Inca Garcilaso de la Vega (Cuzco, Perú, 1539-1616-Córdoba, España) fue un escritor e historiador peruano que provenía de las cúpulas incas por parte de la madre y, por parte del padre, estaba emparentado con la alcurnia de las letras: el Marqués de Santillana, Garcilaso de la Vega y Jorge Manrique. Tiene varias obras, pero la que destacaré en esta ocasión es Comentarios reales (1609), texto en que de forma elegante corrige varias apreciaciones acerca de los incas que habían realizado previamente algunos cronistas.
Uno de los aspectos que llama la atención desde el principio es la puntualización acerca de lengua quechua, la lengua de los incas, ya que, según el autor, se han malinterpretado varias voces indígenas y se emplean de manera errónea. También hay que destacar aspectos de una violencia extrema por algunas tribus de las montañas en contra de sus enemigos y es atribuida a grupos que habían bajado desde lo que hoy es México porque, señala el escritor, no habían sido alcanzados por la civilización inca.
El texto de Inca Garcilaso de la Vega intenta ser conciliador entre el imperio español y los señoríos indígenas dominados por aquellos y para este propósito establece ciertos paralelismos entre la civilización europea y la religión cristiana con lo indígena, ya que menciona eventos como un diluvio en las creencias incas y lo compara con Noé, advierte que a pesar de la idolatría, ellos tenían una deidad mayor única, como sería Dios Padre o Yavhé o Jehová.
Garcilaso señala que además de adorar al Sol, adoraban a Pachacámac (Dios Creador), a Mamacocha (Madre Mar) y a Viracocha (hijo del Sol, algunos hacen el parangón con el Quetzalcóatl de los mexicas), así como su primer rey, Manco Cápac. Otros personajes que sobresalen en la cultura inca fueron los amautas, especie de filósofos, sabios, que además componían comedias y tragedias, así como los harauicus, los poetas del reino inca.
Cuando nos acercamos a este tipo de textos, tenemos la oportunidad de conocer antiguas culturas, elementos identitarios que nos permiten apreciar a otros países de Hispanoamérica, como es el caso peruano. Garcilaso muestra con sorpresa que los incas antes del siglo XVI, por ejemplo, practicaban las sangrías para curar el dolor de cabeza, quizá fuera alta presión, y esto podemos cotejarlo con Europa, que todavía en el siglo XIX seguía practicando las sangrías como método terapéutico de ciertas enfermedades. Volvamos pues a nuestros clásicos latinoamericanos y encontraremos riquezas.
*Los comentarios del autor son responsabilidad suya y no necesariamente reflejan la visión del medio
