Aun a las 10 de la noche del domingo, Teto Murguía sufría el dolor de los condenados. Su “compromiso político”, María Ávila, aparecía unas veces abajo de su oponente Xóchitl Contreras, y otra apenas unos lastimosos votos encima.
Terminó el domingo. Los panistas se fueron a la cama atropellados por el carro completo, pero insólitamente complacidos por haberlo abollado con la “victoria” en el tercero y la joya de la corona, el sexto de Chihuahua capital.
El martirio para Teto aminoró hasta el nublado lunes por la mañana, cuando la junta distrital del Instituto Nacional Electoral (INE) concedió a la millonaria hija de la partidocracia un par de centenas más de votos sobre la contendiente panista.
Fue en ese momento que Murguía Lardizábal saltó de la “oscuridad” y gritó la paternidad íntegra de la operación electoral, no únicamente en el distrito tercero, sino también en el segundo, que no tuvo problemas para ser ganado porque el PAN envió a un bulto como competidor, igual que en el primero.
Teto se apresuró a publicitar su crédito en el tercero, no porque haya sido el responsable del compromiso político, eso lo sabía todo mundo: lo gritó porque él había sugerido la posibilidad de recibir un distrito para ser él candidato y convertirse en diputado federal, y de ahí continuar con sus oscuras intenciones de buscar la candidatura a gobernador.
Desde Palacio de Gobierno le mandaron el tercero, pero no para representarlo como candidato, sino para dirigir la campaña de madame Mary, la señorona propietaria del transa Partido Verde en el estado.
Lo que no se supo a lo largo de la embarazosa campaña es que Teto ardía de bilis en sus entrañas porque fue dejado completamente solo por el Municipio y debió afectar sus ahorritos para no convertirse en otro de los atropellados. No le ofrecieron ni buffet gratis en Las Cazuelas. Una vez ganado le puso nombre al “boicot”: Enrique Serrano, el alcalde de su propio partido.
En las horas siguientes, los operadores del exalcalde desahogaron el coraje “del jefe” platicando fuera de libreta a los periodistas la “verdadera” historia de la campaña por el tercer distrito.
Durante la noche del domingo y primeras horas del lunes, Murguía todavía albergaba la secreta esperanza de que el duartismo le mandara alguna banda ballezana para que tocara fanfarrias por el triunfo. Nada
De inmediato se puso en acción antes de que, al contrario de las felicitaciones, le repitieran una escena como aquella cuando el entonces candidato a gobernador mandó a René Franco, Memo Dowell, Nacho Duarte y Nora Yu para manifestarse ante el delegado especial del PRI, Miguel Ángel González, contra la nominación de su partido a la Alcaldía, la candidatura del propio Murguía.
Ayer de plano ya fue el mismo Teto de siempre en el jubileo de don Renato Ascencio León. Disfrutó de sus propias risotadas y saludos sonoros ante un Serrano inmutable e introvertido.
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Esa actuación de Teto por lo ocurrido en el tercer distrito ratificó que la confrontación por el 2016 tendría como paréntesis solo una o dos semanas previas a la jornada electoral del pasado domingo.
Moría el exalcalde de angustia. El eventual muertito de la derrota de Ávila se lo hubieran cargado a él y lo hubieran reducido a un panista Mario Mata, perdedor por la diputación del quinto distrito y considerado ya uno menos en la despiadada carrera por la Gubernatura.
Los puntos sobre las íes de Teto en relación con su crédito en el tercero tuvieron inmediata respuesta: el anuncio público del alcalde, Enrique Serrano Escobar, en el sentido de que está interesado en buscar la Gubernatura, la de dos años, la de cinco o la que sea.
Fue contraproducente la discreta queja presentada por María Ávila ante el gobernador Duarte el miércoles por la mañana, cuando asistieron los diputados electos a un evento realizado en las oficinas estatales del Pueblito Mexicano.
Ella expresó su inconformidad por la falta de apoyo del Municipio durante su campaña. El mandatario prometió “revisar”. Minutos más tarde, Serrano Escobar confesaba en público lo que el público ya sabía. Los efectos mediáticos buscados no se hicieron esperar, sobre todo en los medios electrónicos.
