El gobernador del Estado, César Duarte Jáquez, está llevando el ejercicio del poder público a escenarios inéditos de osadía traducidos en acciones sin precedentes, inconvencionales y desafiantes. Parece dispuesto a asumir cualquier riesgo, aunque se rompa la liga en relación con todo oponente, como ha ocurrido con Jáuregui, Marco, Lilia, Graciela, Camacho, Osorio…
Avanza el César sin freno en medio de un murmullo ensordecedor de crítica y oposición social, partidaria panista y partidaria priista, que señala a distancia y en privado con adjetivo letal pero sin afectación en los espacios tangibles de poder. Aún.
Hace meses ha venido Mirone revisando la personalidad del gobernador y compartiendo los análisis con sus lectores. Hemos dicho que no le arredra, intimida ni modifica sus decisiones la crítica, tenga sustento o no tenga sustento.
Es hábil en extremo. Tiene controlado a medio PAN en el estado, control total del resto de los partidos políticos en el Congreso e influencia importante a nivel nacional.
Su pericia impidió que la crítica social se reflejara en las urnas operando magistralmente una votación reducida que colocó a Chihuahua como el estado más abstencionista del país, pero consiguió los triunfos que buscaba. El PAN dejó cientos de casillas por completo en el abandono. El Instituto Nacional Electoral estuvo desaparecido del mapa chihuahuense.
La elección del 7 de junio le dio ocho diputaciones al gobernador, que son mostradas como prueba de ratificación ciudadana hacia su Gobierno. Así es vendido el resultado para efectos fríos, prácticos. Así estuvo calculado. El distrito seis reventó el termostato del voto duro porque asistió a las urnas más del 45 por ciento de su padrón electoral contra el menos 30 en promedio estatal.
Fuera del sexto distrito se mantuvo, y se mantiene, en riesgo el tercero de Juárez (por la impugnación) que también estaba calculado entre “los dos únicos que se podían malograr”, pero con otra jugada de dos bandas: perdía el Verde con María Ávila, no el PRI, y quedaría desacreditado su responsable electoral, Héctor “Teto” Murguía, que le hace mosca a los proyectos electorales de Palacio. Nada fuera del guion.
Prácticamente ha quedado atrás el 7 de junio. Fue como una prueba diminuta para el gobernador, que por pura necesidad debía enfrentar para seguir de frente en sus objetivos de control estatal más allá del 2016 y de trascendencia hacia el poder nacional.
¿A poco de veras usted cree que el gobernador pueda dejar sucesor y pueda llegar a Los Pinos si su caso es peor que el de Moreira?, le preguntó a Mirone un cercano al gobernador; más que cercano, su amigo. “No sé si le alcance, pero hasta ahora lo que ha querido lo ha conseguido, salvo cuando buscó –en otro tiempo– hacer candidato a gobernador a Artemio Iglesias”, contestó el escribidor.
Un brevísimo paréntesis: ese amigo del gobernador es de los que le hablan con objetividad y franqueza, no de los que “escucha al oído para chismes”, como Everardo Medina (que se presume también asesor político); Pedro Hernández, que se acerca al gobernador como salido de su caracol; Javier Garfio, al que hasta su amigo Gabriel Aude critica por haber obtenido la profesión de ingeniero de panzazo, y otros de los que en tema especial daremos cuenta (“un Gabinete donde algunos cerebros cargan a las rémoras”, podríamos titularlo).
Sigamos con el tema central:
Hasta los políticos más experimentados y con mayores tablas en su terreno respondieron hace semanas con abierta incredulidad sobre las intenciones metachihuahuenses de Duarte.
También consideraron una broma “cumpleañera” la Gubernatura de los dos años y aseguraron con plena certeza que el Gobernador habría atendido la oposición inmensamente mayoritaria contra los matrimonios gay e impediría que la aprobara el Congreso.
