Los (des)aciertos en el Congreso: aferrados a votar lo que ya promulgaron
Primero, los diputados le entraron al intercambio de “jabs” parlamentarios con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Martínez, ya que tronaron la sesión donde votarían, casi de oquis, el dichoso dictamen donde se opondrían a la reforma tan llevada y traída.
A la diputada presidenta, Adriana Terrazas, le dieron su bautizo de fuego: no pudo ese día ni con el control remoto de la televisión, menos con una sesión tan caldeada como la que todos veíamos venir.
En primer lugar, nunca explicó por qué le dio derecho de réplica al secretario de Gobernación, si ni siquiera es diputado, y en su caso, por qué no hubo contrarréplica.
Bastante hicieron con prestarle la tribuna para que hiciera sus planteamientos.
Después de todo ese dime y direte, el mentado dictamen ni siquiera se votó, lo bajaron del orden del día y nadie lo extrañó.
Ahora, las vesiones que corren en radiopasillo del Congreso es que ya no la van a volver a subir. ¿Ya para qué, si ya la promulgaron? La otra es que Adriana quiere “subirla”, pero ya nada más para que se vote, pues no se le ve el caso de volver a discutir lo que está más tocado que las campanas de Catedral.
Pues ni eso pudo la señora: ahora quieren volver a debatir lo que prácticamente ya tienen resuelto y no soltar un tema que les ha dado para salir en la foto y sacar a pasear sus lugares comunes en contra y a favor de los militares.
A ver cómo le hace la presidenta del Congreso para evitar que el asunto, que ya tiene harto a más de uno, no le quite una hora, si no es que hora y media, de la sesión de mañana.