Los jurarenses y los tres órdenes de Gobierno tendrán que poner manos a la acción para pevenir y atender el impacto económico y social de las medidas proteccionistas marcadas por el presidente estadounidense, Donald Trump, durante la ceremonia de asunción al poder.
Ya no hay dudas ni caben especulaciones. Trump, con su discurso, dejó claro por dónde enfilará sus acciones: la revisión inminente del Tratado de Libre Comercio, la construcción del muro, las medidas de control de flujos migratorios y el combate al crimen organizado.
En cuanto empiecen a hacerse efectivas, todas ellas, tocarán el engranaje de la vida social, económica y la seguridad de nuestra ciudad…
Primero desde la precampaña en busca de la nominación del partido republicano a la Casa Blanca, luego su permanente confrontación con Hillary Clinton a lo largo de la campaña electoral, después con la calidad de presidente electo, y ahora investido como el presidente número 45 de la unión americana; Donald Trump no ha variado sus amenazas hacia México.
Las esperanzas del gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, de algunos de los empresarios más poderosos de México y los buenos deseos de autoridades estatales y municipales, como es el caso de las nuestras, respecto a que se produjera un cambio entre el discurso beligerante del candidato Trump y el del presidente Trump, se hicieron añicos al escuchar el mensaje pronunciado desde las escalinatas del Capitolio norteamericano.
La línea populista, proteccionista, imperialista y hasta mesiánica del nuevo presidente gringo ya no deja espacio para continuar en la inmovilidad y los anuncios de planes para hacer frente: se debe pasar a la acción inmediata antes de que nos cargue la tristeza.
Innumerables voces al interior del país y aquí mismo, en Ciudad Juárez, han venido advirtiendo que ante el fenómeno Trump y sus declaradas agresiones a México, las autoridades mexicanas de los tres órdenes de Gobierno, no hallan qué hacer; y mientras andan pateando el bote hacia adelante, el destino ya nos alcanzó.
Cómo andará la cosa que, hasta mañana, pasados tres días de la toma de protesta y quizá después de que el aprendiz de diplomático Luis Videgaray consulte algunos textos en materia de relaciones exteriores y política internacional, el presidente Enrique Peña Nieto emitirá un pronunciamiento a nombre del Estado Mexicano frente al mensaje del nuevo señor del imperio vecino.
Antes de eso, Peña Nieto envió mensajes de subordinación hacia el magnate neoyorquino convertido en presidente. Le ofrendó la extradición del capo, Joaquín “El Chapo” Guzmán, en vísperas de la toma de protesta; le felicitó en Twitter, la red social preferida por Trump; tras su discurso inaugural le ofreció trabajar para fortalecer la relación bilateral con responsabilidad compartida, con diálogo respetuoso y de paso, si se puede, defender la soberanía de México, el interés nacional y la protección de los mexicanos.
La clase política nacional y del solar también derramaron verborrea en torno al contenido del mensaje y las inminentes acciones del nuevo presidente norteamericano. En filita india todos han emitido opiniones, desde los senadores, diputados federales, dirigentes de partidos nacionales, el gobernador Javier Corral y el alcalde independiente Armando Cabada.
El gobernador Javier Corral mantuvo agenda de trabajo en Ciudad Juárez el mismo día de la toma de protesta de Donald Trump. En rueda de prensa hizo declaraciones y habló de desplegar un programa de atención a migrantes, ante las casi seguras deportaciones masivas de connacionales, y anunció el cambio de sede del Consejo Estatal de Población a esta frontera, para que a través de esa dependencia se canalice la estrategia para hacer frente a la problemática que se avecina.
Si no hay una acción coordinada entre el Gobierno estatal y el municipal, y a su vez con organizaciones de la sociedad civil o religiosas que trabajan en la atención a lo migrantes en esta frontera, cualquier cosa que se anuncie o diga no servirá de nada.
Un ejemplo es lo que sucede con la Casa del Migrante, cuyo director, Francisco Javier Calvillo, viene tocando puertas de las instancias gubernamentales de estado y municipio desde noviembre pasado en busca de apoyos, sin obtener respuestas concretas.
