Ricardo Monreal y su estrategia de la pataleta y el desencuentro
En las últimas horas ha dado tumbos por aquí y por allá, aprovechándose que las aguas en el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, andan algo más que turbias, tras
la quema y robo de urnas realizadas por sus sus militantes y “nuevos simpatizantes”, registrada durante la elección interna del partido, en varios estados del país el fin de semana pasado.
Monreal, quien estuvo en Juárez el 5 de mayo para presentar su libro “Inversión y Comercio para la Región de América del Norte. Los Beneficios del T-MEC” (un título más largo que su historia de desencuentros con el AMLO), intenta atraer reflectores con escándalos, amenazas y coscorrones en un contexto en el que su precandidatura no ha despegado en las encuestas nacionales.
Es claro que el jefe de Morena, o sea AMLO, no lo quiere como precandidato y Monreal se niega a aceptar que le será imposible figurar en el proceso interno, pero no se quedará quieto tras el golpe político atestado por el tabasqueño, cuando ni siquiera se le invitó al “desayuno de unidad” llevado a cabo en Toluca el 12 de junio, en el que participaron Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México; el canciller Marcelo Ebrard, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
Desde esa fecha no ha dejado de visitar ciudades con el pretexto de presentar su libro para intentar promocionarse políticamente, algo que nos recuerda a Juan Carlos Loera, quien aprovechó su libro para colocar espectaculares por todo el estado durante la guerra por la candidatura morenista para competir por la gubernatura con los resultados por todos conocidos.
En medio de esas giras de Monreal, se dio a conocer hace apenas unos días que la Alianza por México mandó a hacer una encuesta con el fin de conocer el apoyo a la coalición con el senador compitiendo fuera de Morena.
Las dos últimas que se aventó don Ricardo fue la de negarse a participar en el proceso interno de Morena para elegir consejeros, así como criticar las penosas acciones en las que incurrieron los porros de su partido, como si él nunca hubiera recurrido a ellas durante su larga y conflictiva carrera política.