A la manifestación futurista de Serrano le añadió la Alcaldía unas gotas de mensaje intimidante contra Murguía por los deslaves en el Camino Real y la posibilidad de su cierre. La dirección del golpe no tiene duda. Del Plan de Movilidad Urbana ya no pueden sacar raja porque el paquete está integrado por Teto, Serrano y Palacio; solo les queda, en efecto, el Camino Real y alguna sorpresa menor más.
Las hostilidades hacia la Gubernatura, pues, siguen. Y serán más intensas entre los propios priistas porque son ellos los que dominan realmente el teje y maneje del territorio electoral.
Es cierto que le temen a la votación masiva, pero es también verdad que se han convertido en expertos en manejar escenarios de control definido para la abstención y distribución férrea del voto duro.
El conocimiento de todo ello no lo tiene exclusivamente el gobernador Duarte, por hoy con el control del PRI en el estado, lo tiene muy bien aprendido Teto y lo tiene cualquiera de los otros y otras que han manifestado su abierta intención de suceder al ballezano. La pelea será ruda. Ya es ruda.
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A los escarceos ásperos entre Teto y el duartismo que ha colocado como su portaestandarte a Serrano, no se sumaron de inicio Graciela Ortiz González ni Lilia Merodio Reza, las senadoras de la República anotadas para la nueva jefatura de Palacio; tampoco dijo nada el baecista exalcalde chihuahuita Marco Quezada, que tiene una apuesta muy alta para la etapa electoral próxima: superar el veto del Gobierno estatal.
Hay quienes, dentro de la clase gobernante, se han atrevido a sugerir culpa de Quezada en la derrota del PRI en el municipio de Chihuahua y particularmente en el distrito seis –que le ha dado al PAN la esperanza de competir con posibilidades de triunfo en el 2016–, pero la desmesura se ha caído por sí sola.
Ya no cabe duda sobre la culpabilidad de los operadores priistas actuales en esa derrota, y particularmente en el Jorge Espinoza de César Jáuregui que ha sido el alcalde Javier Garfio para el gobernador Duarte.
El ballezano edil chihuahuita ha representado el chasco del siglo para su jefe político, quien lo quiere bien y lo seguirá estimando y queriendo por toda la vida, pero si a alguien debe aplicarse la frase de inicio de sexenio “a los amigos en casa y a los más competentes en el Gobierno”, es a Garfio.
Garfio podrá ser bueno para alguna cosa, pero no para administrar la capital del estado. No tiene actitud de político, tiene conducta de ranchero perdonavidas, malo para aceptar errores y enemigo del gesto y la palabra amable.
Los chihuahuitas salieron a votar en un promedio considerablemente mayor al resto del estado, que apenas alcanzó el 30 por ciento, porque detestan a Garfio y por un par de agravantes más nada insignificantes: han sido sometidos a grosera tortura cotidiana con el nuevo transporte urbano ViveBús y porque no les agradó que en las fiestas patrias les hayan cambiado el clásico Huapango de Moncayo por la presencia de Juan Gabriel en esa fiesta nacional y otras muchas más. Todo, pero con medida.
Garfio, entonces, que se dé de santos si lo dejan terminar su trienio. Antes de la jornada electoral seguía entre los “placeados” por el gobernador para disputar el 2016, pero después del estropicio no hay milagro ni de mercadotecnia que seriamente lo pueda seguir contemplando como ganador en una campaña constitucional por la Gubernatura.
“Alguien” lo puede imponer como candidato –hasta eso suena remoto–, pero no sacaría más votos que los obtenidos por el candidato independiente en el tercer distrito de Juárez.
Graciela Ortiz y Lilia Merodio guardaron muy prudente silencio después de la jornada electoral. No aparecieron, tampoco desaparecieron. El resultado electoral no varió ni en un milímetro su ánimo firme por seguir adelante.
Ambas revisaron detalladamente los intercambios entre Serrano y Teto. Ambas se sorprendieron por el pronunciamiento público de Serrano sobre la Gubernatura, pero sus consideraciones las reservaron para sus cuartos de análisis.
Están madurando opiniones al respecto, pero los periodistas solo las podrán conocer si se acercan a los eventos que tienen programados para los siguientes días en distintas partes del estado. Su precampaña seguirá de manera normal aun contra la opinión del primer priista del estado.
