Las disculpas de Cabada: el arte de pedir perdón a las puertas de una campaña electoral
También en este asunto la Fiscalía General de Chihuahua se desentendió, pero Héctor González y sus astutos abogados invocaron a una Fiscalía federal, la que encontró que sí había materia para investigar el arrebato contra el periodista, presenciado por decenas de curiosos comensales. Al día de hoy las cosas cambiaron y los dos Héctores, el alcalde de Juárez y el conductor de noticias se sentaron a fumar la pipa de la paz, lejos del Mochomos por ahora. Héctor González pedía una disculpa pública para retirar la denuncia y limpiar su honor, lo que finalmente consiguió. El arrepentimiento de Cabada tiene su historia porque entra en campaña, y siendo aspirante a una diputación federal plurinominal por Morena debe tener un expediente impoluto de acusaciones y procesos judiciales, un escenario donde la disculpa estaba obligada.
Ambos son tocayos y conductores de noticias, saben de qué pata cojea cada uno. Cabada es de mecha corta y no le gustan los balconeos en los noticieros "prime time", donde le recitan las deficiencias de su administración. El otro anda todavía algo desbozalado, urgido por lanzar al arco la nota principal del día. Ahí en el fondo Héctor González sabe que el equilibrio es un arte complicado, el arte de no ser ofensivo y a la vez ejercer un periodismo crítico es cada vez un bien más escaso en estos tiempos.
Pasaron tres años hasta que por fin un apretón de manos cerró el pleito que dio abundante material de morbo para la prensa del escándalo. En un futuro no muy lejano es probable que los dos alegres tocayos se vuelvan a topar en el Mochomos, compartiendo un delicioso pulpo y unos suculentos camarones flameados a la Bacanora, con la respectiva espumosa, un encuentro que no estaría nada mal.
Sin embargo, la postura rígida y la mandíbula trabada del alcalde con licencia dejaron claro un lenguaje corporal que dice más que mil palabras. Cuando jaló la mano del periodista Héctor González hacia su cuerpo le marcó la cancha y se quedó con la pelota como diciendo "te pido disculpas, pero nada más". Mirone sabe que el poder está para ser ejercido, no se comparte y no se entrega. Quizás el Mochomos tenga que esperar un buen rato.