Las dudas fueron despejadas cuando el gobernador se autodestapó directito para Los Pinos, cuando los nanopartidos y el PRI firmaron la iniciativa de ley para reducir el periodo de la Gubernatura a dos años, cuando se destapó como precandidato a gobernador el alcalde Enrique Serrano, y ahora que el Congreso se apresta a la apertura legal para los matrimonios homosexuales. Todo está junto con pegado. Todo va engarzado en la estrategia de Duarte por fortalecer sus riendas del poder público. En la receta, lo que sea necesario.
Alguna tinta ha corrido sobre las encerronas habidas entre los diputados locales de oposición con el gobernador Duarte y sus operadores políticos.
Días después del 7 de junio han sostenido distintas reuniones para dar forma definitiva a la iniciativa de ley sobre la minigubernatura. El líder parlamentario del PRI, Rodrigo de la Rosa, ha definido que se trataría de un minigobierno de “transición” negociado entre los partidos representados en el Congreso (se supone hasta ahora que salvo el PAN) que se distribuirían las distintas secretarías del Poder Ejecutivo estatal. Así lo dijo.
El acuerdo entre ellos es que el dictamen correspondiente sea presentado en comisiones esta misma semana y de inmediato someterlo a la respectiva votación.
En el paquete de la negociación aparece, insólitamente, ese tema que no tiene nada que ver con el aspecto electoral, sino más bien con la cultura y las costumbres de los chihuahuenses convertidas en leyes: el matrimonio.
La diputada del Partido de la Revolución Democrática (PRD) Hortensia Aragón ha entregado todo su apoyo a Palacio de Gobierno por múltiples posiciones de Gobierno para sus partidarios y familia.
Pero no quedó la legisladora conforme con ello y está a punto de conseguir la cereza del pastel (antes de irse a la Cámara federal de diputados, pues es legisladora electa) con la apertura de la ley de Chihuahua a los matrimonios entre homosexuales, incluidos todos los derechos, como el de adopción. Ella se ha quejado recurrentemente sobre los obstáculos cotidianos en su relación personal con otra mujer y se propuso desde hace tiempo lograr la reforma.
En el momento que fue planteada dicha iniciativa hubo una reacción multitudinaria en contra, hoy reducida a moneda de cambio entre unos cuantos legisladores sin mayor discusión de forma y fondo que la repartición de poder entre los diputados del PT, PRD, Verde, Panal, Movimiento Ciudadano y PRI. Se han volado la barda.
En unas cuentas semanas la diputada promotora de la iniciativa regresará a la Ciudad de México, donde ha radicado la mayor parte de su vida, y dejará a los chihuahuenses con una disposición legal producto, no de un consenso ciudadano, sino de un interés circunstancial político ajeno por completo siquiera al tema.
Debe mencionarse que ella hizo mancuerna durante dos buenos años con el coordinador parlamentario del PAN, César Jáuregui, con quien logró muchos acuerdos legislativos y le hizo creer que así seguirían hasta el final. Apenas le apretó la llegada de temas como los dichos, Aragón traicionó una y otra vez a su “amigo” Jáuregui hasta reducirlo a nada, pues en los hechos la diputación panista con sus siete legisladores nomás tiene voz, no voto. Era importante con los votos del PRD, PT y MC…
Las reuniones privadas de trabajo se han convertido en tortuosas e incómodas. Hortensia le ha reclamado a Jáuregui supuestamente haber filtrado sus números de celulares a líderes sociales y provocar ambientes negativos que podrían ocasionar violencia entre la sociedad. En el colmo de la vacuna política mediática, lo ha acusado de cualquier cosa que le pudiera ocurrir, como si César tuviera perfil del Chito Solís.
Al mismo tiempo que siguió trabajando la cocina en el Congreso del Estado, desde Ciudad Juárez lanzó Enrique Serrano su destape por la candidatura a gobernador. El priismo reaccionó, como ha sido en este sexenio, silenciosamente azorado, no tanto por la determinación serranista, sino por “los tiempos”. Es muy temprano, dijeron unos todavía incrédulos.
