Los aficionados al beisbol dicen: “No necesito ver tirar al pitcher todo el juego para saber si trae buen brazo”. El axioma beisbolero puede ser aplicado a varios de los funcionarios del nuevo amanecer, en los cuatro meses y siete días que tienen en sus puestos.
En la serie de cinco juegos comprometidos del Gobierno corralista, sus muchachos (as) ya van en la tercera entrada del primero, y el equipo no da una. El manager (Javier Corral) ya podría estar pensando en cambio de estrategia y movimiento de jugadores.
Y aun cuando suene a cantaleta, a Mirone no le queda más que abrevar de nuevo en el discurso inaugural del gobernador Javier Corral el 4 de octubre, para retrotraer su compromiso respecto al desempeño de sus colaboradores, en ese entonces rechinando de nuevos y limpios.
Aquel día, un emocionado Javier Corral dijo: “…insisto en que este proyecto gubernamental lucha por principios que van más allá de colores partidistas; todos aquellos que sin importar sus convicciones políticas quieran de forma honesta contribuir a la transformación del Estado, son bienvenidos. Este es un nuevo capítulo ciudadano que abre nuevos horizontes”.
“Y este es el momento de agradecer también a las organizaciones civiles que me brindaron su confianza a través de la Alianza Ciudadana por Chihuahua. Los hombres y mujeres que no son de mi partido y tuvieron el valor de trascender a cualquier prurito ideológico y apoyaron el cambio desde un frente ciudadano, plural… Los chihuahuenses salieron a votar, la participación ciudadana tuvo un registro inesperado para nuestros antecedentes en esta materia”.
“Este esfuerzo nos obliga a conformar un Gobierno plural, ideológicamente hablando, en donde la honradez esté probada y las posiciones dependerán del desempeño para su permanencia. Espero que se conduzcan con honor y sean congruentes a lo que el pueblo quiere. Chihuahua regresó por sus fueros. Tuvo un comportamiento ejemplar que fue una gesta histórica”.
En vísperas de la asunción al poder, durante la presentación de su equipo aquí en Ciudad Juárez, el entonces gobernador electo aseguró:
“El gabinete está integrado por personas honestas, en esta tarea es en la que más énfasis puse en la selección, que todos sean personas íntegras, que tengan un concepto de sí mismos en términos de su imagen personal, trayectoria profesional y honradez. Personas capaces con conocimiento y experiencia en lo que les he invitado a colaborar”.
A la luz del desempeño de los primeros cuatro meses, algunos de los hombres y mujeres elegidos por Corral no han destacado ni por su probidad ni conocimientos.
Por el contrario, los errores en al curva de aprendizaje son evidentes, y las malas prácticas como el nepotismo, la falta de enfoque sobre la responsabilidad del servicio público y su diferencias con la actividad privada, traen un alto costo político al nuevo Gobierno, expresado en el desencanto ciudadano.
Aún peor, observar que desde la óptica de la propia administración los datos que surgen sobre la contratación de familiares de los funcionarios de primer nivel en diferentes áreas del Gobierno, no encuadran en la práctica del nepotismo, o que la falta de apego a las normas y procedimientos que marca la Ley de Adquisiciones en la adjudicación de contratos en compras y prestación de servicios, no implican irregularidades, van acumulando malestar en distintos grupos sociales.
Más allá del natural golpeteo que produce por parte de los adversarios políticos, como es el caso del PRI, que ahora se envuelve en la bandera opositora, lanza críticas y amaga con construir expedientes y encabezar denuncias sobre presunto tráfico de influencias, conflicto de interés, etc., el ciudadano común observa que entre el dicho y el hecho, el nuevo amanecer le queda a deber en congruencia.
El secretario de Hacienda, Arturo Fuentes Vélez; el coordinador de Comunicación Social, Antonio Pinedo, y el director jurídico del DIF, Marco Ordóñez, son los primeros a los que les brincó la falta de cuidado en las formas para llevar a cabo la contratación de servicios, generando el sospechosismo sobre los intereses vinculados al manejo del presupuesto a su cargo, y le dieron en “tutta la madonna” al empeño de honestidad del nuevo Gobierno.