También hará lo mismo Marco Adán Quezada con recorridos particularmente por lugares donde es desconocido, como Ciudad Juárez y zonas muy hacia el sur del estado, como Parral y la región serrana.
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Duarte seguirá en su corcel futurista con Serrano bien amarrado en ancas. Intensificará su presencia en la república –no se ha detenido–, buscando la cristalización de su proyecto para formar parte de la Presidencia de la República o colarse hasta la jefatura de Los Pinos, y al mismo tiempo asegurar escudo para su espalda en Palacio de Gobierno.
Los resultado electorales federales no fueron óptimos, pero fueron suficientes para Enrique Peña Nieto. Perseguía la “gobernabilidad” en la Cámara de Diputados, y la alcanzó. La compartirá con el Verde, pero la tendrá.
César Duarte aportó ocho buenas diputaciones a ese propósito; quería las nueve peleadas en el estado, pero le abollaron la intención Juan Blanco y la ultraderecha panista en el célebre distrito seis.
Dígase lo que se diga, es una aportación importante a Peña. En el Distrito Federal, Yucatán, Querétaro, Jalisco, Nuevo León, las Bajas, etc., el PRI quedó reducido a mirón de palo; por lo tanto, ocho diputaciones no son nada despreciables. Para Duarte, en contrario, aparecen las derrotas en los estados donde intervino para respaldar la búsqueda de gubernaturas: Michoacán, la Baja Sur, Nuevo León, Querétaro…
Esos factores, sumando el manejo de su Administración y el manejo del PRI en el estado, integran el conjunto de las valoraciones que lleven a definir el tamaño de su fuerza en el objetivo de saltar a Los Pinos y de conseguir que la gerencia de la Administración estatal sea tomada por su fiel Serrano.
Los jefes nacionales del PRI tienen como factor de evaluación a un panismo chihuahuense institucionalmente agónico, pero bastante fortalecido en su facción de ultraderecha Dhiac–Opus Dei, Legionarios, etc., con Juan Blanco como su cabecilla.
El análisis de esa fuerza debe observarse hacia el PAN, por supuesto, pero sorprendentemente también hacia el PRI donde, con el resultado en el sexto, fue corroborado que mantiene controles e influencias inimaginables. Más allá de la propia culpa garfista.
En el sexto, ya lo ha dicho Mirone, hubo operadores troyanos que apoyaron a Blanco desde el tricolor. No es un mal menor, es un cáncer que acaba de propiciar la derrota priista en el municipio de Chihuahua, y tanto el gobernador Duarte, el alcalde Garfio y hasta el rector Seáñez, saben claramente en qué sectores de sus respectivas nóminas aparecen.
El panorama no es fácil para Duarte. El 7 de junio consiguió ocho diputaciones, pero no la viabilidad cierta de sus proyectos. La minigubernatura suena remota, suicida. Los vetos que impuso se han vuelto contra él mismo en Chihuahua y en el país. Su habilidad y su audacia serán sometidos nuevamente a prueba en las siguientes semanas.
Presidente del Tribunal paga curso a sus candidatos a consejeros electorales
No conforme con los escándalos jurídicos y necesariamente mediáticos que se suscitan tras cada proceso de selección a consejeros de lo que sea, durante la semana que hoy culmina se le metió más ruido al tema de la conformación del Organismo Público Local Electoral (OPLE) que vigilará precisamente el 2016 y quizá más allá.
El exmagistrado electoral, súbito magistrado de la Sala de Control Constitucional y sumarísimo presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, José Miguel Salcido Romero, ha sido sorprendido controlando los órganos electorales.
Tiene echada toda la carne al asador para buscar amarrar las siete posiciones que conformarán el consejo general del nuevo órgano que sustituirá al Instituto Estatal Electoral.
Primero Salcido mandó a que se inscribieran todos sus alfiles, es decir, aquellas personas que reúnen los requisitos impuestos por el INE y, claro, que le deban lealtad en el Tribunal Estatal Electoral y en el TSJE; y no está de más decirlo: se trata de casi puro estudioso de las leyes, con alguna excepción.
