Hace 80 años, una tarde de primavera, Guernica ardía bajo las bombas, recuerda un español ahora centenario. Días después, Pablo Picasso pintaba en París el cuadro que lleva el nombre de la localidad vasca, convertido en alegato universal contra la guerra, de la España de 1937 a la Siria de 2017.
El cuadro vuelve a estar en primera línea de actualidad, ya que a partir del 4 de abril protagoniza una gran exposición dedicada a su autor en el museo Reina Sofía de Madrid, donde se encuentra desde hace 25 años.
Su vigencia es tal que en la ONU, los barrios arrasados de la ciudad siria de Alepo fueron descritos hace unos meses con “un Guernica del siglo XXI”.
Hace no mucho se vieron incluso reproducciones “en manifestaciones de sirios”, para decir “basta ya de esta guerra”, apunta Rosario Peiró, jefa del área de colecciones del museo Reina Sofía, que el año pasado tuvo 3,6 millones de visitas.
“Allí estuve yo, aquella tarde del 26 de abril (de 1937), recogiendo muertos y heridos” en la ciudad vasca de Guernica, recuerda Luis Ortiz Alfau, que tiene 100 años y vive en Bilbao.
“A las 4 de la tarde, empezaron a llegar tres aviones, cada cuarto de hora. Eran aviones alemanes e italianos”, que apoyaban a Francisco Franco y otros generales golpistas que se se sublevaron el 18 de julio de 1936 contra la segunda república, rememora este hombre que entonces era soldado del bando republicano.
“Tiraron las bombas incendiarias después de haber tirado las destructivas. Ahí es cuando ardió la ciudad entera”.
El ataque causó entre 150 y 300 muertos, según los últimos cálculos de varios historiadores, pero sobre todo inauguró “la guerra del terror”, consistente en bombardear por aire a los civiles, una táctica empleada en numerosas ocasiones en la Segunda Guerra Mundial.
Dos días después del bombardeo, en su taller de la rue des Grands-Augustins, en París, Picasso descubrió en los diarios los primeros reportajes fotográficos del drama. El 1 de mayo comenzó los bocetos preparatorios.