Otros y otras apuraron el paso sabedores de que el gobernador tiene dos banderas de arranque, una que ya subió para sus coequiperos y otra que mantiene abajo para el resto; esta segunda la estaría levantado por allá cuando surgiera la convocatoria oficial “del partido” para elegir candidato a gobernador.
Por si había alguna duda, el jueves se asentó el alcalde juarense en el corazón político del estado, la capital Chihuahua, en un salón que pudo ser seleccionado tan solo por el nombre: Victoria. Sostuvo encuentro con más de 70 periodistas, organizado por su operador principal para esos efectos, José Vidrio, y por su delegado “plenipotenciario” en Chihuahua, Guillermo Terrazas.
Duarte terminó así la segunda semana después del 7 de junio con el cuchillo encajado en mantequilla. Los opositores a Duarte dentro del PRI siguieron trabajando en lo suyo, pero férreamente comprometidos con un voto monacal de silencio. Murguía mascullando estrategias en Tetolandia y avanzando en el Distrito Federal; Graciela Ortiz concentrada en integrar adecuadamente su ejército de campaña con algunas apariciones públicas; Lilia Merodio, en mantener presencia masiva por todas partes, incluido un auténtico mitin ayer de seis mil gentes en Jiménez para celebrar el Día del Padre; Marco Quezada operando con su equipo por todos los rumbos del estado; su equipo, integrado por una gran cantidad de “priistas insurrectos a Palacio” liderados por los diputados Eloy García Tarín y Teporaca Romero, así como por sobresalientes funcionarios y exfuncionarios federales y estatales. No hablan de precampaña, pero siguen avanzando de ladito.
Los llamados caballos negros o posibles tiradores en la Gubernatura de dos años recibieron mensaje de freno: Marcelo González, Mario Trevizo y el presidente del Tribunal de Justicia, José Miguel Salcido. González Tachiquín la brinca como la pongan: campaña electoral o designación; Trevizo y José Miguel, solo mediante designación ante la eventual figura del gobernador sustituto para el periodo de dos años.
Los nervios del gobernador Duarte no se notan, pero los tiene. La propia seguridad en su entorno es mayor que al inicio de la Administración. Ni los reporteros se acercan a él con la misma confianza de antes, sin temor a recibir una patada, un codazo, un empujón o hasta un insulto por parte de sus guardaespaldas y hasta de funcionarios estatales más papistas que el papa.
Antes de cualquier gira, el titular del Ejecutivo hace diversas consultas sobre el ambiente en materia de seguridad hacia donde se dirige. En el interior de Palacio de Gobierno nadie puede asomarse por los barandales de los pasillos sin ser amonestado por los guardias.
Esos nervios aplican en general, quizá no tanto por una posible agresión física, sino para seguir avanzando con igual tranquilidad hacia el futuro. Mirone sabe que el mandatario ha buscado una audiencia con la procuradora General de la República, Arely Gómez, para conocer el curso que ha tomado la denuncia en su contra y contra varios de sus colaboradores. Es un hombre previsor. Busca evitar chascos de cualquier índole. Las sorpresas las tiene acaparadas para usarlas solo él.
El gobernador sabe que las cosas en Chihuahua y en México son políticamente distintas desde el 7 de junio. Los diversos liderazgos tricolores en nuestro estado opositores a Palacio van en la línea de no dejar piedra sobre piedra del mismo duartismo en la entidad. Los jerarcas del PRI en la nación también preparan los todoterreno para el 2018.
César Camacho tendrá mayor fuerza en la Cámara de Diputados; también Manlio Fabio Beltrones al haber arrasado en Sonora y otras entidades; igual el secretario de Hacienda Luis Videgaray, que es presidenciable; todos contrarios a Emilio Gamboa, el principal aliado y promotor de Duarte en las lides nacionales.
