastre la búsqueda, convencimiento y preparación de los funcionarios de casilla, quienes en un muy alto porcentaje abandonaron su responsabilidad el día de las elecciones, muchos más evidenciaron la mala capacitación y casi después del medio día, casi un 50 por ciento de las casillas se instaló con los ciudadanos de fila.
El encuentro que refiere Mirone, celebrado en las oficinas centrales del INE, no duró más allá de una hora. Ese es el tamaño de la preocupación por escándalo del pasado 6 de junio y de lo que se viene.
Lo más lamentable es que el “gran jefe de la gran tribu totonaca” dijera tajante a los medios de comunicación que no delegarán ninguna responsabilidad a los Organismos Públicos Locales Electorales de los estados en los que habrá elecciones: Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Durango, Hidalgo, Nayarit, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Chihuahua
Eso –es decir, no delegar y sí actuar más activamente– implicaría –obvio– pedir mayor presupuesto.
Pero sí dejó claro que de ninguna forma está en la ruta del INE delegar absolutamente nada. Según Córdova Vianello, son “atribuciones muy complejas” que requerirán mucho mayor presupuesto porque “tendrán que ser muy responsables”. (Noticias MVS, 11 de agosto de 2015).
Otra situación que lo motiva a no delegar, a pesar de que pedirán mayor presupuesto para intervenir en las elecciones de los 13 estados, es que el INE cobra por cualquier aparición, presentación, servicio, etc., no solo del uso del Padrón Electoral y del Listado Nominal, sino de cualquier consulta, mirada o saludo. Todo tiene su precio.
Tan es así que el INE está cobrando a los Oples donde hubo elecciones concurrentes este 2015 la nada despreciable cantidad de 75 millones de pesos por sus “servicios”.
Antes de ser el INE el monstruo que es ahora y en el que, insistimos, pocos han reparado, ya cobraba hasta 9 millones de pesos por prestar el Listado Nominal para realizar las elecciones en un estado como Chihuahua, eso a pesar de que cuenta con presupuesto para hacer el trabajo y para ofrecerlo a los estados.
Una más. Por otra parte, el gran jefe INE muestra su desdén en la elección de los consejos electorales, con entrevistas en las que los consejeros están distraídos como “leyendo” algo, revisando el celular de manera por demás grosera, con preguntas sin ilación ni que aporten algo a la democracia mexicana.
En las entrevistas de los interesados que han llegado a la última etapa del proceso de selección, los pobres aspirantes se ven apabullados desde el principio: desde su ingreso al recinto y para evitar hacerles mala cara, los consejeros hacen como que están revisando los documentos del curriculum y luego les avientan preguntas intrascendentes.
Los consejeros entran tarde a la sala de las entrevistas; al menos hay uno de los entrevistadores, pero el que se incorpora llega y hace la misma pregunta que ya le hicieron a él o a ella que muere de nervios en una incómoda silla de mesa de comedor barato.
Solo le falta a los encargados de las entrevistas decirles a los interesados que están ahí porque así lo dice la convocatoria y porque son televisadas en vivo vía Internet, pero que ellos ya han tomado la decisión y que está por demás estar gastando el tiempo.
Así las cosas en el “extranjero” INE, dueño del destino político del estado.