¡Y que se desata la Guacamaya!
En unas cuantas horas el colectivo, cuya principal motivación es promover una causa política mediante la vulneración de los sistemas de gobiernos y empresas, ha revelado datos que nos presentan a una Sedena mucho más oscura de lo que nos han pintado en los últimos años.
De acuerdo con los documentos filtrados, el Ejército no ha dejado de “ponerle cola” a los grupos sociales, igual que sucedía en los años sesenta y las décadas subsecuentes. Ahora resulta que los militares tienen perfectamente ubicados a los grupos feministas y hasta artistas que forman parte de un “activismo social relevante”.
Son muchos los “cables” que se irán presentando en medios durante los siguientes días y lo más seguro, es que también haya información relacionada con las acciones del Ejército por estas tierras desérticas.
Otros de los datos de inteligencia militar, señalan que el Gobierno de Veracruz supuestamente apoyó la entrada del Cártel del Noreste a esa entidad, pero lo que más llama la atención, es que la Sedena trabaja en la creación de una nueva aerolínea con una flotilla de 10 aviones arrendados y una agencia para administrar tres hoteles, dos museos y dos parques ecológicos.
Estos planes no son cualquier cosa. Muestran cómo el presidente Andrés Manuel López Obrador le ha abierto las puertas de par en par a los militares, quienes ya controlan desde el año pasado todas las aduanas fronterizas del país, además de construir el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y parte del Tren Maya.
Estos datos surgen en un momento clave para México, pues actualmente se discute en el Senado la militarización del país en la lucha contra los grupos del crimen organizado. Seguramente esta filtración sumará puntos para la polarización política.
¿Conviene a los mexicanos que el país se siga militarizando?, es la pregunta que todos los actores políticos deberían estar planteándose.
El Ejército, lo sabemos, es una institución autoritaria por naturaleza, y ese empoderamiento que se le está dando podría darle muchos dolores de cabeza no solo al Gobierno, sino a la ciudadanía.