Pretender el control del Estado más allá del 2016 y buscar Los Pinos, como lo intenta el gobernador, naturalmente genera estrés, sobre todo cuando hay conciencia de una oposición generalizada tanto dentro del entorno político–partidario, como en el empresarial, social, etc., que indudablemente se radicalizará conforme lleguen las próximas semanas y meses.
Todo paradigma y convencionalismo ha sido roto por Duarte desde que tomó la candidatura. Ha salido airoso de sus propios retos políticos y financieros, por lo que ahora seguramente esté considerando que no tiene por qué ser de otra forma, cuidándose de todo y de todos, negociando lo que sea necesario negociar, para mantener las riendas del Estado y tomar las del país. La motoconformadora sigue caminando.
Matrimonios igualitarios a cambio de minigubernatura
Tarde o temprano tenía que llegar al estado de Chihuahua la polémica por la contradicción entre los criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y lo que piensa la mayoría del pueblo mexicano, un caso para el análisis serio y profundo de los estudiosos del jusnaturalismo, pero los verdaderos, no esos que solo ven el derecho verdadero en los bueyes de sus compadres, con ánimos de provocar que la raza se divierta y todo esté bien, mas que no les toquen su milpita, porque ahí sí no hay ley, tratado o acuerdo que valga.
Así quedó demostrado ayer, cuando cientos de chihuahuenses se dieron cita en Villa Ahumada para hacérselo saber a nuestros diputados que, extraordinariamente, sesionaron en la capital mundial del asadero y las celestiales quesadillas.
Es evidente que nuestros diputados están en medio, entre un criterio internacionalista y lo que piensa la gran mayoría de sus representados, entre un mandato de la Corte y la tradición jurídica de este país.
El caso es que la mayoría de nuestros legisladores una vez más cuidan sus finas personas, pues piensan que pueden caer en desacato si no le hacen caso a los ministros de la Suprema Corte, en lugar de sustentar su trabajo como siempre deben hacerlo: en la voz del pueblo, de las personas a quienes representan, es decir, de los chihuahuenses todos.
La polarización es peligrosa. Ayer algunas organizaciones de la sociedad civil se trasladaron hasta Villa Ahumada a la sesión legislativa para expresar su oposición a una posible reforma al Código Civil del Estado en lo que respecta a los matrimonios igualitarios.
Es necesario asentar que en días pasados el máximo tribunal de este país estableció que “la Ley de cualquier entidad federativa que, por un lado, considere que la finalidad del matrimonio es la procreación y/o que lo defina como el que se celebra entre un hombre y una mujer, es inconstitucional”.
Si bien el mandato de la Corte es en nuestro país la última palabra en materia de interpretación de la ley, ni sus salas ni su pleno son un Poder Legislativo, es decir, no pueden abrogarse la potestad de ordenar a los diputados hacer leyes con tales o cuales fórmulas; estas últimas deben ser producto de lo que necesitan los representados y un equilibro con lo que es bueno para el hombre en su calidad de ser humano, es decir, contribuyendo a su desarrollo.
Nuestros diputados deben volver a sus distritos para consultar estas y otras cuestiones importantes para la vida democrática de la entidad, y si el pueblo les dice que es buena una Administración estatal de dos años para economizar en gastos de elecciones, pues así vótenlo; si les dice que una Administración tan corta estancaría dos años el desarrollo estatal, pues se queda el transitorio que empata la elección estatal con la federal del 2021; si les dicen que el matrimonio es entre hombre y mujer, el Código Civil será de acuerdo con lo que los chihuahuenses quieren, ejerciendo la soberanía como entidad federativa.
Así debe funcionar nuestra máxima representación popular, escuchando a sus representados, mandatarios haciendo lo que ordenan los mandantes. Esa es la verdadera democracia representativa que costó tanta sangre a este país, precisamente que buscó quitarse las cadenas de minorías dictatoriales.