El exalcalde priista de la ciudad de Chihuahua, Marco Adán Quezada, está oprimiendo a fondo el acelerador en ruta hacia el 2016. De permanecer acorralado entre las cuerdas y una esquina, ha decidido salir a la ofensiva buscando hacer presencia en todo el estado y recuperar el tiempo perdido en defenderse de sendos ataques políticos y jurídicos lanzados desde su propia casa partidaria.
Al menos en el breve tiempo que Marco ha optado por apretar el acelerador, salir del acoso e ir a la ofensiva, sus oponentes le han permitido que mantenga los guantes al nivel del rostro y avance por el ring. En los escarceos no hay golpes conectados, solo empujones para evitar el acorralamiento. Tampoco ha recibido golpes. Aún.
Marco Adán estuvo en Ciudad Juárez el sábado de la semana pasada (alcanzamos en esta columna a publicar el domingo algo de su periplo). No quedó duda de que su gira tuvo todo el ambiente de precampaña electoral: se reunió con empresarios, líderes sociales y hasta con su contrincante interno por la candidatura a gobernador, el alcalde Enrique Serrano Escobar. Debe haberse sentido extraordinariamente relajado en las compras por los malls paseños que no perdona doña Lucía, su combativa esposa. Ya respira.
El exalcalde no se había parado en Juárez ni por error. Es un perfecto desconocido para los ciudadanos de esta frontera que representan cerca del 40 por ciento del padrón electoral estatal. En ese contexto no podía dejar pasar más tiempo para dejar ver sus afanes preelectorales en esta, la heroica ciudad vilipendiada por algunos malos, amada por la inmensa mayoría.
La principal víctima política de la tragedia del Aeroshow ocurrida a unos cuantos desgraciados días de concluir su periodo como alcalde, presidió ayer un desayuno con reporteros en una residencia que posee por la avenida Zarco chihuahuita, y sostuvo varias entrevistas con “personalidades” de la misma ciudad a lo largo de la semana. El jueves estuvo en grilla por la tierra manzanera del exgobernador Saúl González Herrera.
Muy pronto incursionará Quezada en Delicias, el centro neurálgico del baecismo, que por azares del afortunado destino recibió la gubernatura en 1986 y desde entonces mantiene una sólida hegemonía en el PRI.
Llevan dos gobernadores (o tres si sumamos a Patricio, que es creación política del baecismo, Frankestein, pero ahí originada), innumerables generaciones de funcionarios públicos y hoy siguen bateando desde la embajada de Costa Rica y la Dirección General del Fovissste. Son políticos que no piensan tomar descanso ni muchos menos disminuir poder; al contrario, queda probado que buscan acrecentarlo con el acelerón de Marco. Con el empujón, halconeo y escudo a Marco.
En las definiciones por las candidaturas a diputados federales, el baecismo impulsó a Oscar Villalobos, a Víctor Valencia, al propio Marco y hasta a Jorge Quintana. Duarte no aceptó a ninguno y ahora todos están cerrando filas con Quezada hacia la candidatura a gobernador.
Algunos analistas objetivos y otros no tanto aseguraban que Marco había caído de la gracia del baecismo, que se había trepado en su nube y que por sí solo estaba emparejando el terreno para construir su propia vía hacia mayores proyectos políticos.
Los Baeza aprietan, pero no ahorcan, menos a sus correligionarios. Su prudencia y personalidad conciliadora les permitió apagar las hogueras del 86 y hasta obedecer a la concertacesión de Salinas en 92 entregando el Estado al PAN. En el 98 retomaron el control del Estado con Patricio, sin transpirar una sola gota de sudor. Permitieron que Artemio Iglesias controlara el PRI estatal, todos y cada uno de los comités municipales del tricolor, y en el momento idóneo le arrancaron con todo la candidatura para el hoy senador.
Hoy ha quedado claro que Marco ha superado la prueba del ácido con el ejército de Delicias. Quizá se le alinearon los astros porque mucho hay de cierto en sus diferencias con sus padrinos políticos; él ha querido construir su propio equipo, pero la mayoría de los integrantes han sido juniors pedantes e irresponsables (así se originó el Aeroshow) muy distintos a los auténticos asesores, planeadores, estrategas, fraguadores que trabajan al lado de los Baeza.