En 2016, la Casa del Migrante de Ciudad Juárez apoyó a más de 9 mil 800 personas, tanto deportadas de Estados Unidos a México como otras que llegan a esta frontera en su intento de alcanzar el sueño americano: cruzar ilegalmente a territorio estadounidense en busca de trabajo para aliviar las condiciones precarias de su familia, tanto en México como de países centro y sudamericanos.
La reportera Hérika Martínez ha documentado en las páginas de Norte de Juárez el intenso trabajo que lleva a cabo la Casa del Migrante. Apoyar a más de 9 mil personas representa que se les entregaron igual número de tenis o zapatos, calzones, calcetines, pantalones, blusas, kits de limpieza personal, etc.; todo con ayuda de la gente. La aportación gubernamental ha sido mínima o inexistente.
A finales del año pasado, el Instituto Nacional de Migración y el Gobierno del Estado anunciaron que le darían 4 millones de pesos para que la Casa del Migrante continúe su labor. Ese dinero nunca llegó a concretarse.
A su vez, el Municipio tiene una partida presupuestal de 7 millones, una parte fondeada por la Federación, para apoyar con recursos económicos el regreso de los mexicanos deportados hacia sus lugares de origen. La cantidad máxima que le dan a cada uno es de mil 200 pesos, pero el resto del soporte requerido lo consiguen en la Casa del Migrante, que recarga su labor en donativos conseguidos por la Diócesis de Juárez y de la ciudadanía.
En 2016, Ciudad Juárez recibió 11 mil 704 personas deportadas por autoridades migratorias de Estados Unidos a través de la garita del puente Santa Fe. En ocho años, el Gobierno de Obama deportó a más de tres millones de personas hacia México; con un 15 o 20 por ciento que Donald Trump le suba a esa cifra, basta para colapsar el raquítico sistema de apoyo que se tiene en la frontera mexicana para atención del fenómeno.
Y en el aspecto económico, la cosa pinta peor. El modelo maquilador que apuntala la economía de Ciudad Juárez de otras urbes fronterizas y del interior del país, podría estar llegando a su límite con las medidas y las nuevas reglas económicas anunciadas el viernes por el nuevo presidente norteamericano.
Tampoco se ve una estrategia definida para hacer frente a un eventual cierre de empresas manufactureras de la ciudad o el estado ligadas a la industria automotriz, a la que Trump trae entre ceja y oreja. No les ha quitado el pie de encima con su amenaza de gravar las importaciones de vehículos al mercado norteamericano, y eso podría terminar afectando a las empresas que fabrican partes y componentes para ese sector.
De por sí, según los reportes económicos del segundo semestre de 2016, la industria manufacturera dejó de crecer a consecuencia de la contracción del mercado norteamericano, impactado por el nerviosismo de su sucesión presidencial.
Este año la cosa se ve peor. El anuncio de Trump en su mensaje inaugural, sobre la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), ratificado por los comunicados posteriores de la Casa Blanca hasta con la amenaza de salirse en caso de que México y Canadá no accedan la revisión, pueden ser un boquete en la línea de flotación de la industria manufacturera.
Unos 285 mil empleos directos en Ciudad Juárez dependen de esa industria. Quizá para 200 mil familias el salario de la maquila es su único ingreso, y el grueso del comercio y los servicios de la ciudad giran en torno al boom manufacturero.
El problema que las autoridades y los empresarios locales tienen en frente, en cuanto se sientan los primeros coletazos del arranque de la era Trump, es enorme. Ya estamos sufriendo los efectos del alza del dólar y la paralización de inversiones, pero es solo el principio.
Lo más preocupante es que no se ve la convocatoria firme y efectiva desde la esfera gubernamental, estatal y municipal, para convocar a todos los sectores a fin de conformar un solo frente de acción. El alcalde Armando Cabada anda por su cuenta, en reuniones con el alcalde de El Paso; el gobernador Javier Corral y su secretaria de Innovación y Desarrollo Económico, Alejandra de la Vega, no acaban de aterrizar los planes. Dios nos agarre confesados.