Ichitaip, ese auténtico adorno que no resuelve ni un crucigrama
Nosotros, en Chihuahua, no compramos obras de arte, más bien creamos organismos autónomos que están auténticamente de adorno, de esos que son caros y que sirven para muy poco.
Tal es el caso del Ichitaip, ese organismo de nombre kilométrico (Instituto Chihuahuense para la Transparencia y el Acceso a la Información Pública) que está para atender las quejas de los ciudadanos cuando algún órgano de Gobierno les niega información que debe ser pública.
¿Cumple con esa función? A saber: fuentes mironezcas dignas de todo crédito nos informan que el organismo que hoy nos ocupa tiene acumulados más de 600 casos sin resolver.
¡Seicientos! Y a ley le permite no tener más de 60 casos en espera. Si se aplicara la norma como es, cada uno de los tres consejeros no debería tener más de 20 carpetas en espera, pero no, vistas así las cosas, a cada uno se le han juntado 200.
El Ichitaip es un organismo que le cuesta al erario 69 millones de pesos, según el Presupuesto de Egresos del Gobierno del Estado para el 2022.
Ocupa un edificio de más de dos mil metros cuadrados dividido en cuatro plantas que bien engalana la avenida Teófilo Borunda, a la altura de la plaza de toros La Esperanza. Hasta eso, sí adorna con su fachada en colores rojo y blanco.
Por lo menos ya le bajaron un poco al costo, porque antes tenía cinco consejeros y ahora solo tiene tres, por cierto, todos herencia del desgobierno de Javier Corral, incluido el consejero Rodolfo Leyva Martínez, que fue uno de sus más agudos dolores de cabeza.
Su presidente, Alejandro de la Rocha, quien lleva años disfrutando de la autonomía de los órganos públicos, pues antes fue consejero del Instituto Estatal Electoral, se raya con un sueldo mensual de 108 mil 078 pesos, según el portal de transparencia del instituto.
Con todo y esos sueldos, de esas instalaciones y de un abultado equipo de asesores, no pueden sacar la chamba.
Con decirles que una de fuente mironiana nos informó que no pudieron resolver una queja tan simple como la que puso un ciudadano que nada más quería saber el nombre de un funcionario de un municipio serrano.
Tener un órgano garante de la transparencia engalana a cualquier gobierno, ¡pero vaya que salen caros esos adornos!