A Marco no le ha quedado más que plegarse a su equipo de origen, y al equipo de origen no le ha quedado otra más que seguir de frente con ese ahijado, porque a Cano y a otros de plano los han perdido. El inestable clima chihuahuense los hizo caer del árbol antes de madurar.
Así va Marco en relación con sus generales… hasta ahora.
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¿¿¿Y por qué tanta atención de Mirone al mentado Marco, que no ha tenido ni las atenciones más elementales hacia Juárez y eso le enfada al escribidor??? La verdad,
simple y sencillamente porque ha considerado Mirone que esta salida del político tricolor debe estar teniendo importantes repercusiones en todo el sistema político estatal, no solamente hacia adentro del ruidoso estómago priista chihuahuense, sino también hacia la enfermiza entraña del Partido Acción Nacional (PAN).
No por nada el candidato blanquiazul a diputado por el quinto distrito de Delicias, Mario Mata Carrasco, se está dando sus escapadas más allá de su demarcación. Esta semana fue visto hiperactivo en la capital Chihuahua, así como en otros momentos en otros puntos de la entidad. También es precandidato a gobernador.
A Quezada y su equipo no le quedaba de otra. Esperar hasta después de junio para posicionarse en las encuestas generales hubiera sido un suicidio. Es conocido que en el PRI solo hay un gran elector: el primer priista Enrique Peña Nieto. Sus decisiones, sin embargo, las toma con base en, precisamente, los resultados de los sondeos y las hojas de vida política de todos ellos. Por mucho que quisiera favorecer a su amigo José Miguel Salcido el señor presidente, por ejemplo, no lo haría si aparece en las encuestas con menos 1 por ciento de conocimiento y cero preferencia. Los caballos negros como este andan muy entusiasmados, pero no deja de ser travesura de Duarte. Le encanta que se la crean.
Entre noviembre y diciembre ya estará perfilado el candidato a gobernador; a más tardar será designado en los primeros días de enero.
Marco Adán está moviendo el tapete de sus contrincantes priistas y panistas, no solamente porque ha decidido salir a la calle en las condiciones de opresión partidaria interna que vive en Chihuahua, sino porque desde el PRI nacional y desde Los Pinos le dieron permiso para hacerlo. César Camacho y Miguel Ángel Osorio Chong extendieron la firma correspondiente. Es impensable que algo hayan tenido que ver en esa autorización Karina Velásquez o Palacio de Gobierno. A Mayra Chávez le podemos preguntar y perdemos el tiempo: “¡¿what?!”, será su respuesta. Serrano aceptó comer con Marco solo porque sabe que hay luz verde, de lo contrario le hubiera surgido alguna boda o cualquier otro compromiso social ineludible; hasta una migraña se vale inventar para casos similares.
Ese mismo permiso lo presentó Reyes Baeza a César Duarte para incluirlo en el “desayuno de la unidad” celebrado hace 15 días en el domicilio chihuahuita del director del Fovissste. El gobernador hubiera vetado la asistencia de Quezada sin pensarla dos veces. Escuchar el nombre de Quezada es como probar un limón con chile habanero.
Los competidores de Marco Adán hacia el interior del PRI observan a muy corta distancia su arranque, pero siguen opinando que sus sueños son menos que guajiros. Algunos incluso lo ven con aparente desdén para restarle importancia, pero de que están pendientes de él, no hay duda. No tanto por él, sino por la caballería detrás de él.
Todos ellos conocen las reglas de su partido. Están de acuerdo en que Marco no está loco, y por lo tanto no hubiera salido sin permiso. También están seguros de que no está saliendo porque haya conseguido el boleto de la candidatura. Nada más lejos de eso. Pero si él tiene permiso, todos apuran el paso y redefinen estrategias.
Teto Murguía, que está en condiciones similares a las de Marco por no contar con tribuna desde donde aventar arengas y conseguir prosélitos, no la pensó dos veces para celebrar su cumpleaños el 13 de marzo exclusivamente con su familia. Operó en contrario a la supuesta lógica de su personalidad.
Es más que conocido en Juárez (donde no lo es Marco); también es ampliamente ubicado en la capital Chihuahua e igual en el resto del estado. Mantiene bastante de la estructura que creó en la precampaña del 2010. Y donde no la tiene, la erige en un abrir y cerrar de ojos.