Luego, sabedor a profundidad del poder que representa mantener las riendas en lo electoral, el también ballezano echó mano de la caja del Poder Judicial de la entidad para contratar nada más y nada menos que un modesto cursito que cuesta al erario 300 mil pesitos y tiene la finalidad de poner como navajitas a sus muchachos y muchachas; solo a ellas y ellos, nunca una convocatoria abierta a los 165 aspirantes, quede claro.
El curso, según fue confirmado por hábiles fuentes mironianas en el Valle del Anáhuac, es importado e impartido por las mismas personas que elaboran el examen que se aplicará a los suspirantes, cuestión que paró de uñas a más de cinco que sintieron en la basura el dinero que gastaron en copias y fotos exigidas por el INE para participar en la convocatoria.
Por eso, el viernes que Salcido Romero escribió en su cuenta de twitter @josemiguelsr: “Muy contento porque hemos llegado a más de 4 mil estudiantes de secundaria y a mil 200 familias con el programa @soylegalchih”, varios en chihuahuitas tierras soltaron la carcajada, ya que si bien al señor presidente le encanta aumentar la matrícula de los cursos con base en el erario (sin importarle que ese sea trabajo de la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte), es muy incongruente con el hashtag “soylegal”, pues hasta para los niños de primaria meter focha no es algo congruente con la ley y sus procedimientos.
Ya fuera de tonos lúdicos, la verdad es que Salcido Romero puso en riesgo el proceso al desviar recursos, es decir, hacer uso amoral de dineros públicos para favorecer a sus postulados en un afán de control político, dejando mucho que desear para el hombre en el que se deposita el poder de interpretar la ley para impartir justicia.
En el PAN, como era de esperarse, continúan las fricciones
Mientras en el PRI todo es fiesta y algarabía (excepto en el Distrito 06, por supuesto), en el PAN estos son tiempos de lágrimas, culpas y catarsis.
Ayer hubo un ejercicio de esto en sesión de la Comisión Permanente, en la que convergen las principales cabezas del blanquiazul; ahí se vieron cara a cara Mario Mata, Mario Vázquez, Héctor Ortiz, César Jáuregui Moreno, entre otros líderes panistas.
El tema central de la reunión era el análisis de lo que le pasó al PAN en el proceso electoral, en el que el dirigente estatal aseguraba que ganarían cuatro de 9 distritos; vaya, en el peor de los escenarios, mantener el 03 de esta frontera y recuperar el 06 de Chihuas capital; pero no, el resultado no fue ni cuatro, ni tres, ni dos, solo uno.
Pero a pesar de la chamuscada los líderes panistas demostraron que no están todavía en sintonía; Héctor Ortiz, que había estado pidiendo la cabeza de quien a su parecer es el principal culpable, Mario Vázquez, llegó a la reunión un poco más mesurado y pidió que entre todos buscaran el método más adecuado para reconocer la derrota, entenderla y corregir los errores, porque el tiempo ya les cayó encima y necesariamente deben reponerse para estar en condiciones de hacer un mejor papel el siguiente año que se juega la Gubernatura. Pero otros andaban todavía con la espada desenvainada.
Ortiz pidió que tuvieran los suficientes pantalones para reconocer el fracaso, visualizar la situación en su justa dimensión y actuar conforme a ello, pero el excandidato del Distrito 05, Mario Mata Carrasco, lejos de inclinar la mirada, se alzó airado en contra de Ortiz y lo acusó de haberlo traicionado, de haber jugado en su contra y que por eso perdió.
La reacción de Mata desubicó a Mario Vázquez y a su equipo, porque pensaban que el excoordinador de los diputados panistas no les daría tregua ante los míseros resultados obtenidos, y esa postura de Mata contra Ortiz daba al traste con ese escenario inmejorable para ellos, pues ya estaban encaminados al cadalso. Esto motivó a varios a detener al deliciense que parecía desquiciado.
Héctor Ortiz rechazó categórico esa acusación y le recordó a algunos que aunque lo hubiese querido no le alcanzaba para hacerlo perder, porque no únicamente perdió Delicias, donde es alcalde su coequipero Jaime Beltrán del Río, sino que Mata fue derrotado en los 17 municipios que componen el Distrito 05.