2017 arrancó agitado. La reacción por el incremento a los precios de las gasolinas complica el escenario económico, social y político, marca una ruta accidentada hacia los comicios locales de este año, pasando por el estado de México, antesala de la sucesión presidencial del próximo año.
En Chihuahua, la ola de protestas ha puesto a prueba la capacidad de maniobra y operación política del nuevo amanecer, que exhibió fallas pero logró mantener las expresiones de inconformidad dentro de límites razonables.
Los analistas dan todo tipo de interpretaciones a los acontecimientos que registra el país en esta primera semana de 2017. La mayoría coinciden en que el gasolinazo es la gota que derramó el vaso del mal humor social, contenido durante años, que en junio pasado pudo drenarse un poco por medio de la válvula de escape que significó la expresión del voto en contra del partido en el poder –PRI–, pero se volvió a rebosar con los escándalos de corrupción y los excesos de la clase política.
Lo vimos con claridad en Chihuahua con el resultado de la elección de gobernador, donde la causa y el único compromiso del entonces candidato, Javier Corral, que jaló a los electores para votar esa opción, fue la promesa de castigar la corrupción y los abusos de César Duarte y sus allegados del primer círculo del poder.
A nivel nacional, tenemos un Gobierno federal que ha venido dando tumbos en el manejo de la economía; la alta burocracia preocupada por conservar sus privilegios, y la corrupción galopante que sangra las finanzas públicas, en tanto el costo se transfiere a los ciudadanos. Todo eso, junto, hizo que el incremento a los energéticos convirtieran el mal humor social en la ira que estamos observando.
Si le agregamos que el ajuste de precios se anunció en medio de las fiestas decembrinas como para que se perdiera en el jolgorio, y los errores de cálculo político del Gobierno federal y de los estatales, cuyos funcionarios de primer nivel se desentendieron del tema y se fueron de vacaciones desde el 23 de diciembre generando vacío político y de información, se fue gestando entonces la tormenta perfecta.
Se dice que en política no hay espacios vacíos, pero no se atendió esa regla no escrita. Se descuidaron los flancos y permitieron la intentona de asalto por parte de adversarios internos de Enrique Peña Nieto, ya en plena confrontación por la sucesión presidencial; los grupos internos en las entidades con elecciones; los reacomodos políticos que aún se están dando en las entidades que cambiaron de signo político en las pasadas elecciones de julio.
Hay condiciones reales para la ira social
En la era de la globalización económica y el boom de las comunicaciones digitales con las redes sociales, Gobierno y sociedad olvidaron la metodología de la teoría marxista. La descartaron como herramienta de análisis, pese a su utilidad para desmenuzar la realidad social y política.
Karl Max hablaba de la estructura, el tinglado de las relaciones económicas, los pilares sobre los que se mantiene la economía y la distribución de la riqueza entre los poseedores de los medios de producción y los que trabajan a cambio del salario.
Describía también la superestructura o sociedad política, que incluye al Estado y sus instituciones, que organiza a la sociedad y hace posible que el arreglo de dominación económica no se perciba en toda su crudeza.
Siguiendo al filósofo alemán, hay momentos en que las circunstancias hacen que esa superestructura se cuartee y las masas perciban la explotación de la que son objeto. En México las condiciones de vida precaria de millones de ciudadanos hacen que una medida como el incremento a los combustibles trastoque la economía de sus hogares.
Mientras las familias se las verán negras para lidiar con la cuesta de enero que se prolongará a todo el año, la clase política ni se inmuta; porque a ellos se les paga todo, desde sus vales ilimitados de gasolina, vehículos, gastos médicos, comidas, seguros, altos salarios, jugosos aguinaldos, viajes, placeres y, a pesar de eso, aún son protagonistas de vergonzosos actos de corrupción.
De ahí que las justificaciones técnicas del Gobierno sobre el gasolinazo no encuentren eco en el razonamiento de las masas. Ni el Gobierno de Enrique Peña Nieto, los partidos políticos o el grueso de los mandatarios estatales tienen calidad moral para convencer sobre la necesidad de aceptar el doloroso remedio para preservar la estabilidad económica del país, como lo explicó el presidente.
Las protestas y las movilizaciones tienen una razón real. La gente está enojada y no acepta ser la única que pague los platos rotos por parte de la clase política.
Y en la mezquindad de esa misma clase política está también el origen de los disturbios generados tras la protestas legítimas. Ya han surgido los primeros datos sobre la manipulación de la información en redes sociales para generar sicosis colectiva, atizar los saqueos a más de cuatrocientas tiendas en varios estados del país.
