Cuando Salvador* emprendió su negocio de café hace algunos años, nunca imaginó que la violencia y la inseguridad eran solamente una parte de lo que le obligaría a dejar suspendido su sueño como empresario.
A la falta de clientela se sumaron también los hostigamientos policiacos, los operativos de la Dirección de comercio y de Gobernación.
Acechado por cobracuotas, las ejecuciones que se registraban en el sector del Pronaf eran sólo parte de los problemas que enfrentaba para mantener abierto su establecimiento.
“El hostigamiento te llegaba por todos lados, yo lo sentía desde con la persona que me rentaba el local, sentía hostigamiento y broncas con la Policía, tres veces se llenó hasta la madre de federales, era un café, nuestro perfil era de clientela muy tranquila, que obviamente ya no se quedaba con ganas de regresar”, dijo.
“Sentía hostigamiento con el Municipio porque siempre llegaban los inspectores a hacerla de bronca, también era el hostigamiento de Gobernación que llegaban a hacer revisiones exhaustivas y hasta cierto punto intimidatorias, los clientes ya no se sentían agosto”, comentó.
Un día, simplemente, Salvador decidió cerrar las puertas de su establecimiento y, con ello, poner en pausa de manera indefinida a su lado como inversionista local.
“La gota que derramó el vaso fue cuando un viejito entró al establecimiento y dejó un sobre, era un teléfono de unos cobracuotas que querían que pagara por mantener mi lugar abierto, ya no pude más y esa semana cerré”, recordó.
Salvador recuerda que tuvo muy buenos tiempos cuando abrió su café, la clientela y sus empleados eran universitarios principalmente, y el nivel que mantenía su lugar le permitía ingresos favorables.
“Creo que, para ser justo con la ciudad, debo decir que antes de que se vino la situación fea hubo tiempos muy buenos”, dijo.
Pero en el 2008, la vida cambió. A principios del año, el empresario tuvo la primera alerta de la inseguridad que se acrecentaría en la región.
“Me hicieron carjacking, me bajaron a punta de pistola de mi camioneta”, recuerda.
Pese a ello, el trabajo continuó en el establecimiento y quiso no darle importancia, la vida tenía que continuar, sin embargo, el aumento de asesinatos en las calles, comenzó a ahuyentar a los clientes.
“La gente tenía miedo, no salía y las ventas bajaron mucho y ya lo que realmente nos hizo tomar la decisión final de mejor cerrar fue que llegaron a pedirnos dinero”, dijo.
Cuando llegó el mensaje de los extorsionadores, fue un lunes. Un hombre de la tercera edad, muy amable, extendió el sobre a uno de los empleados para que fuera entregado a su patrón.
Al llegar, Salvador lo abrió y encontró un número telefónico al que le indicaban debía comunicarse.
Una vez que hizo la llamada, las instrucciones fueron claras, debía entregar una cierta cantidad el viernes si quería seguir operando con seguridad.
“Yo ni siquiera quise esperar o investigar nada de si era o no cierto, simplemente decidimos cerrar, se me hacía muy feo, como dueño del negocio, que pasara una pendejada y que se afectara a la gente, cerramos sacamos todas las cosas y nos fuimos”, dijo.
Con el cierre del establecimiento también vino el cambio de ciudad, ya que ante el peligro latente que se tenía, en el robo del vehículo ocurrido meses atrás, los ladrones se llevaron muchos documentos personales que lo ponían en riesgo a él y a su familia, por lo que el empresario decidió mudarse con los suyos a El Paso.
“Todo esto ocurrió durante la misma semana, fue producto del miedo, no fue nada más cerrar el negocio, realmente dejamos la ciudad”, comentó.
Si bien el café era una entrada adicional, la economía de su familia no se vio afectada, ya que su trabajo como profesionista le ha permitído emprender ese tipo de negocios en los que invertía para mantener las opciones de diversión en la ciudad.
Hoy en día Salvador acude a la zona de entretenimiento nocturno como un cliente más, si bien se siente un mejor ambiente, menos inseguro, el problema reside ahora en el acoso policiaco, señala.
“Viene uno y te detienen, te voltean al revés el vehículo, te sacan todo lo que traes, ya me ha pasado un par de veces y se ahuevan a decir que andas tomado hasta que les sueltas una lana, todo eso tiene que cambiar”, dijo.
Para Salvador no han surgido opciones al entretenimiento nocturno, más allá del bar en sí, por lo que ante el resurgimiento de la economía juarense, bien pueden apostar los empresarios a general alternativas que atraigan a nuevos clientes.
“Han habido casos excepcionales en los que pese a la violencia que se vivió, se mantuvieron en pie, algunos de esos lugares fueron el Hardpop, el Salón México, el Kentucky y El Recreo, allí tienen mercados muy definidos y merecen un reconocimiento por que pudieron resistir ante la inseguridad”, indicó.
A seis años de aquella ocasión en la que literalmente tuvo que retirarse, hoy Salvador considera la oportunidad de volver a emprender una nueva aventura, pero ahora en el ramo restaurantero.
“Es un escenario diferente y deben ofrecerse otras alternativas, la sociedad debe generar sus opciones, no desde la onda gubernamental, sino movimientos culturales trascendentes desde las universidades, que aquí todo eso es muy pobre”, asegura.
Es el tiempo de reinventarse
Miguel Ángel Mendoza Rangel, ex director del Museo de la Ex Aduana (hoy Muref), quien señala que si existe la intención de renovar el Centro Histórico, es momento también para replantear las opciones que se ofrecen a la ciudadanía.
Para el ex represtante del Instituto Chihuahuense de la Cultura, primeramente debe realizarse una adaptación de espacios.
“La misma necesidad de la gente de salir ha ocasionado el surgimiento de centros nocturnos, bares y restaurantes, pero sin un acompañamiento urbano–cultural como en su momento lo tenían las anteriores zonas”, indicó.
En este sentido, explica que muchos lugares que le dieron vida nocturna a vida a Juárez, básicamente de la Zona Centro, avenida Juárez, la Lincoln, ya son utilizados en otro giro o han desaparecido.
Mendoza Rangel señaló que las nuevas adecuaciones en el primer cuadro de la ciudad, ahora como zona peatonal, bien podrían ser utilizadas para hacer noches de danzón en las plazas del Centro, o bien, para realizar conciertos sinfónicos al aire libre.
El ex funcionario estatal considera que es el momento ideal para reinventarse como sociedad y para atraer a los juarenses a los espacios culturales.
En este sentido, dijo que las políticas públicas deben enfocarse en este tipo de actividades, que se realizan ya en otras ciudades del país como México, Zacatecas, Guadalajara, Monterrey e incluso Chihuahua, donde ya se han realizado también ejercicios nocturnos para atraer a los ciudadanos a eventos culturales.
Mendoza Rangel considera que para los gobiernos en turno, la reactivación cultural que permita a los ciudadanos una opción de diversión, más familiar y allende de los centros nocturnos de entretenimiento, debe ser tomada como una prioridad para el próximo año.
“En lo personal creo que tendríamos que arriesgarnos a ser creativos. Te doy unos ejemplos. Muref, ¿por que no hacer recorridos nocturnos?, INBA, ¿por qué no abrir de tarde–noche, cuando esa zona es más visitada que en el día?, y así muchos otros ejemplos que se pudieran reinventar para ofrecer una alternativa a la gente”, puntualizó.
*El nombre del entrevistado fue cambiado a petición del mismo, por cuestiones de seguridad
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