No queda otra más que regresar una y otra vez al discurso de su jefe el día que se inauguró el nuevo amanecer:
“A todo aquel que sea descubierto en mi gobierno en actos de corrupción, saqueo, robo hormiga… será conducido a la justicia sin protección especial, así sea mi colaborador más cercano, mi asesor principal o mi compañero de hace muchos años en el Partido”.
“Para que nuestro Gobierno alcance su aspiración de ser reconocido por su honestidad y eficiencia, me comprometo a diseñar el Sistema Estatal Anticorrupción más eficiente del país”.
“A implementar una política de contrataciones públicas que no solo garantice las mejores condiciones para el Estado en adquisición de bienes y construcción de obra pública, sino que propicie un entorno de competencia adecuado en el que todas las empresas proveedoras del Gobierno desarrollen al máximo sus capacidades productivas”.
“Para lograrlo se diseñará un sistema que permita a los operadores eficientar los procesos de contrataciones, y que brinde a los ciudadanos y expertos herramientas para conocer la información detallada y agregada de las contrataciones públicas. Esto permitirá un mayor control de las mismas y una evaluación ciudadana de los procesos licitatorios”.
“El empresario honesto tiene una desventaja frente a la corrupción. Por eso voy a generar las condiciones institucionales para garantizar que ni un solo empresario pierda una licitación por honesto, pero del mismo modo no habrá tolerancia para los que ofrezcan prebendas por llevarse los contratos. A los empresarios los invito a participar en las licitaciones, a competir, a denunciar cualquier irregularidad y también a poner el ejemplo”.
La enorme expectativa ciudadana generada por el discurso corralista empieza a frustrarse. No solo en la percepción de la gente común que acudió a las urnas para sacudirse la corrupción y los excesos del régimen duartista, que salió a flote a pesar del control de medios que no se cansa de reprochar el mandatario en turno.
De la misma manera que durante el duartato se filtraba la información sobre contrataciones directas, nepotismo y otros excesos a lo largo del sexenio pasado, cuando Alonso Duarte, Olga Balbina Duarte, Gerardo Villegas, Everardo Medina, Ricardo Duarte, Crecenciano Duarte, Sixto Duarte padre y Sixto Duarte Jr., etc., ocuparon empleos públicos a cargo del erario estatal, ahora sale a relucir cómo la parentela de los prohombres y mujeres del nuevo amanecer los emulan.
Ahí están los nombres de María Eugenia Falomir, la esposa de Gustavo Madero, ocupando un cargo en Desarrollo Social; Teresita de Jesús Vélez y Marco Ordóñez, hermana de Arturo Fuentes Vélez y marido de Rocío Reza, respectivamente, en el DIF; Leticia Macías, la esposa de Carlos Borruel, en el Ichife; y María Eugenia Galván, la madre de la alcaldesa María Eugenia Campos, quien incluso declinó el cargo honorario de presidenta del DIF municipal para ser nombrada titular de la Coespris, por mencionar algunos de los que ya han sido balconeados.
Javier Corral sabe que todo eso trae aparejado un costo para su Gobierno; le falta pasar el tamiz de la autocrítica y tomar acciones correctivas.
Ayer durante el encuentro del Sistema Estatal PAN, que reunió a unos mil 200 funcionarios en el Centro de Convenciones, volvió a su retórica sobre la segunda oportunidad que recibió el PAN en Chihuahua y la necesidad de convertirse en referente nacional de la ética política y la reforma de poder.
También le recordó a los nuevos beneficiarios de la nómina pública que todos sus actos como funcionarios deben apegarse a la ley, cumplir con las normas y hacer de la Constitución y las leyes el principio básico ético de las obligaciones de los funcionarios.
Ahí es donde la puerca tuerce el rabo, porque no basta transparentar la información; deben cumplir con la ley y los procedimientos que marca, y en ese punto han fallado algunos de los funcionarios, a los que los opositores políticos o los intereses afectados –como dijo el gobernador– traen en entredicho.
Volviendo a la parábola del beisbol, a los jugadores que no pichan, no cachan ni dejan batear, el manager los manda a la banca.
El gobernador Javier Corral tiene elementos para ir evaluando el desempeño de cada uno de sus muchachos (as) y determinar, como se comprometió, a definir de manera temprana el cambio o la permanencia.
No le queda de otra si quiere cumplir con las expectativas de la ciudadanía. El tiempo vuela. El propio mandatario reflexionó ayer ante sus correligionarios de partido: “Nos está prohibido fallar”.