Jaque a la reina, un ajedrez complicado para Maru Campos
La demorada decisión del juez de Control, Samuel Uriel Mendoza, se constituyó como el hecho político más importante, hasta el momento, de esta campaña electoral en Chihuahua, aunque no fuera en sí misma una decisión política, sino un acto jurídico.
Las suspicacias en torno a que el juez pudo haberse sentido presionado para vincularla se convierten en un ingrediente más para alimentar los rumores de café, pero lo cierto es que los estándares para vincular a proceso a una persona en nuestro sistema penal son laxos, y los hechos y las argumentaciones están a la vista de todos.
Las preferencias del electorado chihuahuense, que hasta ahora giraban sobre partidos y candidatos, comenzarán a debatir ahora sobre la culpabilidad de la candidata panista.
Los más devotos seguirán fielmente del lado de Maru Campos, pero todos los demás –los que con su voto deciden la elección– volverán a repensar las opciones desde el principio. La partida de ajedrez sigue abierta y Mirone sabe que esto es solo un obstáculo más en la carrera electoral de Maru, pero no significa que esté derrotada.
Maru Campos puede ganar la elección y ser gobernadora, por supuesto. En cierta medida porque la campaña girará masivamente sobre ella, lo cual es un beneficio para su contabilidad de medios y de electores.
La primera conclusión sobre lo que acaba de suceder es tomar nota de que el escenario cambió, que cambió en contra de la candidata panista, y que sus expectativas se movieron drásticamente.
Si hasta ahora la estrategia de la defensa fue exitosa al exponer la incapacidad del Ministerio Público para demostrar su culpabilidad, mientras en el trayecto del proceso judicial conseguía más votos argumentando una persecución política, a partir de ahora resultará de suma importancia su capacidad política para convencer a los votantes de que un auto de vinculación no equivale a una sentencia condenatoria.
La estrategia de victimización tiene sus límites, porque el simple paso del tiempo puede mostrar al electorado a una candidata sin contundencia ni poder, a una candidata atemorizada y acorralada por diversos factores y circunstancias, desmoralizando a sus seguidores.
Si sus adversarios en esta contienda tienen la suficiente sagacidad para armar una campaña para hacerla ver, desde ya, como culpable de los delitos que se le imputan, y les jala, la pueden enviar a la lona. Se le llama campaña electoral porque las elecciones actuales son las formas modernas de las antiguas guerras de sucesión. Estamos en terreno de batalla de medios, la vida no se pone en juego.
Y todavía falta el tema de la Fiscalía Anticorrupción, que con estos antecedentes es muy probable que consiga otro auto de vinculación. Se pinta así un recorrido donde Maru se la pasaría, más que en campaña, tratando de defenderse de las imputaciones e impugnando o amparándose contra estas resoluciones.
Pero solo las próximas semanas irán desvelando la estrategia por la que ha optado la candidata panista y su equipo. Aún puede haber muchas sorpresas y esto ni siquiera ha comenzado. Mirone se prepara para una andanada sin parangón en la historia electoral chihuahuense.