Sabe Murguía, a diferencia de otros años, que no requiere –ni necesita– andar como loco por todo el estado gastando suela, gasolina y ejercitando el estómago con burritos de verde sano y verde sospechoso. No. Ahora carga un ajedrez entre Chihuas, Tetolandia y Chilangolandia, para buscar movimientos quirúrgicos, precisos. Los fondos de botella se vaporizan analizando y actuando en corto frente a las acciones de sus oponentes.
La senadora Graciela Ortiz González debe saber perfectamente cuáles son los alcances de Marco en el centro del país. Si de influencia, conocimiento y poder en el altiplano se hablara, ella sería ya candidata. Es amiga de Camacho y de Peña, y fuera de la amistad está reconocida su capacidad de operación electoral. Aprendió mucho con los Baeza, los Artemios y los Reyes Castro. Superó a los maestros. Hace añales que no requiere de los Marlboro para avanzar sin titubeos. Con una mano en el mentón y la mirada fija, saca mapas y toma caminos.
Ella, igual que el resto, sabe que debe aparecer en las encuestas y bien posicionada. Con cero puntos en las gráficas podrá seguir asegurada en el poder federal, pero no aspirar a la gubernatura. Por eso ya instaló centro de operaciones en Juárez y en todo el estado. Ya hasta comió con Fredy de la Vega, a instancias de Pita de la Vega. Como lideresa estatal del PRI, diputada, funcionaria estatal, funcionaria del CEN del PRI, etc., ha logrado gran presencia en Chihuahua, pero sin duda “el efecto Marco” la hará apurar el paso.
Enrique Serrano debió tragar tantas bolitas como Palacio para ir a la cocina de su propia casa y acudir a la comida que le invitó un fuereño como Marco, pero sabe que es parte del propio duelo de fuerzas: ceder un paso para avanzar dos o más.
Al igual que Marco en el baecismo, va quedando claro que Serrano se ha convertido en el abanderado del gobernador. De ahí que Duarte haya dado “permiso” a varios de los precandidatos de hacer campaña solo en determinados territorios, pero no en todo el estado. Es evidente que nadie le ha hecho caso; y conforme avance el tiempo, menos le harán caso, aunque sus candidatos ganaran los nueve distritos el próximo 7 de junio y quedara en aptitud y autoridad política para solicitar al primer priista de la nación la candidatura para el alcalde juarense.
Lilia Merodio Reza no aspira a un espacio en el gabinete del próximo gobernador, ni mucho menos a la alcaldía. Su búsqueda por la candidatura a gobernadora es absolutamente irrenunciable. Así está entendido con el gobernador Duarte, con su líder parlamentario en el Senado, con la dirigencia nacional del PRI y personalmente con el secretario de Gobernación.
Esos alcances hablan del grado de influencia que mantiene en las más altas esferas del poder federal. No es figurín legislativo, es de las más hiperactivas. La senadora sin duda arreciará también su trabajo por todo el estado tras observar las fotografías de Quezada durante sus últimas apariciones públicas.
El otro precandidato es cada vez menos delfín del gobernador, por lo menos en viabilidad: el alcalde chihuahuita Javier Garfio Pacheco no debe sentir ningún respeto por el arribo de su antecesor al activismo hacia la gubernatura. Está íntimamente convencido de que no tiene patas de jinete porque se lo comió el Aeroshow.
Su procesamiento de datos no es convencional, y por lo tanto anda más equivocado que una suma de cinco como resultado de una multiplicación de dos por dos. No puede esperarse mayor nivel de quien sigue sosteniendo que no sufrió ninguna afectación al haber pedido a las mujeres que vean telenovelas en lugar de noticias. Sus veladoras las mantiene encendidas a su santo patrono paisano de Balleza. No ha hecho nada por generar sus propios méritos.
Es necesario también traer el nombre de Marco González Tachiquín. El incansable secretario de Educación, ha arreciado sus desplazamientos por toda la entidad tirándole a la candidatura a gobernador para pegarle a la alcaldía chihuahuita o de perdis a la rectoría de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH). Está consciente de que su juventud le permite tener mayores oportunidades en el futuro, pero no dejará pasar la presente oportunidad por nada en el mundo. Es un convencido de que el gobernador sí le cumplirá la promesa de colocarlo en la silla de la grande.
La veda ya está encima. Mirone está seguro de que ninguno de los mencionados ni sus líderes grupales guardarán tiliches hasta junio en plan de tregua vacacional o de campaña. Más bien buscarán cómo darle vuelta a la veda para seguir aumentando su presencia entre el electorado. Ya nada ni nadie los detiene. Nadie.