Expertos en redes sociales dieron a conocer que en el caso concreto de la Ciudad de México y el Estado de México, fueron detectados más de mil 500 cuentas falsas de Twitter, Facebook y otras plataformas, por las que se iniciaron rumores y se llamó al ataque de tiendas de autoservicio.
Ya se está hablando de que hay realidad virtual provocada, como parte de un esquema de control de masas para desviar la atención sobre la inconformidad real que generó el alza de los combustibles.
De confirmarse eso la jugada es de alto riesgo político, porque al interior del propio partido en el poder hay desacuerdo en la aplicación de la política económica. No son gratuitas las posturas que han adoptado en contra del gasolinazo personajes como el exgobernador de Chihuahua, Patricio Martínez, ni las expresiones de Manlio Fabio Beltrones, quien tiene pendiente un ajuste de cuentas con la triada de Los Pinos, –Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray y Aurelio Nuño– tras la debacle electoral del año pasado.
Chihuahua se cuece a parte
Han batallado, pero a final de cuentas y hasta el momento, en Chihuahua la sociedad y el Gobierno encontraron un camino distinto a las expresiones de inconformidad. Dos botones de muestra dan cuenta de ello:
El viernes se viralizó en todo el país el video de los ciudadanos de Camargo, que resistieron en forma pacífica, de rodillas, con las manos en alto y cantando el himno nacional. Se percibió como un ejemplo de civilidad y patriotismo ante el uso de la fuerza por parte del Gobierno del Estado para el desalojo del bloqueo instalado sobre la carretera y la caseta de cobro.
Las dos partes lograron su cometido, la protesta se mantuvo a un lado de la vía de comunicación y el Gobierno logró restablecer la circulación y el cobro de peaje. Ese es el primer ejemplo.
El otro es el bloque opositor contra el gaolinazo, conformado por los sectores social, económico y político de la entidad, que convirtió a Chihuahua en el primer estado que se expresa abiertamente contra la medida decretada por el presidente Enrique Peña Nieto.
Lo más notable de todo es que al frente del reclamo está el gobernador Javier Corral Jurado, surgido de un partido opositor al del presidente; y en apoyo de él, senadores del PRI, diputados de otras expresiones políticas distintas al PAN, y los liderazgos de la iniciativa privada, organizaciones sociales y sociedad civil.
La postura de Chihuahua se presentará directamente en el seno de la Conago durante la reunión de la Comisión de Energía del organismo programada para el lunes, donde estará presente el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, y a ella llegará Corral investido de una representatividad especial, tras el acuerdo del viernes.
El papel del exgobernador Patricio Martínez puede ser considerado un tercer botón de muestra. El senador irrumpió en el escenario nacional con cuestionamientos directos y precisos contra el equipo económico de Los Pinos, a lo que llamó el injustificado aumento a los combustibles; terminó por generar migraña al secretario de Hacienda con la exhibición de los componentes de costos de la gasolina en Estados Unidos y la propuesta de que Chihuahua importe directamente los energéticos de las refinerías texanas.
El frente chihuahuense contra el gasolinazo ya caló. Le está pegando en la línea de flotación al equipo del presidente Peña Nieto. Tanto, que el secretario de Hacienda desde ayer adelantó que no habrá marcha atrás al incremento y el estado que quiera reducir los costos tendrá que hacerlo a costa de los ingresos que le corresponden de participaciones federales.
El punto también está contemplado en la postura de Chihuahua, que replanteará la revisión del acuerdo de coordinación fiscal entre la Federación, estados y municipios.
Nada mal para el gobernador Corral, que el lunes pasado se reponía de las vacaciones y de un juego de golf en Mazatlán, y el miércoles reposó en uno de los sillones del despacho principal de Palacio un fuerte resfriado que le aquejó, mientras un vasto operativo policiaco restablecía el orden.
Muchos de sus homólogos no la han pasado tan bien. El veracruzano Miguel Yúnez quiso imitar a Lady Puerta y se les atravesó a los saqueadores en la entrada de un Walmart, intentando, sin éxito, frenarlos con el reparto de billetes de quinientos pesos.
El mexiquense Eruviel Ávila no halla la puerta con los saqueos. En Chiapas se le complicó la cosa a Manuel Velazco, en Hidalgo a Omar Fayad y hasta El Bronco pasó las de Caín con actos vandálicos.
El exniño artillero –el mote se lo puso a Corral el viejo periodista, Alejandro Irigoyen– no se puede quejar, a ver si no se alborota o lo aceleran de más y cree que puede llevar el nuevo amanecer a todo México en 2018. ¡¡¡Qué sería de nosotros sin él!!!!.