Marco Bonilla: de sommelier a borracho de cantina
Nos cuentan mironianas fuentes, bastante informadas y bien servidas, por cierto, que el sábado pasado, el señor Marco Bonilla, quien cobra como presidente municipal y suspirante a gobernador, acudió puntualmente a la degustación de vinos convocada por Eloy Vallina Laguera, así es, el otro gran capitán de empresas de Chihuahua, uno de los dueños del pueblo, pues.
Resulta que desde hace años le ha dado a don Eloy por ser viticultor, por aquello de que talar bosques para convertirlos en celulosa ya no deja las fortunas de otras épocas.
El caso es que este sábado celebró su ya clásica degustación, edición 2022 y, como es costumbre, invitó a lo más granado de la sociedad, tanto política como económica. Entre esa selecta concurrencia estaba ¡faltaba más! el alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla.
Cómo iba a dejar pasar una invitación así, porque, después de todo ¿A quién le puede importar que el puente de Sacramento esté cayéndose a pedacitos a causa de las lluvias’? ¿A quién le apura el pellejo que se jugaban los cuerpos de rescate que a esas horas buscaban el cuerpo del joven que se lanzó al embravecido río Sacramento? A toda la comunidad le importa, seguramente, menos al señor presidente municipal.
La ya famosa Vendimia de Don Eloy en la Hacienda Encinillas sí que era importante para el apresurado precandidato a gobernador. ¿Las calles llenas de cráteres? ¡Que se esperen!; ¿las familias asentadas en los márgenes de ríos y arroyos, que apenas se enteran que ya hubo en Chihuahua un “sábado negro” a causa de una torrencial lluvia? ¡Aguanten, porque la fiesta ya se había puesto buena!
Bonilla no fue el único político de altos vuelos que acudió a la famosa “Vendimia”, también anduvieron por ahí la gobernadora Maru Campos y el alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar.
¡Chuza para don Eloy! En su fiesta juntó a dos aspirantes a gobernador y a una precandidata presidencial. Solo que el alcalde juarense y la gobernadora se retiraron discretamente antes, a buena hora, no fuera a ser que les agarrara la lluvia. A ninguno de los dos les ha ido bien con aquello de las inundaciones.
Nuestros “bien servidos” informantes mironianos nos cuentan que sobraron las bromas para la gobernadora como para el “Crucito” de Juárez: no vaya a ser que en el camino, y ya de noche, caigan en uno de esos baches, qué decimos baches ¡barricadas! Que hay en la carreta Chihuahua a Juárez.
¿Y Marquitos Bonilla? Se siguió de largo, nos cuentan. Parece que a alguien se le olvidó decirle que era para degustar “una copa”…pero no de automóvil.
Quien realmente conoce de ese pomadoso mundo de los vinos sabe que una vendimia consiste en probar –y para algunos expertos, escupir—el vino. O sea, como dice el Piporro: “no es parranda, es serenata”.
Peeeero, como Marquitos no sabe nada de eso, acabó como el clásico tío borracho de la boda al que casi sacaron en vilo, el que reclama “¡pues si yo ni borrando acho!”.
Si en algún momento echó a volar su imaginación y vio en esa reunión a todo un comité de recaudación de fondos para su campaña, después del espectáculo que dio, se puede ir despidiendo, ya no digamos de sus aspiraciones palaciegas, sino de la reelección.